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CULTURAL MADRID 05-06-1998 página 45
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CULTURAL MADRID 05-06-1998 página 45

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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5 de junio de 1998 A B C de las artes ABOUITECTUBA FERNÁNDEZ- SHAW, UTÓPICO Y VISIONARIO Arquerías de los Nuevos Ministerios Paseo de la Castellana, 67 Hasta mediados de junio Madrid treinta Fernández- Shaw, en colaboración con los ingenieros de caminos construyó las presas y fábricas de electricidad de Alcalá del Río, El Carpió y Jándulo, cuyos volúmenes se integran peri ectamente en el paisaje de la campiña andaluza. Con su aire de castillos cristianos o musulmanes, son una muestra del conocimiento que Fernández- Shaw tenía del regionalismo arquitectónico. Partidario de los edificios y bloques verticales, por los mismos años construyó en artdecó con Pedro Muguruza el Teatro Coliseum en Madrid. Años más tarde, también en la Gran Vía madrileña, levantará la escueta y estilizada fachada del Banco Hispano de la Edificación, en el cual tenía su estudio. Junto a éstas y otras obras, a veces de un rigor loosiano como una vivienda en la calle Ofelia Nieto, hay que contar las casas de campo, de carácter vernáculo, como las Cabanas en Las Rozas o los pintorescos proyectos africanos de después de la guerra para el Protectorado de Marruecos. No hay que olvidar que FernándezShaw fue el fundador y director de la revista Cortijos y Rascacielos a la cual Oriol Bohigas, con sorna, calificó de publicación para señoritas y terratenientes Ecléctico que paradójicamente afirmaba que lo mejor para un edificio era la ausencia de estilo fue sin embargo un consumado estilista. Sus obras y proyectos son siempre inconfundibles. Con su proteica e inventiva personalidad no cesaba de imaginar nuevas formas geométricas y orgánicas. El huevo le obsesionaba lo mismo que los conos y los cuerpos con ángulos en quilla. Fernández- Shaw, que en un principio tenía vocación de ingeniero de minas, fue un arquitecto preocupado por la tecnología y las disquisiciones especulativas. Matemático y aficionado al ajedrez, era un místico apasionado por la simbología y el arte combinatorio. Por otra parte, hombre vital y deportista- fundó un club de natación- amaba el dinamismo de la- sociedad moderna. Su interés por los medios de locomoción, los automóviles y los aviones, le llevó a hacer que la arquitectura utilitaria tuviese las formas curvas y movidas de los vehículos terrestres, aéreos y marítimos. Capaz de imaginar con La Cierva un helipuerto en la plaza de Colón, fue el constructor de los primeros estudios cinematográficos en Alcalá de Henares, que en su opinión sería el Hollywood español. Soñador e Inquieto, en 1929 participó en el Concurso Internacional para el Faro de Colón en Santo Do- x mingo y más tarde en el rascacielos del Herald Tribune de Chicago. La exposición de las Arquerías, diseñada por los comisarios F. Fabrera Garrido y María Cristina García Diez, ambos arquitectos, nos muestra maquetas, dibujos, fotos y documentos originales de primera mano. Concebida de manera unitaria es capaz de dominar el aparente caos de una obra tan rica en facetas y metafóricas arquitecturas. El sueño del visionario se ve colmado. Las maquetas creadas por Fernández- Shaw son auténtl- -r cas esculturas. La del templo del Sumo Hacedor, en mármol tabertino pulido, la roja casa caracol, el edificio Bulbos para Castópolis, las Torres hiperboloides y las aspas eólicas son obras que atraen a todos los estetas. La foto gigante de los taludes curvos del Jándulo, al final de ia sala, dramatiza el espacio como si ésta fuese a ser inundada de repente por el torrente contenido por la presa. El visitante que a continuación contempla, en una sala aparte, el estudio reconstruido del arquitecto que, según sus palabras, fue hombre de mucha fe y entusiasmo ante su tablero de dibujo y su mesa de juego o damero, comprende el sentido de la lacónica frase que resume su vital quehacer: Todo lo que la arquitectura me ha dado me lo he gastado en la propia arquitectura Antonio BONET CORREA I NVENTOR y futurista, Casto Fernández- Shaw Iturralde (1896- 1978) fue un raro un arquitecto genial e innovador, muy difícil de clasificar dentro de los profesionales españoles de la primera mitad de nuestro siglo. Utopista y visionario, dejó volar su fantasía sin poner límites al arte del diseño. Pese a que en su haber Fernández- Shaw cuenta con un importante número de realizaciones, es un arquitecto que pasará a la historia sobre todo por lo extraordinario de sus proyectos de edificios y ciudades irrealizables por falta de promotores capaces de llevar a cabo tan imaginativas propuestas. Su estro, de brillante vanguardista, no le impedía concebir por igual un edificio racionalista, un monumento expresionista o con reminiscencias historicistas. Es sorprendente lo pluriforme de su inspiración. Su carrera, dividida en dos etapas cronológicas- la II República y la postguerra franquista- es, sin embargo, diacrónica, ya que en todo momento fue un arquitecto poseído del furor de la invención más atrevida. Discípulo de Antonio Palacio, con el que trabajó en el Círculo de Bellas Artes, admirador de Anasagasti y colaborador de los Otamendi en los edificios Titanio en Reina Victoria, Fernández- Shaw inició su andadura personal en 1927, con la emblemática gasolinera Porto Pi en la calle Alberto Aguilera. Esta estación de sevicio, demolida en 1977, reconstruida hace poco y ahora víctima de un edificio que la desfigura, está considerada como el primer manifiesto de la arquitectura racionalista madrileña. Su lenguaje formal, al igual que el de la gasolinera de Barajas, era ligero y dinámico. Ahora bien, no hay que olvidar que en los años Viviendas de la calle Menéndez Pelayo, 15, de Madrid 45

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