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CULTURAL MADRID 06-03-1998 página 36
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CULTURAL MADRID 06-03-1998 página 36

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de las artes 6 de marzo de 1998 -m E Sin título, de 1998. Instalación RAFAEL AMÉZAGA Galería Espalter Marqués de Cubas, 23. Madrid Hasta el 24 de marzo De 400.000 a 1.500.000 pesetas pinturas concretas, siempre vencidas del lado expresionista sin serles ajeno un humorismo de trazo grueso más próximo. En vida de Amézaga, todos sus cuadros tenían títulos que ayudaban a la compresión mordaz y sarcástica de lo que quería decir su mensaje último. En esta oportunidad, la titulación es prácticamente inexistente, por lo que este comentario se deslizará por las descripciones iconográficas para que los lectores puedan descifrar la categoría de cada cuadro. La irracionalidad preside estas composiciones, ya que el disparate de la fusión de motivos antagónicos ha sido una permanente característica de las obras del artista madrileño, que tiene argumentos psicoanalíticos en varias de sus pinturas, como la que plasma a un toro embravecido que camina hacia unos pechos desnudos de mujer, dándole así una nueva vuelta de tuerca a la mitología. Se nota, también, un aire de delirio en un puñado de estos cuadros, que hacen protagonista a una fauna de hombres, mujeres y animales, en los que el erotismo es presencia constante. Sus calaveras jugando al ajedrez recuerdan a las de Paul Delvaux, sin embargo, a mi juicio, su trabajo mejor es Crucifixión con la proyección de un Cristo fieramente humano, como hubiera dicho Blas de Otero. Carlos GARCÍA- OSUNA BURR, PARA INICIADOS Galería Marta Cervera Plaza de las Salesas, 2 Hasta el 15 de marzo De 300.000 a 1.150.000 pesetas A de Tom Burr es una de las exposiciones más extrañas que me lia tocado en suerte contemplar. Extraña hasta el punto de que- como a otros visitantes- cupo hasta el último momento la duda de si no me habría equivocado de lugar. Y una vez seguro del acierto, aún deambulé por las dos pequeñas salas preguntándome dónde y por qué, cómo y en qué sentido se situaba y operaba la obra de este neoyorquino de treinta y cinco años. Extremando la perspicacia llegué a la conclusión de que ésta consistía en una colección de libros en dos estanterías, y de una serie de cajones de madera, altos y estrechos, distribuidos por la galería y convertidos en su mayoría en jardineras. Los libros eran ediciones de los años cincuenta, en inglés, de textos de medicina y, salvo por lo incongruente de su presencia, nada indicaba su carácter artístico. Entre ambos cuerpos de librería había colgada una fotografía del Museo Reina Sofía. Las plantas eran variedades de las que suele haber en los jardines madrileños, y entre sus tallos surgían carteles con lo que sin duda era la clave de todo aquello. Se trataba de textos en inglés y espanoí con encabezamientos de este tipo: Los límites del cuidado Doctor, hágame hermoso Bajo el epígrafe Casos de psicología 36 clínica anormal había un texto tomado de la guía del museo acerca del arte minimalista que nos proporcionaba una cierta información acerca de lo que veíamos. Efectivamente, la exposición de Tom Burr utiliza un lenguaje típico del minimalismo, pero con una sintaxis distinta. La falta de argumentos o mensajes se convierte en este caso en un contenido que intenta obstinadamente expresarse. El conjunto es pues una especie de dispositivo lingüístico, trenzado de alusiones, que emplea códigos muy diferentes entre sí para establecer paralelismos entre el urbanismo y el cuerpo humano, entre la cultura y la medicina. El discurso médico y el discurso estético encuentran un terreno común en la jardinería. Supongo que hay infinidad de matices que nos pasarán desapercibidos. Por ejemplo, la selección de libros- según leo en una nota de prensa- representa la incorporación, junto con la biología y la anatomía, de la psicología y la psiquiatría en el discurso de la medicina general a lo largo del siglo. Probablemente la selección de plantas responda también a claves muy concretas. Esta es una exposición ejemplar de un tipo de arte para el que nadie, salvo los especialistas, está preparado. Y al decir preparado no me refiero a capacitado para entenderlo, sino dispuesto a tomarse la molestia de hacerlo. Absténganse ios que les gusta ver cuadros para comprobar lo parecidos que son a la realidad. José María PARREÑO STA exposición es la primera que se celebra tras la muerte de Rafael Amézaga (Madrid, 1928- 1997) un pintor con un universo a caballo entre lo quevedesco y El Bosco, una suma de realismo mágico, fantástico y burlesco, lleno de connotaciones infantiles, con personajes irreales que pueblan talleres surreales, alcobas de brujas, carnavales. Su pintura, muy matérica en su conjunto, destaca por la estructuración casi gótica de figuras y paisajes, primando el concepto de gran calado literario sobre la geometría en la reconstrucción del espacio. La muestra actual exhibe una veintena de pinturas de su última época, aunque un mundo tan personal no distingue etapas sino L Esta exposición, que reúne una veintena de pinturas de la última etapa de Amézaga, refleja el universo de un pintor a caballo entre lo quevedesco y El Bosco YOLANDA GUTIÉRREZ Instituto de México Carrera de San Jerónimo, 46 Hasta el 13 de marzo Madríid en coronas de espinas, en relicarios de una naturaleza santificada o en conductos de una imposible destilería vegetal. La artista sustenta su obra en ideas de la cosmogonía prehispánica, en la que la vida animal, vegetal y humana no estaban diferenciadas. Esa armonía legendaria, tercamente rota por nuestra civilización, es la que trata de evocarse metafóricamente: las espinas vegetales se organizan en animales, la tripa de cerdo acaba por ser burbujas de una lluvia amarga y mortal. Son obras, en todo caso, tentativas que no acaban de ser todo lo rotundas que cabría. Piezas de Schlósser o de Eugenio Marchesi, en nuestro país, han explorado con mejor fortuna un territorio similar. -J M. P. obra de Yolanda L A (México, 1970) estáGutiérrez determinada por una evidente preocupación ecológica. Ha elegido para plasmarla toda una serie de elementos naturales normalmente despreciados, con los que crea objetos sorprendentemente bellos y misteriosos. Espinas de Maguey, destinos de cerdo, esponjas, plumas o corteza, materiales todos procedentes de un ámbito característicamente centroamericano, juegan sin embargo a equivocarnos. Gutiérrez los convierte

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