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CULTURAL MADRID 20-03-1998 página 5
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CULTURAL MADRID 20-03-1998 página 5

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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f rlmepa nalalira P DEESPHNA ARA. mí, no hay duda: el 98 en su dobie sentido de Desastre y Generación fue la iniciación del impulso modemizador de la vida española que, en el ordaí científico habíai comenzado los miembros de la generación que yo he propuesto llamar del 80 Sus mianbros fueron los iniciadores del cultivo original y creador de la ciencia española; un grupo de españoles que, solitariamente, cada uno por éu cuenta, y sin ayuda de nadie, iniciaron ¡a europeización de España en sentido científico. Citaré unos cuantos: Ramón y Cajal, Menéndez P ayo, el ingeniero Torres Quevedo, los historiadores HHno osa y Aitamira, el arabista Púbera, losmédicos investigadores Alejandro San Martín, Gómez Ocaia y Otóriz, el poiifacético Turró, el tMCteriólogo Fierran, varios más. Desde el punto de vista científico, a modemizadón y europeización de España comienza, pues, a n t del debatido 1898. Comienza en tomo a 1880, cuando, mientras buena parte de la sociedad birguesa. españda dfefrutaba aleg- nente de la paz inta ipr establecida por la Restauración, un grupo deoientíftcos pasaba de hablar de ta ciencia- caá siempre importada y con retraso- a ha- cer- oiericta, egregiamente en algunos casos, como el de Cajal, más modestamente en otros. Me comfáace Ivar de! olvido a esa generación de 1 0 cuya valía, en el orden cienfifico, no desmerece mtB la peculiar de ta gsiafación del 98. Ésta quedó constituida, como es sabido, con una generación de españoles descontentos del présbite de E a preocupados por su liituro y sjtí cada uno a su modo, efe una genial obra persoial litergaia Yo no fa veo como generación rrteraria, en consecuencia, siró pmcedente de una honda preocupación por la reaBdad española, -que comienza con una crítica dura, a veces feroz, pero no excluyente, d amor, y, tras Ja sensación de fracaso consecutiva a este empeño crítico- fracaso que tan desoiadamente descrtoirá, por todos sus o m p a fieros, Antonio Machado en su poema Á una Esparía joven íx n matices personales distintió, a la vez que coincídentes, termina n á hermoso ensuefío de una España integrada por la transfiguración de su tierra en paisaje y la ilusiái de m pasado histórico de un modo de ser de sus hombres y de un futuro acorde con las mejores posibllíctedes de los españoles. Muchas vec s he escrito que sobre, bajo, por, contra la gaieración del 98 han hablado o esaiío casi todos fos que en España han movfcio pluma literaria o poftica, y las apreciaciones conceptuales; o históricas en su tratamiento d tema han sido con frecuencia diversas e incluso divergentes, y muy pocas veces para mí satisfactorias. La habitual tosquedad del empeño ha pretendido reducir el problema de la generación del 98 al caduco e insoportable pleito entre derechas e izquierdas. Los de fa derecha han tildado a los hombres del 98 de europeizantes, antiespañoles y pesimistas. Los conspicuos de la izquierda han vituperado su individual rebeldía a la ideología republicana y su escepticismo respecto del pari nentarismo. Los ha habido que han preferido ihst arse en una torre individual para desde ella disparar sus objetivos. Nadie ha negado a este grupo, sin embargo, dos cosas: una egregia calidad literaria y una considerable influencia en el modo de ver a España y de escribir el castellano. En consecuencia, me afrevo. a ordenar la historia de la modernización intelectual literaria y sentimental de España a partir del Sexenio 1869- 1875, como la acción sucesiva de cuatro generaciones intelectuales; la de 1880 o del 80 fundamentalmente integrada por los hohnbres de ciencia en ct a virtud se pasa en España de, como antes indiqué, hablar de la ciencia a hacer cienda la de, 1898 o del 98 no entendida como gen aclón literaria, sino como conjunto de españoles hondamente preocupados por ta realidad de Esp a, la crítica de su presente y la ensoñación de un hermoso futuro; la de 1914 o del 14 a cuya cabeza es obligación citar el nombre de Ortega y la influencia refofmadora de la Institución Ubre de Enseñanza, ehsu p odo de influencia en la vida pública española, y la obra espléndida de la Junta para Ampliación, de Estudios; la de 1927 o del 27 no entendida solamente como el egregio conjunto de poetas ahupados bajo esa denominación, sino como el conjunto de intelectuales que, dando por buena y aun por óptima la crítica de los hombres del 98 y por más que aceptable el proyecto y la obra de la generación del 14, en las más dive as dis linas enriquecen ta cultura intelectual y las letras españolas. Puede decirse que en 1935 la cultura española se hallaba en trance de llegar al más alto nivel de su historia, adecuado a las expendas del siglo XX. A continuación, lo que bien. recuerdan todos los españdes que hoy han rebasado la juventud: la división de los españoles, el hom ble drama de la gu ra civil y ios 40 años en que tos vencedores en ella trataron de impedir la existenda y el desarrollo de lo que hasta entonces- se había hecho. Lo cual, como Julián Marías mostró en su artículo La vegetación del páramo no impidió qim, pese a todo, siguiese existiendo en España una cultura herida, desde luego, pero como dina Ortega, a la altura del tiempo. Pedro LAIN ENTRALGO de la Real Academia Española

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