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CULTURAL MADRID 27-02-1998 página 44
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CULTURAL MADRID 27-02-1998 página 44

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de la música 27 de febrero de 1998 AUDITIÍRIO NAGIONAL DE VIVA VOZ CTTl E L Auditorio de Madrid w e desde hace meses momentos difícües. Isabel Vázquez lo viene gobernando con mano férrea, con nrtós sentido de la economía que de servicio a ia causa de la música. Por ello se han producido con tecuencia situaciones poco recomendables con organizadores, artistas y público. Los orgstfiizadores son los clientes del Auditorio. Cualquier empresa mima a sus dientes, pero los organizadores se quejan confrecuenciade lo difícil que es introducir cualquier actividad complementaria en sus dependencias. Et público que acude a éi y que conoce otros auditorios extranjeros sabe que no se ofrecen tos mismos servicios que en aquellos. la lista de artistas que han tenido problemas en él es amplía, desde Zlmmerman a Alicia de Larocha, Por hiíninKjs detalles o por otros grandes como apagarles la luz en pleno ensayo tras haber agotado su tiempo. El público no es ajeno a dificultades similares como la imposibilidad de salir del Auditorio una vez que se ha entrado en él. Así algunos no pudieron leer los programas de rnano por háserse deiado las gafas en é aparcamiento y no poder regresar. Buena parte de estos problemas tienen su causa en la ONE, que tiene su sede en el edificio y prioridad en todo. La poca disponibilidad de tienhpo para ens os de terceros resulta el problema principal. Isabel Vázquez se encuentra atada en muchos sentidos y sus funciones y responsabilidades no están claras para muchos. El INAEM ha puesto en solfa varios contratos del ya de por sí reducido personal que trab a en el ditorio. Se han rescindido o no prorrogado y él asunto ha llegado ai Juzgado de lo Social. Pa- rece que éstos eran discutibles, con salarios muy altos y que había gente con contratos de obra cuyas fiaiciónes eran a todas luces las de empleados flos y necesarios. Todo ello lleva a una situación caótica para q u i tiene que tratar con ei Auditorio. Ya nos hemos habituado a sus contestadores porque no hay personal suficiente para trabajar y atender. Se dice que la dirección del INAEM quiere agotar a Vázquez. Mal camino, se confía o no, pero no es de recibo nombrar a alguien y llenarie después et camino de piedras. Los altos cargos públicos están pera diseñar estrategias y fijar objetivos, no para gestionar el día a día. A los responsables de tos centros han de fijárseles- ios márgenes de actuación, delegarles autoridad para dirigir y juzgaries por sus resultados. Pero difícilmente se puede exigir sí nó se tienen claras estrategias- y objetivos. Los tiempos del parcheo han prescrito. Ahora se necesita gente con ideas, proyectos y capacidad de entrega. Gonzalo ALONSO m i OE MOMPOO ADORO LA SIMPLICIOAD rann TI E L pianista británico Stephen Hough es una de las figuras más respetadas por su labor en la recuperación del repertorio post- romántico gracias a una técnica apabullante, con un destacado curriculum que le ha llevado a colaborar con las mejores orquestas del mundo. Sus versiones de los Concieri: os de Mediner, Sauer y Scharwenka obtenían el premio Gramophone uno de los galardones de mayor prestigio del mundo clásico. Después de haber realizado por todo el país una amplia gira el pasado mes de enero con la Orquesta de Cámara de Israel, desde hoy hasta el domingo participará como solista invitado de la temporada de la Orquesta Ciudad de Barcelona. -Usted es uno de los pocos artistas de prestigio internacional que han abordado en un disco la obra de Mompou. -La música de Mompou me interesó desde siempre. Creo que es una obra honesta. Adoro su simplicidad. Recientemente, en un programa de radio inglés, un fragmento fue el más votado por los oyentes, lo que habla de su universalidad. Me gustaría grabar más música española en el futuro, sobre todo de Albéniz. ¿Por qué el repertorio que usted ha recuperado se abandonó radicalmente? -Hubo una época en la que todo lo que oliera a ultrarromanticismo no gustaba. A finales de los setenta y durante los ochenta se vivió una etapa muy extraña en el mundo del piano. Fue la época de las ediciones críticas, la obsesión por llegar a la última intención del compositor, sin ningún tipo de libertad, llegando a interpretaciones sin vida, totalmente frías. -Se suceden momentos apolíneos a los dionisíacos. -Hay épocas en las que prima la arquitectura y en las que interesa sobre todo la decoración. Por ejemplo en el e y fe clasicismo la arquitectura, a partir de la forma sonata, es la columna vertebral de la creación. Pero en otros momentos la decoración se convierte en una referencia y si se aplican estrictos criterios formales se acaba hundiendo al autor. En pianistas como Arrau, Kempff o el mismo Brendel el aspecto decorativo se pierde, porque sólo les interesa la forma. Sin embargo olvidamos que el romanticismo implicó el culto al piano como instrumento, con todas sus posibilidades tímbricas y decorativas, del mismo modo que, salvando las distancia, había pasado con el barroco. -La renovación del repertorio ha ampliado las perspectivas. -Sin duda. La aportación musical del ser humano es demasiado rica para que todos no tengamos que hacer lo mismo. Sería malo porque lo convertiríamos en aburrido, en rutinario. ¿Por qué no explorar cada período? fvlompou no es un gran sinfonista pero su obra también llega. Apostó por la variedad y por quitamos esa cara de seriedad que tiene el mundo clásico. ¿Qué parte de creación le corresponde al intérprete? -L s obras hay que tocarlas con la mentalidad con que fueron escritas. Hay autores que fueron muy puntillosos, que señalaron todo en la partitura, lo mismo que han hecho recientemente Boulez o Mes- siaen. Otros, sin embargo, se niegan a deducir lo que no está. En esto, a veces, somos más papistas que el Papa y pecamos de una cierta timidez. Oyendo a ciertos compositores de los que se ha conservado algún testimonio, su libertad de enfoque es absoluta. ¿Cuál es el papel que usted le concede en la renovación del repertorio al disco? -El disco ha democratizado la música más que nada y la ha hecho accesible. En una época el disco era un sucedáneo del concierto, pero ahora es casi al revés. Cada cosa tiene su lugar. Mompou, por ejemplo, no me parece un autor apropiado para el gran teatro, pero es de una extraordinaria eficacia en la intimidad y el disco la facilita. El problema del disco es que ahora se graba demasiado. Llega un momento en que para los intérpretes se convierte en una obsesión por llenar un catálogo. Lo que no conduce a nada. -El disco también condiciona la recepción de la música en directo. -Creo que es malo tener los oídos sólo llenos de discos. Algo tan maravilloso se convierte en rutinario y el oído se vuelve insensible. Ya no escuchamos. Como mucho, se oye. Todo lo que está demasiado presente, corre el riesgo de perder interés. ¿Cree que prima el espectáculo por encima del arte? -Yo creo que el crítico Norman Lebrecht, en su libro When the muslo stops tiene cierta razón cuando lo denuncia. Hay una obsesión por llenar las salas de cualquier manera, y eso es muy peligroso. El dinero público debe ser muy cuidadoso a lá hora de realizar inversiones. Hay caches que se aproximan a lo inmoral, que no se sustentan en criterios culturales, sino especulativos. Luis G. IBERNI 44

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