CULTURAL MADRID 05-11-1998 página 26

ABC Cultural Ensayo Conocimiento y verdad José Olivio Jiménez. Vicente Aleixandre. Una aventura hacia el conocimiento Renacimiento. Sevilla, 1998. 136 páginas, 1.600 pesetas. dios expresivos idóneos, había ido amoldándose y sirviendo a ese afán cognoscitivo- este crítico vuelve a ocuparse de él en los ensayos que acaba de recoger en Poetas contemporáneos de España y América (Madrid, Verbum, 1998) En la línea ya trazada por otros estudiosos- Bousoño, Carnero, Puccini y Gimferrer- la obra que comentamos ofrecía un sencillo y atractivo resumen de la trayectoria poética de Aleixandre. Así, éste, una vez traspasados los umbrales que suponían Ámbito y Pasión de la tierra, emprende un camino, que se prolongará hasta Mundo a solas, en el que intuye que, con la proyección amorosa en el cosmos- poesía es clarividente fusión del hombre con lo creado podrá encontrar una vía de acceso al conocimiento total y absoluto. Después de un momento de quiebra, en el que toma conciencia de que ese sueño de conocimiento a través de la fusión cósmica se muestra insuficiente- desesperación viva de ver los brazos cortos alzados hacia el cielo en súplicas de lunas se produce la aceptación amorosa y solidaria de la vida de otros seres, inmersos, como él, en la historia- la comunicación ahora con los demás es una forma de reconocerse a sí mismo- En sus últimas obras el problema del conocimiento, apoyado ahora en la oposición complementaria de dos conceptos, conocer y saber ocupa un lugar central. Aleixandre, desde su madurez, reelabora y transmuta todos los datos obtenidos en las etapas precedentes con el fin de trascender y convertir el conocimiento obtenido en una sabiduría totalizadora, de signo gnoseológico y metafísico. Poemas de la consumación, que acaba de reeditar Alianza, y Diálogos del conocimiento constituyen una culminación y un admirable resumen del sentido de sus creaciones. Ha hecho bien la editorial Renacimiento en rescatar este trabajo- resulta extraño que en la bibliografía de José Olivio Jiménez que figura en la cubierta y en las páginas interiores se silencie la edición de Júcar- Hoy como ayer, puede iluminar, con idéntica fuerza, a los nuevos lectores de la obra de este poeta, al que, en este año de su centenario, algunos, sin miedo al ridículo, han querido empequeñecer. Arturo RAMONEDA L A poesía fue siempre para Vicente Aleixandre, igual que para todo gran escritor, una fuente de conocimiento y de verdad. Lo mismo que en un popular aforismo de José Bergamín, en el poema La oscuridad precisó: Conocer, penetrar, indagar; una pasión que dura lo que la vida Desde sus comienzos, las palabras, las imágenes y los ritmos se ponen al servicio de una suprema aspiración a penetrar en la realidad- interior, objetiva, vivida o imaginada- y, por consiguiente, a ahondar en todo aquello que da sentido a la vida- el amor, el consuelo, la esperanza y la justicia- Esto, además, va unido a una reflexión intuitiva y libre, en la que hasta cabe la contradicción, acerca del problema mismo del conocimiento, de las vías de su adquisición y de la validez de sus conquistas. En una benemérita colección de la editorial Júcar, Los poetas que dirigió Manuel Aragón, dio a conocer José Olivio Jiménez en 1982 un ensayo de significativo título, Vicente Aleixandre. Una aventura hacia el conocimiento, en el que, de forma diacrónica, ponía de relieve, sin abusar de las exégesis filosóficas, cómo este poeta, siempre con los me- Boisfflo Darío O los senderos del Modernismo Rubén Darío. España contemporánea Prólogo de Sergio Ramírez. Epílogo de Miguel García- Posada. Alfaguara. Madrid, 1998. 400 páginas, 975 pesetas. A LFAGUARA Bolsillo, con la reciente presentación de la Biblioteca del 98 (Un fin de siglo) se suma a la conmemoración de la efeméride del 98. La colección, de la que han aparecido cinco volúmenes, tiene una atractiva presentación y pone al alcance del público lector una serie de textos no siempre de fácil acceso. Es el caso del libro que nos ocupa: España contemporánea de Rubén Darío. Igual que sucediera con la problemática celebración del 92, nuestro fin de siglo hispánico ha previsto desde organismos públicos y privados distintas manifestaciones culturales en torno, en esta ocasión, al centenario del emblemático año de 1898. Traer a colación aquí estas fechas no es arbitrario; determinaron a fines del XIX- felizmente para la historia de la literatura española- la vinculación de Rubén Darío con la cultura y la sociedad españolas. Con motivo de los festejos del IV Centenario del Descubrimiento, Rubén Darío formó parte de la delegación nicaragüense enviada a España. En esta su primera visita, Darío entró en contacto con lo más granado de la intelectualidad oficial de la Restauración, en la que Castelar, en palabras del propio escritor, era la más alta figura de España y Campoamor era todavía un anciano muy animado y ocurrente Seis años después Darío se trasladará de nuevo a España como corresponsal del diario La nación de Buenos Aires, para escribir una serie de crónicas de actualidad sobre la sociedad española tras el desastre colonial. Recogidas en libro aparecerán bajo el título España contemporánea (París, 1901) El lector hallará en esta obra un vasto panorama de la España finisecular: la vida de Barcelona y Madrid, los teatros, la Semana Santa, los toros, las cos- tumbres sociales, los académicos... y, sobre todo, el arte y las letras. La visión de España que transmite Darío en sus crónicas es crepuscular. Testimonia la desaparición o decrepitud de las glorias intelectuales y el sentimiento de decadencia del sistema de la Restauración. Pero también se hace eco el autor de aquellos aspectos de la vida española que, como modernista, más le interesan y que apuntan a la regeneración de las costumbres y del arte: la vida dinámica y moderna de Barcelona y la actividad de la gente nueva que defiende un nuevo ideal artístico y social. El interés de España contemporánea, sin embargo, no debe medirse sólo por su valor documental, como retrato de una España doliente y humillada. Deberá repararse, ante todo, en su carácter ensayístico y modernista, patente en el sentido y la forma. Estos textos delatan los motivos esenciales de la estética modernista: el deseo de regeneración histórica, la liberación artística y la introspección neorromántica. No olvidemos que la máxima dariana mi literatura es mía en mí definirá el desarrollo de la literatura española moderna del siglo XX. En definitiva, crónicas escritas en una prosa motivada por la urgente necesidad de superar los moldes retóricos y trasnochados del lenguaje heredado. Raúl FERNÁNDEZ SÁNCHEZ- ALARCOS 5 de noviembre de 1998 26