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CULTURAL MADRID 06-03-1998 página 35
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CULTURAL MADRID 06-03-1998 página 35

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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6 de marzo de 1998 A B C de las artes cia, empezó en los años cuarenta su aprendizaje, dibujando, garabateando, trabajando papeles, cartones y materiales de desecho, buscando un lenguaje propio que le permitiera expresar una visión de la realidad alejada de los tradicionales simbolismos idealistas. Primero, a través de los autorretratos, después a través de lo mágico y lo onírico y, finalmente, mediante el grattage y la incorporación de todo tipo de cartones. El mismo Tapies decidió hacer tabula rasa y comenzar una escritura que asocia el automatismo y el gesto para, a través de un particular código iconográfico, trabajar sobre el papel y el cartón como si de una piel se tratara. Una manera de hacer que da pie al acertado título que ha dado a la exposición su comisario y también director de la Fundación Antoni Tapies, Manuel J. Borja- Villel. Una propuesta que sostiene y prueba palmariamente una tesis: que el dibujo está en el principio y al final de la obra tapiana. Y no sólo esto, sino que además evidencia que el dibujo es el fundamento de su pintura. Y aún, arriesgándose un poco más, podemos concluir que lo que conocemos como obra pictórica de Tapies obedece a los mismos principios estéticos y a los mismos impulsos sensibles e intelectuales de aquello que elabora, trabaja y piensa sobre el papel. Todo en él es escritura, inscripción, tatuaje sobre la piel, -un medio para provocar vivencias y apelar a su propia intimidad y a la del espectador. Sus primeras obras fueron especialmente dibujos y cartones con los que trataba de alejarse de los primores de la técnica pictórica y buscaba, como, más tarde hizo con el polvo de mármol, una aproximación a la realidad a través de la materia consciente de que el dibujo (sus trazos, hendiduras y huellas) y sus soportes son inseparables. He trabajado siempre- nos dice- creyendo en una interconexión total entre el dibujo, el collage la pintura, etcétera, y he procurado cruzar continuamente las fronteras y categorías establecidas de antemano Y efectivamente, en los dibujos de los años cuarenta, los últimos cartones de los noventa y la obra realizada sobre lienzo con pintura o polvo de mármol, encontramos, sin solución de continuidad y sin distingos cualitativos, la misma intensidad, los mismos mensajes y las mismas obsesiones, siempre expresadas con escrituras comunes, la fuerza escrutadora de los ojos, la obsesiva presencia del sexo, la angustiada expresividad de los miembros corporales, particularmente las manos y las piernas; el valor simbólico de los excrementos, las manifestaciones de dolor, de placer... que aparecen una y otra vez como surgiendo de la pasta de papel y las texturas de la celulosa, que curiosamente y como su filosofía pictórica, proceden de Oriente. Una exposición en la que no se oculta nada, al contrario: que muestra con toda su fuerza esa tensión dialéctica entre lo bello y lo siniestro, lo más visceral de la obra de Tapies, lo que pudiera parecer más heterodoxo, más transgresor e íntimo y de la que podemos destacar como ejemplo la Serie Teresa de 1966, digna de una Suite Vollarad picassiana, o de la Serie Barcelona mironiana. Un Tapies potente, sin reparos, que de forma serial nos demuestra lo visual, lo táctil y lo sensorial de la existencia y que, acumulando fragmentos, construye una cosmovisión pungente y que demuestra que más allá de la estética está la capacidad de provocar vivencias. Daniel GIRALT- MIRACLE 35 Papers suspesos de 1970 X PINTADO EN LA PIEL Fundación Tapies Aragó, 225 Hasta el 3 de mayo Barcelona C ONOZCO a Tapies desde los años cincuenta. En el taller de mi padre se imprimió el catálogo de su primera exposición parisiense. He podido visitar sus principales exposiciones, tengo el privilegio de frecuentar su estudio y dispongo de gran parte de su bibliografía, por ello puedo afirmar que en pocas ocasiones he visto una exposición como ésta, tan completa y tan bien articulada, que nos permite una aproximación técnica y conceptual a lo más profundo de su obra. Antoni Tapies, el tatuaje y el cuerpo. Papeles, cartones y collages nos ofrece la oportunidad de seguir cincuenta años de la trayectoria del pintor a través de un total de 250 obras trabajadas fundamentalmente con lo que el artista denomina dibujo que emplea como soporte el cartón o el papel. Si tradicionalmente los usos y costumbres del mundo del arte y, sobre todo, el mercado del arte, tian otorgado a la obra dibujada un rango menor o la han entendido como un proceso auxiliar de la obra mayor que es la pintura, en el caso de Tapies estos valores se invierten diametralmente. Su pintura no procede de un oficio o de una academia, y nunca se ha interesado por el remplissage ni el achevé que acabaron asfixiando la dimensión libre y creativa de la pintura. Y es que en el fondo, la suya es una obra que reacciona contra la pintura de la pincelada. Para superar una larga convalecen-

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