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CULTURAL MADRID 03-12-1998 página 8
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CULTURAL MADRID 03-12-1998 página 8

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
  • Página8
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ABC Cultural Entrevista con Bernard Noel La escritura y el cuerpo El tiempo es una sucesión de pérdidas. En los últimos años, la poesía en lengua francesa ha despedido del mundo de los vivos a Louis Aragón, Rene Char, Francis Ponge y Edmond Jabés. Entre los grandes nombres que aún le quedan en este final de siglo (Yves Bonnefoy, Jacques Roubaud o Jacques Dupin) se encuentra el de Bernard Noel, de quien se acaba de publicar en español su libro de ensayos La castración menía (Huerga y Fierro, 1998) -véase ABC Cultural, 19 de noviembre de 1998- y uno de sus últimos libros de poemas. La sombra del doble, que reseñamos aquí. En una breve conversación, Noel habla de su primer libro, Extraits du corpa (Extractos del cuerpo) de cuya primera edición se cumplen 40 años y que ha marcado toda su obra, un prodigio de radicalidad y exigencia CARLOS ORTEGA I ERNARD Noel nació en 1930, y perteJ L nece a una generación que en Francia ha padecido enormes desasosiegos intelectuales, desde las guerras coloniales a la degradación moral de la sociedad de consumo. Su adolescencia en Rodez le puso en relación con la figura de Antonin Artaud, que liabía sido recluido durante dos años en su manicomio. Más tarde, Noel se instaló en el París de la primera literatura existencialista. -Yo comencé escribiendo, es cierto, novelas más o menos comprometidas, más o menos existencialistas. Había leído La Náusea apasionadamente, pero además de Sartre había otros autores cuyas novelas constituían una suerte de techo del existencialismo, que conjugaban la influencia de filósofos no muy leídos en la época, como Husserl, con un lado esotérico y tradicionalista. Algunas de esas novelas me parecían extraordinarias en aquel tiempo. Partiendo de esas referencias, mi primera novela era una mezcla de relato de experiencias adolescentes desde una óptica existencialista con exposición de ese saber tradicional que yo encontraba en dichas novelas. Por el contrario, los autores que más me gustaban entonces, Artaud, Faulkner, Dos Passos, apenas influían en mí. Sin embargo, nunca quedó satisfecho de ios resultados a los que llegó imitando esos modelos. Sólo años más tarde, en plena guerra de Argelia, aparecería en las Éditions de Minuit, y por cuenta propia, su primer libro de poemas y su obra capital, Extraits du corps (Extractos del cuerpo) -En cierta manera, éste es el único libro que reconozco como mío y en el que me reconozco, ya que nunca traté de publicar las novelas que había escrito anteriormente. Fue un libro que prácticamente no contó con ningún lector. A aquella primera aparición le siguieron ocho años de silencio, en los que Noel fue incapaz de escribir una línea. De esa experiencia de mudez poética nació su segundo libro La face de s úence, que cuenta con una traducción española de Roberto San Geroteo (Los Infolios, 1991) -Escribí La face de silence en medio del espacio calcinado y yesoso de Grecia. Debí haberlo escrito antes que los Extraits du corps. La única razón que encuentro de haberlo escrito después está en el hecho de ese silencio que hube de atravesar aun levantando acta poética de la travesía, y de que tal cosa tuviera lugar en Grecia, donde todo adquiere un aspecto elemental y lo poético no resulta falso. A Noel la escritura parece afectarle como una urgencia, como la comezón que a uno le impide descansar. Esa urgencia hace que pase por alto los problemas literarios, porque los elimina: -Sí, necesariamente. Desde hace algún tiempo me da la impresión de que si he de responder a lo que es la escritura, no puedo hacerlo en términos de lingüística, de estilística o de retórica. Lo que me intriga es que en la misma mano que escribe siento que bullen los fantasmas de una mano que ha hecho otras cosas anteriormente. La humanidad escribe desde hace cuatro o cinco mil años. Pero la actividad que se plasma en la escritura es infinitamente más vieja que la propia escritura. Si pudiera captar lo que hay de más en la escritura que no es escritura, tal vez pudiera responder a lo que significa escribir. Pero no puedo hacerlo. Para mí existen dos cosas en el cuerpo y en la escritura que se me escapan: por una parte, el cuerpo es vehículo de la especie y de la lengua, dos fuerzas contradictorias en general (cuando haces el amor, no estás pensando que eres un elemento reproductor de la especie) Ofrecerme a esta doble experiencia es lo que me interesa, aun a sabiendas de que la lengua de que dispongo no me permite un acercamiento exacto y real a nada. Nunca poseeré certeza alguna de esos dos ámbitos, por más que quiera obsen arlos al escribir. Próximo a los autores de Le Grand Jeu. Rene Daumal y Roger Gilbert- Lecomte, y a Georges Bataille, de quien prologó el libro Lo arcangélico y otros poemas (Visor, 1982) Noel se inscribe dentro de una cierta poesía de la experiencia distinta de la que aquí conocemos con el mismo nombre: -No sé si alguna vez lograré escribir el libro que más deseo y que tendría por título La experiencia exterior, en alusión y en oposición a La experiencia interior, de Bataille. Lo importante, hablando de la experiencia traducida, es ese paso del exterior al interior, que hace que uno no pueda expresarse si no es a base de una especie de fantasma presente en la página, en el lienzo blanco o en la pantalla. Lo paradójico, en todo esto, es que los Extraits du corps son un efecto, pensado y escrito, de la observación de ese organismo que es el cuerpo humano, y todo cuanto he escrito y he vivido después ha tenido por objeto expedir ese cuerpo al espacio y transformarlo en un cuerpo virtual. Cuanto más avanzo, menos cuerpo voy teniendo. El cuerpo se me va volviendo externo, y entra a formar parte de esa experiencia exterior. Lo que Noel explica recuerda a la experiencia de los místicos con lo corporal, que presenta dos facetas: por un lado, la voluntad de olvido del cuerpo; y por el otro, la objetivación del mismo como cuerpo público, entregado a la comunidad: -Sí, se trata a la vez del cuerpo concretizado y del cuerpo virtualizado. Ahora tengo la impresión de que en los Extraits du corps, aunque constituyen la base por la cual yo existo, me comporto como el falso vasallo de esa experiencia que acaba siendo leída como si ese cuerpo fragmentado fuera un territorio completamente clausurado, preciso y orgánico, cuando, por raro que parezca, lo único que me importa es esa volatilización en la que, por momentos, el mundo entero es mi cuerpo. Me pregunto si el arte, en fin, la literatura, pero sobre todo la pintura, no será la experiencia de una alteridad sin rostro. Es decir, uno escribe hacia otro, pero el otro es sí mismo, un sí mismo que no es él mismo y remite además a un juego en el que se trata de ser yo. Al igual que existe un cuerpo de la especie, opuesto ai cuerpo místico, existe un cuerpo de la lengua que desborda al usuario inmediato de la misma. Todo cuerpo humano es una condensación histórica de la especie humana, una especie de gran libro que no sabemos leer. Ahí actúa algo fantásticamenet impersonal de lo que no debemos apropiarnos, sino más bien dejar que opere y tratar de acelerarlo a través nuestro. 3 de diciembre de 1998 8

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