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CULTURAL MADRID 20-03-1998 página 13
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CULTURAL MADRID 20-03-1998 página 13

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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20 de marzo de 1998 ABC literario a 98 ESENCIAL A la derecha, el escritor en el despacho de la calle de Mendizábal el año que publicó su obra Paradox, rey Debajo, con Azorín a la entrada del Colegio Español de París ción y a la vez por la erudición histórica- Juan Van Halen El Cura Santa Cruz y nostálgico a su manera de un pasado mejor: El caballero de Erlaiz (1941) Extraño Baroja que sale indemne a pesar de todo de la tormenta de la época y además de escribir de lo que ha tenido al alcance de la vista, escribe de un mundo desaparecido para siempre, lejano y libresco, el XVIII. Curioso de la vida marginal, de la gente del hampa o de la pobreza más descarnada en la época de los comienzos de siglo, después de la pérdida de las últimas colonias, escribe (y describe de manera descarnada) la trilogía de La lucha por la vida La Busca Mala Hierba y Aurora Roja y cuando se hace cronista puntual de su tiempo, del tiempo de la Segunda República, casi reportero en La familia de Errotacho nAROJA y sus escenarios. Hay que buscarlos, descubrirlos, recorrerlos en la minucia del papel porque en muchos momentos son auténticos paisajes del alma B. Hombre inquieto, lanzado en pos de un ideal de vida, de una verdad, incómodo consigo mismo- Camino de Perfección -y con el medio social y político que le había tocado vivir- las citas de las páginas precisas donde se burla o abomina de la Generación del 98 dan para otro artículo- no se ahorra críticas vivas, aceradas, pero clama por la ataraxia al final de Las horas solitarias y escribe con intención de poner orden en su espíritu inquieto, ese boceto de autobiografía, Juventud, egolatría que entusiasmó a H. L. Mencken, su editor americano de 1920. Estos dos son libros importantes y están escritos en Itzea, la casa que compró en 1912, en Vera de Bidasoa, y que da pie a una de las muchas canalladas que le cayeron encima durante la guerra civil: iba a perder su biblioteca, Iztea y la vida, lo que más amaba. Era cosa de risa. Y Baroja escribió en contra de que el dolor del prójimo fuera cosa de risa. En esa casa, que es una obra de arte, están fechadas muchas de sus obras. conocidos: La casa de Aizgorri El Mayorazgo de Labraz La leyenda de Jaun de Álzate y cuyas aspiraciones políticas nacionalistas, bizkaitarras no duda en vapulear en un panfleto soberbio: Momentum Catastroficum (1918) Las aproximaciones a su obra y a su personalidad son constantes; Baroja, cuarenta años después de muerto y con una obra supuestamente anclada en el mundo y la mentalidad anterior a la guerra civil, sigue, cosa curiosa, despertando interés y apasionamiento, se le hacen reproches y juicios sumarísimos como si estuviera vivo, suscita burlas analfabetas- a veces su conocimiento no pasa de ahí, del mal chiste- entusiasmos partidistas y enconos varios, desprecios y lecturas sosegadas, secretas, las de los barojianos que no andan ni a la husma ni a la greña. Es precisamente su independencia, decidida, instintiva, contagiosa, su manera de ir a contrapelo, en la dirección contraria, como se muestra en Ayer y Hoy (1939) por ejemplo, muy poco oportunista por cierto, lo que hace que siga teniendo lectores... barojianos. C E íiá. -iSli. f. i.l V... Emest Hemingway visita a Baroja en 1956, pocos días antes de que éste falleciera SA casa y el país en el que tiene sus cimientos es fundamental para entender cabalmente la vida, la obra y la mentalidad de don Ro: la casa que es un mundo, una manera muy precisa de vivir en él, un país cuyo paisaje describió con una asombrosa fortuna- como paisajistas: don Pío y Josep Pía- su historia, su afición a la bandería y a la violencia, su lengua, sus canciones, y sus personajes singulares al margen de todo y con todos enfrentados; los mismos que protagonizan muchos lances de sus novelas. Una tierra amada con pasión que le sln e de escenario, y de algo más que de escenario, para algunos de sus títulos más ONTRADICTORIO, arbitrario qué duda cabe, franco y sincero también, a pesar de los pesares, con riesgo y poco sentido del oportunismo social y político, libre, antidogmático y poco convencional, que usaba en cambio de prejuicios, curioso de las cosas del tiempo y de las cosas del mundo en torno, sedentario y vagabundo, hombre de acción y contemplativo agitado por emociones intensas, hombre de Interior y de exterior, apasionado por una vida que mereciera la pena, despectivo y tierno, sentimental, iracundo y justiciero- aquella escena sobrecogedora de la mujer castigada en el hospital donde hacía sus prácticas de médico: curioso médico que escribe su tesis doctoral sobre el dolor y quisiera espantario a zurriagazos- soñador y decepcionado, irremediablemente atractivo en su recorrido vital, en la pluralidad de sus mundos y sus personajes, en las páginas de la literatura que le sobreviven. ¡Todos leen a Pío Baroja! tituló en 1975 don Julio Caro Baroja un hermoso cartel en el que se ve a don Ro sentado a su mesa escribiendo y por el aire vuelan barcos, niños, sirenas, golfos, espadones, embozados conspiradores, bellas y beatas, cariistones, aldeanos, jóvenes y viejos, risueños y tristes, de ese y de otro tiempo, sus personajes, sus lectores. Miguel SÁNCHEZ- OSTIZ 13

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