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CULTURAL MADRID 05-11-1998 página 9
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CULTURAL MADRID 05-11-1998 página 9

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural Poesía Ensayo Al aire las raíces de certezas urgentes para todos, datan sus ediciones críticas y su estudio- recogido en el volumen II de estas Obras completas- sobre el Antonio Machado más maduro, el que no podía compartir la estética de los poetas de la República. De forma similar, Valverde prolonga sin embargo nunca se detuvo a poner en tela de juicio su propio empleo del lenguaje, la construcción del puente que da aquel salto de lo dicho a lo oído. Está clara la distancia establecida entre el fraseo elegante e iluminado de l- lombre de Dios y la contundencia cordial e incisiva de Ser de palabra, pero en ningún momento confía el autor a la autonomía del lenguaje poético- a su capacidad para deshacer y rehacer el puente del sentido- la responsabilidad de librar sus batallas ético- estéticas. En el volumen Interlocutores tenemos suficientes ejemplos- véanse los ensayos sobre T. S. Eliot, Joyce y Unamuno- de que esa actitud respondía a su predilección por lo que él llama ensayo en verso Es muy posible que, junto a su tarea de divulgación cultural- amplísima y digna de todo encomio- Valverde considerara su lírica como una rama más de ese tronco ávido de dar fruto inmediato con lá savia depurada de sus raíces originarias. No nos lamentemos de que no se transformara en un Max Jacob español fue un hombre de palabra convencido, sin embargo, de que todo el lenguaje está comprado por los amos Esa contradicción quizás delate a un poeta demasiado escéptico para confiar plenamente en la poesía y a un misionero demasiado poeta para limitarse a predicar. José María Valverde. Obras Completas. Vol. I: Poesía. Vol. II: Interlocutores Edición de David Medina. Coordinación de Rafael Argulioi. Trotta. Madrid, 1998. 440 y 788 páginas, respectivamente. Rústica: 3.000 pesetas y 5.500 pesetas. Tela: 4.500 y 7.000 pesetas. L A aparición de los dos primeros volúmenes de las obras completas de José María Valverde, uno con sus poemas y otro con sus ensayos más próximos a la poesía, nos brinda la ocasión de revisar aspectos básicos del desarrollo que ha seguido la lírica española de este siglo en uno de sus periodos más convulsos. Entre el principio Hombre de Dios, 1945) y el final Ser de palabra, 1976) de la dictadura franquista, la obra del que comenzó siendo considerado un joven prodigio (tenía diecinueve años cuando editó su primer libro) muestra tanto el perfil creciente de una personalidad apasionada como los desgarrones que debió sufrir su evolución. El autor de l- iombre de Dios fue saludado como un Claudel español por quienes intentaban rehacer un entorno lírico sostenible sobre ruinas culturales que no estaba permitido remover y era imposible disimular. Aceptado como el benjamín del grupo formado alrededor de Leopoldo Panero- Luis Rosales, Luis F. Vivanco, Dionisio Ridruejo- Valverde consolidó su posición con La espera (1949) Pero en Versos del domingo (1954) toma distancias de sus primeros poemarios, donde cualquier tema- la niñez, el amor, el paisaje- era tratado sub specie aeternitatis. El poeta que hablaba de su fe con ocasión o sin ella como manda san Pablo y como hacían aquellos otros poetas- que también estaban evolucionando a su manera- adopta un punto de vista menos timorato y se siente incómodo tocando, como él mismo dice, la campana gorda del nombre de Dios Por primera vez, el lenguaje en sí mismo se mezcla a los temas de un poeta que había dedicado a W. von Humbolt su tesis doctoral: Yo mismo llego a ser porque me digo y no me explico, y voy viviendo al hablar A partir de entonces, Valverde abandona el campo de los arraigados y saca al aire sus raíces sin miedo de que se sequen. Tanto Voces y acompañamientos para San Mateo (1959) como La conquista de este mundo (1960) dan cuenta de esa tarea reconductora de la propia voz, que ahora se desdobla fácilmente, cobra timbres desprejuiciados y asume la ironía como procedimiento de indagación y de autocrítica. Años inciertos (1970) es el libro central de la trayectoria que estamos observando. En él, Valverde se enfrenta, por un lado, a su pasada imagen de escritor protegido bajo la cúpula amortiguadora del catolicismo, y por otro, al entramado de poderes concretos y simbólicos que condicionan tanto la escritura como la religión. El autor era consciente de que en nuestro país la poesía se estaba librando de su costra social- realista para abrirse camino fuera de los rediles ideológicos. De los años setenta, llenos 5 de noviembre de 1998 la tradición de poesía crítica mientras los poetas jóvenes más lúcidos ponían en crisis toda tradición. Con Años inciertos, la lectura de hoy sitúa a Valverde en aquella encrucijada que reunió a lo largo de los años sesenta a los poetas del grupo de Barcelona: fuera ya de los excesos simplistas que prodigó la poesía social, pero muy dentro del frente que combatía con las mejores armas a quienes todavía creían tener secuestrada la cultura. Lo que distingue a Valverde de los componentes de aquel grupo- tan heterogéneo, por otra parte- es que sus armas dialécticas seguían siendo impulsadas por sus convicciones religiosas. Su fe no había hecho más que afianzarse con el compromiso temporal que adoptaba a la hora de escribir una poesía apoyada en el instruir deleitando pero cum grano salis y sin tomarse en serio Así nos encontramos en su última entrega el más alto grado de denuncia social- y de autodenuncia: véase Sobre mi imposibilidad de escribir una elegía madrileña -junto al prosaísmo más elaborado e irónico. Valverde era consciente de que no queda nada fuera del paso de la boca a los oídos y N el primero de estos dos volúmenes, titulado sólo Poesía, se incluye una muestra de las abundantes traducciones del autor- Hólderlin, Rilke, Eliot, etc. seleccionadas según los propios gustos de Valverde Pero resulta sorprendente que a la hora de editar íntegros sus primeros libros de versos no se señalen de ninguna forma los poemas que el autor rechazó reiteradamente en tres recopilaciones editadas por él, la última de las cuales, Poesías reunidas (1990) se introduce con una nota en la que leemos: bajo este título incluyo las poesías que sigo queriendo ofrecer al lector Quien no esté sobre aviso corre el riesgo de leer ahora al Valverde poeta al margen de su propio gusto Ese descuido y algún otro detalle discutible- supresión de párrafos, distribución de artículos, etc. -no restan interés a esta edición, sin duda, necesaria, de un poeta fundamentalmente religioso que llega a preguntarse: ¿Hablamos porque creemos o creemos porque hablamos de veras? Como experto en lenguas y en creencias, en arraigos y en desarraigos, Valverde responde: Hablar de veras es, sin querer, entrar en el más ancho juego, en la vasta armazón del habla con sus raíces oscuras y ajenas Pedro PROVENCIO E 9

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