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CULTURAL MADRID 10-07-1998 página 35
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CULTURAL MADRID 10-07-1998 página 35

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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10 dejuUodel 998 A B C de las artes LOS ULTIMISIMflS BEL RTE ESPAÍÜOL BUSCO EN EL BARROCO UNA CLAVE ACTUAL Centro de Recursos Culturales y en 1996 y 1997 colgó sus cuadros en la galería Egam de Madrid. Morales Elipe pinta sin descanso desde que estaba estudiando en la Facultad de Bellas Artes de Madrid- no he tenido períodos alejados de las artes plásticas -y siempre ha mantenido una relación constante con la pintura, aunque los últimos años de universitario se relacionó más con las tres dimensiones, con materiales que sin perder su dimensión visual estaban más cerca de la pintura. El año 1993 marca una fractura en su trabajo: Hasta ese año hago cuadros apegados a un punto de vista racional, frío. Sin embargo, a partir de ahí recupero una relación con la pintura en un punto de vista más específico y me interesan los planteamientos artísticos no sólo del arte de este siglo, sino de la pintura barroca española o la holandesa Pedro Morales mira hacia atrás para buscar en la pintura del XVI, XVII y XVIII un punto de vista actual, porque en estos siglos ha habido actitudes que hoy pueden ser repensadas y recuperadas Metódico y seguro de su trabajo. Morales Elipe prepara sus cuadros hasta que ve en ellos un rigor interno que le permita colgarlos. SIETE APUES 1 AS L P EDRO Morales Elipe (Membrilla, Ciudad Real, 1966) tiene un curriculum repleto de becas: la Residencia de Estudiantes (1991- 92) de la Fundación Cultural Castilla- La Mancha (1984- 85) de la UIMP (1988- 89) de la Universidad Hispanoamericana Santa María de la Rábida (1990) y ha participado en varios cursos y debates con el arte como fondo. Su primera individual se celebró en 1992, Interiores modernos en la Residencia de Estudiantes, de Madrid. Después pasó por el HAY MÁS NOMBRES PUTENTES EN ESCULTURA A creencia en un espíritu de la época, en el Zeitgeist de los románticos, quizá no sea más que una superstición. En cada tiempo viven muchos tiempos distintos y dentro de una misma generación hay mundos aparte. Pero sí se pueden buscar afinidades. Por ejemplo, se podría encontrar en algunos de estos artistas jóvenes una vena perversa. Javier Pérez (1968) explora las imágenes del cuerpo y sus metamorfosis, usando un atrezzo de inspiración sadomasoquista y unos materiales orgánicos no menos turbadores (insectos, crines de caballo, cuero, intestinos de animales... La pintura de Teresa Moro (1970) hecha de sutiles veladuras, está muy lejos de tales extremos; y, sin embargo, también ella trata del cuerpo y sus inquietantes transformaciones. En sus cuadros, sin figuras humanas, los vestidos o los muebles cobran una presencia humanoide; un botón acolchado sugiere un ombligo, una pareja de sillones I adopta el repertorio de posturas del Kamasutra El humor de su pintura nos resulta familiar: es el mismo con que los objetos se burlan de nosotros todos los días. Jóel Mestre (1966) puebla su mundo de chalets modernos y siluetas de árboles y figuritas de plástico: es un mundo de juguete bajo una luz irreal, crepuscular o de neón. Otra vez la ironía. Igual que podría hablarse de un uso irónico de la geometría en Manu Muniategiandikoetxea (1966) porque su rigor constructivo no sigue los viejos cánones de la abstracción, de las vanguardias históricas a las que alude a veces, sino los contornos de los objetos cotidianos, explotando las paradojas visuales de su geometría figurativa M ANU Muniategiandikoetxea nació en Bergara en 1966. Es licenciado en pintura y escultura por la Facultad de Bellas Artes de Bilbao (1985- 1990) Adolfo Schlosser, Hernández Pijoan, Espaliu, Partenheimer, Txomin Badiola y Pepe Albacete son algunos de los profesores que ha tenido este joven en Arteleku, una institución dentro de los centros de promoción del arte joven en el País Vasco. Su primera exposición, en 1991, se celebró en el Aula de Cultura de Bergara; las últimas en las galerías My Name s Lolita Art, de Madrid, y en DV, de San Sebastián. Manu Muniategi trabaja desde hace seis años en San Sebastián. No le va nada mal, dice, y de la pintura lleva viviendo los últimos tres años, aunque es casi imposible salir sin apoyos Desde pequeño, la pintura se respiraba en el ambiente de su pueblo y eso le marcó. No le faltan los proyectos y mira en el 99 a Valencia y Pamplona. Sigue queriendo salir y trabajar fuera de España, aunque se acercó a México y se dio cuenta de que fuera de la línea impuesta hay más cosas, todo un mundo al margen de lo establecido Su referente está en las tres dimensiones, desde los grandes nombres de la escultura vasca (y señala a Oteiza) hasta los nombres de la generación anterior- Badiola, Irazu o Bados- y también Juan Lisié, claro Se define Manu como un pintor de estructuras y de espacios que se alimenta ahora de Martin Kippenberger y que está muy al tanto de lo que se está haciendo en la Costa de Los Angeles, con Me Carty a la cabeza Y sobre la suerte de unos y la mala fortuna de otros artistas que rondan los 30, dice que no todos pueden estar en el escaparate a un tiempo. Lo que hoy sube, mañana baja Y termina diciendo que hay más gente potente en la escultura Cada vez que una generación vuelve a la pintura, renueva la ambigüedad del ilusionismo pictórico. Los tenebrosos paisajes y bodegones de Pedro Morales Elipe (1966) abundan en nubes, humo, plumas, pompas, cristal soplado: signos del aire y alegorías de la vanidad. Morales mira a la pintura española del Barroco, pero con una mirada moderna, fragmentaria, atenta a los márgenes. Mantiene su pintura en el equívoco: allí donde la pincelada ya sugiere nube o pluma y al mismto tiempo ostenta que es sólo eso, una pincelada. También Amaya Bozal (1972) sondea la ambigüedad eterna de la pintura, el vaivén del ojo entre la superficie de la tela y el horizonte figurado. Sus recientes paisajes venecianos nos ofrecen el mar y el cielo, la dársena y los muelles, pero ante todo nos ofrecen la propia pintura. En la tradición de un Nicolás de Staél y de un Hans Hofmann. Lo inquietante, la ironía, lo ambiguo de la pintura (y de la representación artística en general, contando los trabajos ya citados de Javier Pérez o los de Mayte Vieta, como su instalación La sonrisa innumerable de las olas del mar son preguntas compartidas a veces, pero lo que importa es lo singular de cada respuesta personal. Guillerino SOLANA 35 T

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