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CULTURAL MADRID 03-12-1998 página 41
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CULTURAL MADRID 03-12-1998 página 41

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural El mar interior de Águeda de la Pisa Galerie Lina Davidov. París 210, Boulevard Saint- Germain Hasta el 4 de enero GUEDA de la Pisa pone su obra última bajo la advocación del mar, la mar, el agua: fuerza genésica y saturnal, matriz y cementerio de la creación. Ante el lienzo o el papel en blanco, el espectador adivina más que contempla una finísima retícula con la que una mano muy pura desea acotar instantes o parcelas de su contemplación interior, que muy pronto irrumpirá en la obra llamada a realizarse, durante ese devenir, como imprevisible corriente marina, para desbordar, en la frontera acotada del cuadro, muchio más allá de sus campos de azules. La mano apolínea que trazó la retícula donde acabará decantándose la línea quizá pudo aspirar a fijar un marco, establecer una norma, descubrir las relaciones geométricas de la obra que vendrá. La mano sonámbula que habita y confiere su nombre a una obra única e interminable ha renunciado a tan titánica y quimérica tarea, para abandonarse y obedecer, no sé si feliz o dolorida, a una fuerza ciega, como el mar, que todo lo baña con infinitas variaciones de luz, color y materia translúcida. En alguna medida, quizá, toda la obra de Águeda de la Pisa son variaciones de ese mismo y Á u- gií V 1 ñ Sólo las olas saben (1997) único tema recurrente: la silenciosa luminosidad de los colores y la materia, multiplicándose, sin cesar comenzando, en el mar sin fronteras de un cuadro que cambia de colores y matices, al ritmo del oleaje inclemente de la conciencia intentando otear y buscar su camino, ciega, en el muro de la luz y la materia, única e infinita, como el placton en la superficie del mar océano. Los pasos, ilusiones y alucinaciones de la artista caminan siempre hacia el mismo mar, que es un mar interior, la playa donde su trabajo abandona los restos de sucesivos naufragios y composiciones. El primor con que Águeda de la Pisa traza y vuelve a trazar las rayas, acotaciones y retículas de un orden ilusorio, imaginario, perdido u olvidado, parecen hablar de la nostalgia de un orden o una geometría para siempre perdidas. Su obra crece y florece sobre los restos todavía visibles de esa misteriosa arquitectura. Cada mañana, la mano ciega de la artista trabaja la paleta recurrente de los azules, en esta ocasión, explorando y descubriendo infinitos espacios despoblados de figuras. Las variaciones de la luz, la materia y los colores, revelan ilimitados espacios submarinos, donde la mirada insomne del artista, y su doble, el espectador, buscan en vano la huella de seres humanos. A través del espejo del cuadro, o el papel, el temblor de la luz, y su misterio, reconstruyen el laborioso e interminable camino de quien busca perias y tesoros en la oceánica oscuridad de su mirada anhelante. Y su obra nos deja la huella de ese tormento gozoso. JUAN PEDRO QUIÑONERO BofaruU, en busca de la memoria Galería Masha Prieto. Madríd Belén, 2 Hasta finales de diciembre 50.000 pesetas iÜI! UJE 7 Vmí 3 H 5 R ECORRE Ángel Bofarull (Barcelona, 1957) la distancia que separa dibujo y coüage en su última muestra. Diez dibujos mínimos, sobre objetos buscados- no encontrados- en los que continúa su política de provocar encuentros entre materiales aparentemente diversos. El collage no dependerá tanto en estas obras de la disimilitud de los materiales que son llevados al ensamblaje, como de la fragmentariedad de las piezas que se proponen unidas mediante el trazo, de las partes que parecen descansar sobre los soportes. Fragmentos literales: pedazos de una narración que sólo conocemos parcialmente, que continúa tras ellos y que muestra antes que nada la importancia de la decisión que los mantiene unidos, formando la unidad de un encuentro o de un sueño. Son los contactos entre las piezas quienes hacen la obra y, en su calidad partida, son símbolos de una narración de fondo, la de la biografía sobre la cual se acuñan con sentido. Lo que se muestra como extraño en los collages es la coherencia de la narración, que, más allá de depender de algún criterio de unidad ilusionista, como pudiera ser la retórica de la perspectiva o del autor, es diferida hasta la independencia sobre las decisiones de continuidad que crea cualquier adhesivo, sea este real o simbólico. Un adhesivo es capaz de 3 de diciembre de 1998 HOY T 5 EVK R 3 íUj CiíOSIÍ lOCKAVCÍS Obra de Bofarull hacer que se mantengan ligados los cuerpos más extraños, provocando los descubrimientos más azarosos, pero también de provocar una pregunta afilada sobre la cohesión sobre la que se construye cualquier relato. Las piezas unidas en estos diez objetos de Ángel Bofarrull están he- chas de trazos, por ello son dibujos, pero se asocian a una poética que hace más importante la combinación de formas que la presencia inerte de cada una. Nos debemos preguntar por cuál sea la unidad última, la coherencia biográfica que hace que cada uno de los objetos, desplazados al soporte sobre el que se raya, sea un objeto valorado, no encontrado sino aún buscado, mantenido en la indeterminación estilística de lo antiguo. Algo ha sido diseccionado para que estos dibujos se reconstruyan sobre sus piezas: los recuerdos, los paseos y búsquedas de materiales en mercados, las lecturas, la o las historias sobre las que el relato de la propia identidad se construye como un amontonamiento más o menos coherente, más o menos absurdo, de formas. Y el estilo para este autor es la serie de decisiones que se mantienen creando una fuerte carga referencial de repeticiones sobre la anterior disección: objetos que se prefieren con una pátina de antigüedad y que remiten a el periodo de finales del XIX; una fuerte carga de ironía y distanciamiento, tanto personal como plástico, que hace pensar en los apuntes dejados en los márgenes de sus composiciones por Satie; una falsa ingenuidad que tiene aristas casi peligrosas, un per- verso gusto por los detalles, una forma reconocible de composición... La tentación de lo mínimo de Bofarull, ese apagamiento silencioso hacia el borde de lo representaba, es la tensión que hace monumentales unas obras de pequeño formato. Fabricadas con, por y para la memoria. M. Á. R. 41

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