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CULTURAL MADRID 05-11-1998 página 17
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CULTURAL MADRID 05-11-1998 página 17

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural Hughes respondió: Sí, dentro de cada creadcx hay una historia oculta, pero no siempre puede descifrarla y revelarla. Hablo de Sylvia Plath. Estuvimos juntos durante seis años y durante los primeros cinco estuvo sometida a una intolerable ccxnpulsión de escribir y no podía. Presa de una teirible vacuidad se sentaba ante su mesa y lloraba sobre la narración que se negaba a tomar forma. Intentando ayudarla, yo preparaba listas de temas, como un ejercicio de redacción escolar, y una vez que había escrito sobre los temas sugeridos, otras cosas quedaban en libertad: su novela The Bell Jar y los numerosos poemas de ArieL Toda su obra creativa cuenta una sola historia: su amor edípico hacia su padre, su compleja relación con su madre, su intento de icidio, la terapia de choque. La novela y los poemas, todos cuentan la misma historia, y nunca escribió nada acerca de ninguna otra cosa. Cualquier cosa que escribiera antes era una métatela de partes de esta historia. La fuerza de estos poemas reside en su capacidad de aferrarse a los sentimientos de una perscxia de ocho años, enx) ciones que estuvieron fermentando durante veinte. Y esa niña desnuda es lo que se encuentra en el fondo de todo esto la edad de treinta años, en el último de su vida, Sylvia Plath comenzó a escribir sus poemas de Ariel sobre la ira que sentía hacia los acemitecimientos de su niñez. Cada obra de arte surge de una herida que hay en e! alma de artista- dijo Hughes- Cuando una persona recibe una herida, su sistema inmunitario entra en acción y se produce el proceso de autocuración, mental y físico, Eí arte es un componente psicológico del sistema autoinmunitario que da expresión al pro. ceso de curación. Por eso nos hacen sentir bien las grandes obras de arte: Hay artistas que se concentran en la expresión del daño, la sangre, los huesos triturados, la explosión del dolor, para levantar y sacudir ai lector. Y hay otros que apenas mencionan las circunst icias de la herida; to que les preocupa es la curación, Sylvia tendía a centrarse en el dolor y rascaba la herida Le pregunté si el escribir tenía poderes de curación para el escritor. Creo que los tiene i j o- Durante algún tiempo los tuvo. Sobre cómo se relaciona eso con su acto final, no estoy seguro. Es una cosa totalmente diferente. Si Sylvia hubiera sido capaz de liberarse de aquella herida que la deshacía, podrfa haber cambiado, llevar una vida normal, incluso quizás podría haberse sentido lo suficientemente sana para dejar de escribir Nacida en Boston en 1932, Sylvia Piath era hija de un científico, el profesor Otto Plath, y de su esposa Aurelia. Creció en una atmósfera de enconada competición intelectual y de rigidez germánica- dijo Hughes- Sylvia era la esftjdiante perfecta, nunca se permitía mostrar descuido en ninguna esfera de actividad -Para ganar el amor de su padre, de 5 de floviembre de 1998 A niña escribía, pintaba, bailaba y tocaba el piano. Cuando Sylvia tenía ocho años, amputaron una pierna a su padre por causa de la diabetes. Murió al cabo de un mes, en gran parte porque se había negado a recibir tratamiento antes. La madre de Sylvia trabajó para mantener a la niña y a su hermano menor. Warren. La relación de amor- odio de Sylvia con su madre, su ira hacia el padre que la había abandonado y su añoranza de él la atormentaron toda su vida. En el verano de 1953 ingirió una enorme cantidad de pildoras somníferas, tras haberse escondido en el sótano de su casa familiar. Durante tres días estuvo en el sótano de la casa de su madre, en la oscuridad, semiconscienle, antes de que la encontraran por casualidad cuenta Hughes. Después, Sylvia Plath se sometió a un tratamiento de electroshock en un hospital psiquiátrico descrito en su novela The Bel! Jar, publicada en 1962 bajo e) seudónimo de Victoria Lucas, que soto ha vuelto a publicar después de su muerte con su nombre verdadero. Todo esto dejó estampado en su mente un peligroso legado que fue la raíz de todo lo demás. Interpretó su suicido frustrado como un intento de reunirse con su padre y le dio gran importancia Después de cuatro horas, cuando Hughes insistió en acompañóme a ía estación del mefro. se detuvo ante la pequeña Iglesia de Saint- George. Aquí es donde Sylvia y yo nos casinos el 16 de junio de 1956. Yo llevaba mi vieja chaqueta de pana negra y ella un vestido de punto rosa. Aparte de su madre, sólo estábamos nosotros dos; mis padres ni siquiera sabían que íbamos a casarnos. Después de leer las apasionadas osetas de Sylvia a su madre, Aurelia llegó alarmada desde Estados Unidos, aterrori zada al saber con qué salvaje se iba a casar su preck a hija L y ASARON una Isyga luna de miel en A España. Solían levantarse temprano e jr al mercado para comprar pescado y verduras, y luego se sentaban juntos y escribían. De España pasaron a Estados Unidos y estuvieron allí dos años. Ella pensaba hacer una carrera universitaria, académica, como su padres. Yo fui quien reconoció su talento literario y la presionó para que dejara ía enseñanza y se dedicara a la poesía. Una tarde, alguien nos ofreció un nombramiento universitario. Fue uno de esos momentos en los que se responde sf o no y que pueden cambiar toda una vida. Yo dije que no y volvimos a Inglaterra. Su vida en Inglaterra, el frío, lejos de sus amigos, no era de su gusto. Además de la soledad, era sensible a una determinada droga antidepresiva. Un doctor se la había prescrito después de que nos separamos y sólo empeoró las cosas, A veces se me ocurre pensar que si se hubiera quedado en su país de nacimiento no se habría suicidado Edqx) y la esfínge (1864) por Gustave Moreau. Ted Hughes adaptó el dedipus de Séneca- estrenado por Peter Brook en 1968- insistiendo asf, aunque de fónma oblicua, en la ot sesión central de su poesía la persistencia de la astucia animal en el interior de todos los conflictos humanos 17

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