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CULTURAL MADRID 17-04-1998 página 42
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CULTURAL MADRID 17-04-1998 página 42

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de las artes 17 de abril de 1998 Nada más terminar la guerra, en 1940, Tomás Seral funda la librería Libros en Zaragoza, un refugio para soportar la posguerra. En 1945 abre la librería y galería de arte Clan en Madrid, en un momento donde el galerismo era inexistente. Nuestro crítico Julián Gallego, testigo de la creación de estos espacios ya históricos, reconstruye aquellos dos cenáculos TOMÁS SERAL madre de sus dos hijos. Allí éramos ¡empre bien recibidos, no se nos celaban las novedades recientes, a cuyos precios no nos aupábamos: era un lugar de descubrimientos literarios o plásticos y de amable acogida a los atacados por la pasión de leer. Tomás Seral en la vanguardia e Inocencio Ruiz en la retaguardia de sus libros usados desempeñaron en la desabrida ciudad conversa un papel de animadores permanentes. Fue un feliz y extraño lugar de la más acida vanguardia. Allí acudíamos con Juan Eduardo Cirlot, que repetía su servicio militar, Alfonso Buñuel y Juan Pérez Páramo, literatos y creadores plásticos, autores de diseños y collages estupendos, el pintor Mariano Gaspar, el musicólogo Eduardo Fauquié, la gran bailarina clásica María de Ávila, que se casaría con el ingeniero García Gil, la pianista Pilar Bayona, el erudito profesor Torralba, el ingenioso inventor Luis García Abñnes, el pintor Antonio Saura, los arquitectos Navarro Baldeweg o Santiago Lagunas, la pintora Menchu Gal, el poeta Ildefonso Manuel Gil y tantos otros... Tomás Seral no se cansaba de editar, de inventar, de viajar en busca de lo nuevo. En 1945, dejando Libros al cuidado de un pariente (que la aumentó con comercio de cuadros y estampas) pasó a Madrid, donde Inauguró en 1945, la librería- sala de exposiciones Clan en Arenal, 18, donde, hasta 1950, expuso obras de los más ilustres pintores y escultores (Corrales Egea pinta a modo de estupendo arco triunfal de paso de la tienda a la sala) y Librería Club que se desplaza a Espoz y Mina, 15, con una espléndida sección de libros de caza. En 1955 me lo encuentro en París, donde acababa de inaugurar la übraire Cairel en un céntrico pasaje del Boulevard de los Italianos. Allí expuso a Manolo Millares y a Nieva (y a Picasso) antes de que su nacionalidad española impidiera, según las leyes de Francia, el desarrollo de esa empresa... Y dejo en el tintero su copiosa obra de escritor y crítico. Como zaragozano, su minúsculo Libros abrió en mi ciudad natal un venero de inquietud que todavía no se ha cerrado. Julián GALLEGO L A lectura del excelente artículo de Mariano Navarro en el ABC Cultural de! pasado 13 de marzo y la recepción del no menos interesante catálogo de la exposición del Centro Cultural del Conde Duque, inaugurada tres días antes, dedicada a Tomás Serai y Casas: un galerista en la posguerra (que espero visitar en cuanto mi rodilla lo permita) incitan a dedicar a este importante personaje de la cultura zaragozana de la posguerra, luego transferido a Madrid, el cariñoso recuerdo a que obliga su talante abierto hacia lo joven, su laboriosidad sin aspavientos, el hondo sentido con que animó su ciudad natal, Za ragoza, en un momento de apatía y nostalgia. Tras la -mernos las heridas que la guerra civil había causado en nuestras familias y en nuestras vidas, apenas licenciado del servicio militar, fue para mí un aconte; cimiento gratísimo la apertura, en un M pequeño local de dos pisos, sito en el ú é número 2 de la zaragozana calle de Fuenclara (una casona que también albergó accidentalmente un cine con estrenos culturales) de la librería titulada, simplemente, Libros dedicada a la exposición y venta de libros raros, nuevos y viejos, sin olvidar algunos más, semiocultos en la trastienda, para evitar los rigores de la censura, en ese momento muy desconfiada de todo lo que oliera a letra de Retrato de Tomás Seral por Manuel Bayo imprenta. El local, reducido, aunque de dos pisos, fue acertadamente dispuesto y decorado por el arquitecto José de Yarza y, dentro de su penes para García Lorca, a la sazón prohiquenez, desempeñaba una labor cultural bido) y otros artistas, como Ricardo Bainapreciable en aquellos años de escaseroja, Menchu Gal, Baque Ximénez- que ces. En tan reducido local cabía encontrar desgraciadamente murió la pasada selibros ignorados en almacenes más aparamana- que venían a remover el ambiente tosos, ediciones de bibliófilo o de curioso, de la ciudad, adormecido por la guerra ejemplares de revistas literarias, obras fadesde la ya lejana inauguración del Rincón mosas de la literatura reciente mal vistas de Goya, luego transformado en residenpor la censura, y libros ilustrados o de vicia de juventudes femeninas. ñetas. Sita en un lugar céntrico y discreto Libros se convirtió, desde el primer de la ciudad, Libros se convirtió en visita momento, en un escape prestigioso y casi obligada de los aficionados a la literatura. desconocido en la ciudad de la posguerra. Al mismo tiempo, en la sala superior del Era casi obligado pasar varias veces a la reducido piso alto, se inauguraba una sala semana (en ocasiones a diario) para ver de exposiciones, con la de Ángel Antonio qué novedades podía ofrecer o reservar Mingóte, seguida por las de artistas locaSeral, muy bien secundado por Gloria les como Pilar Aranda, Alberto Duce, el firAranda, consejera más que dependiente, a mante de este artículo (que tuvo la osadía la que llamábamos La Señorita Libros de exponer, entre otros dibujos, ilustradohasta que se convirtió en señora de Seral y J 42

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