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CULTURAL MADRID 19-11-1998 página 16
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CULTURAL MADRID 19-11-1998 página 16

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural Í L r -t Ensayo Los últimos historiadores de Felipe II i- -i Geoffray Parker. La gran estrategia de Felipe H Alianza Editorial. Madrid, 1998. 568 páginas, 3.750 pesetas. Gregorio Marañón. Antonio Pérez Espasa, ivladrid, 1998. 1.108 páginas, 5.900 pesetas. Luis Cabrera de Córdoba. Historia de Felipe U. Roy de España Junta de Castiila y León. Salamanca, 1998. Tres volúmenes: 510, 536 y 1.712 págs. 30.000 pesetas. J. Martínez: Mill y C. De Carlos Morales, feffpe l- a confíguración de la mcm qulá tiispana Junta de Castilla y León. Salamanca, 1998. 532 páginas. Volumen introductorio de Historia de Felipe II. 1 I cuarto centQiario de la muerte de Fe Ijpe II no ha generado la gran cantidad de ediciones de textos que hace un siglo el positivismo documentalista de ía época promovió. Efectivamente, en el siglo pasado, tanto por parte de historiadores extranjeros (Gachard, sobre todo) como de nuestro prcpio país y desde instancias diversas (la Real Acad nia de la Historia hizo al) specto una gran Dor) se editarcxi múltiples textos fundamentdes deí reinado de Felipe II. Entre ellos destaca la crónica de Cabrera de Córdoba editada por la Rea! Academia en cuafro volúmenes en 1876- 1877. La obra de Cabrera ha sido considerada con razón la primera Si no en el tiempo sí en el interés de su contenido- biografía de FeUpe II. En 1619 se publicó la primera parte. La segunda parte, por contener una versión de la revuelta aragonesa de 1591, que había disgustado profundamente a los aragoneses por su tono excesivamente proabsolutista, hasta el punto de ser censurada por el cronista aragonés Argensola, no fue publicada en el siglo XVII y tuvo que esperar a la referida edición det siglo pasado. Pero, pese al interés de dar a conocer esa rnaldita segunda parte de la obra de Cabrera (abarca el periodo 1583- 96) la edición de la Acactennia planteaba multitud de problemas de transaipción con alteraciones importantes del texto primitivo, que exigían una reedición con criterios más científicos a partir del estudio riguroso del manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París. Esta labor ardua la ha realizado José Martínez Míllán con un equip 9 de investigadores. Cabrera de Córdoba, gracias a esta reedición- con valor de primera edición- podrá ser el referente efectivo de todos los histaiadores interesados en la biografía de F ipe IL Pero la recuperación de libros en el acíjal centenario que celebramos no sób afecta a las fuentes clásicas. En este o se reeditó la biografía de Felipe II de Rafael Altamira y ahora acaba también de reeditarse la obra de Marañón sobre Antonio Pérez, El libro publicado en su primera edición en 1947 y reeditado numerosas veces hasta 1958, sigue siendo, pese a! o que ha llovido bibliográficamente desde entonces, un libro útil Se concibió como un libro de homenaje a la emigración política, uno de cuyos representantes era Antonio Pérez, pero acabó constituyendo el primer acercamiento desde una perspectiva persona! a la figura del rey Felipe I! y su secretólo Antonio Pérez. Si la biografía de Mignet sobre Antonio Pérez se convirtió en un alegato romántico- liberal ccxitra el rey. la obra de Marañón no cae en ningún momento en la identificación con el secreta io. La capacidad de Marañón para relatívizar las razones respectivas fascinaciíí por la supuesta excepcionalidad del personaje (Parker) -Parker en su nuevo libro da un paso adelante en su imagen del rey Felipe II. Ya no sólo se trata de reivindicar las capacidades técnico- administrativas del rey Felipe, sino que sostiene la tesis de que el rey actuó a partir de una estrategia global de conjunto que si a la postre fracasó lo fue por problemas estructurales- la distancia- ideológicos- la distorsión deí mesianismo religioso- o puramente circunstancíales o aleatorios, no por ausencia de lógica estratégica. Incluso considera que tal estrategia tuvo aciertos espectaculares como la conquista de Filipinas, la recuperación de los Países Bajos y la anexión de Portugal. El esfuerzo de Parker es auténticamente épico p a cuestionar las viejas tesis de Koegnisberger y tantos historiadores negadores de un proyecto imperial propiamente dicho y defensores de un concepto de política de! rey Felipe II. esencialmente apoyada en criterios simbólicos- e reputadonismo- o de improvisación sobre la marcha. La realidad es que ese esfrozo, casi honrologable al de Felipe il para controlar su Imperio, no logra, desde mi punto de vista, un resultado convincente para el M r h fc t de ambos personajes es magistral y su sentido de la diagnosis médica le pemnite situarse conrx) paciente obsen ador neutro (nunca juez) de sus pacientes personajes. Cuaido hoy t ito se glosa el eshjdio de la privacidad en la historia, la reedicií de la obra de Marañón nos permite reconocer en él al pior ro irK) uestíon le en la reconstnjccic óe los cíxnplejos y claves persor ales que e) qDÍican los comport nientos históricos. He echado de menos, desde luego, un prólogo- presentación que permitiera al lector joven situar la obra de Marañen en su tiempo. Geoffrey Parker es el autor de la que a mí me sigue pareciendo la meja biografía del rey Felipe I! En plena escaiificación de sus discrepancias con la biografía escrita por Kamen- discrepancias que no constituyen una leyenda rosa frente a una leyenda negra, como a veces se ha dicho, sino la confraposicií de dos vÍsÍor es apologéticas del rey, la una desde la voluntad de normalización deí personaje como persona (Kamen) la otra desde la lector. La estrategia de Felipe 11, para Parker, fue básicamente la de la resistencia a perder las adquisiciones que por vía drástica le venían dadas. Y, ccxifiado en la cobertura de apoyo de su inquebrantable discurso religioso mesiánico. I elipe li consideró la guerra como el estado normal de la monarquía y arrastró al p s al desastre, porque él creía que podía entender las cosas diferente- mente y hazérseme muy menores las dificultades e inconvenientes que se ponen deíante En definiti contra la visión de Kamen de un Felipe I! mediocre arrastrado por los imperativos de un destino Incontrolable, Parker atribuye, en todo momento, al rey el timón de su propio destino y el de su Imperio, anbos evidentemente confundidos, Y al final d fracaso de su estrategia acaba culpando al azar con toda una catarata de hipótesis contrafactuales que intentan aproximar los resultados conseguidos a los dDJetlvos perseguidos. Pienso que lo que tanto le obsesiona a P ker- el que la Armada Invencible tuviera forzosamente 19 de noviembre de 1998 16

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