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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 44
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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 44

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de la música 2 de enero de 1998 lÉGMinine BEVIIMVIIZ ílfli SoiifM ag s- stÍ: m jafié tiSf i i í cet: Jás; eb a, ¡J; yf fSttj ¡áÉ- (Íi; ií) s: tres f íiE! is; yi; É ngén, qae s M piQ M iSip r i ilt: tpáÍuSu- iDfese Bg i á fi fé la: eie Beyés, p É g a t e ¿íe; réfretid Wesirp sis 0; y; íransfbrMaréé! eff- r íjÉiyiigi; ii i5 ¡e $i jo qyé a qúí íaliáJ dSr; ¡i ipQ Séintirfo: QFgan zar; ü jei; á t ¿ailj jínenternentó pQP patÉ; a i- s iiSí í ña ijliííj gf? Í. iRgi ai ¡Mfa íí; í ii; iHstglar; aftfe pai pgylci qyé lQ; yeseer! i fc j j p piitt fSti i; r Í 6 H! Sñag ¡í Jiíatírá- qüe: m L U EN a AUDITORIO TOCAN SIEMPRE LAS MISMAS PERSONAS CON LOS MISMOS PROGRAMAS mmm D jégdijftipjs! liéttiDráriós- a ANIEL Kharatian es un pianista de raíces múltiples. Armenio nacido en Teherán se crió en Estados Unidos y en Londres, ha vivido en Holanda y en Francia y se ha establecido en España. Llevo nueve años en España- dice Kharatian- y me falta uno para conseguir la nacionalidad. De momento soy apatrida Su eclosión como pianista ocurrió en Nueva York, de la mano de Leonard Bernstein. Su curriculum está cuajado de nombres gloriosos: Argerich, Vasary, Copland... En España, donde ha dado algunos recitales, Kharatian sigue siendo un enigma, a la espera de alguna oportunidad importante. -Además de lenguas- habla cinco idiomas- en su casa aprendió música. -Sobre todo con mi abuela rusa, Tatiana Kharatian, de soltera Kalatova y nieta del último príncipe reinante de Armenia, que era pianista. Fue alumna de Rachmaninov y concertista en París. Pero quede claro que yo soy pianista, y no príncipe. Quiero que se me conozca por lo que soy y no por quién soy. ¿Cómo llegó el reconocimiento como pianista? -Fue de repente. En 1985. Gané el concurso Chopin de Nueva York y, acto seguido, recibí una carta de Leonard Bernstein diciendo que quería tocar conmigo. Estuve dos años tocando con él y con la Filarmónica de Nueva York. -Le parecería un sueño. -Era un sueño. Trabajar con una orquesta de verdad y con un maestro de mal café pero con el que aprendí muchísimo. Aprendí a entender a los compositores, y también al público. ¿Cómo le van las cosas en España? -Aquí tengo que empezar de cero. He estado en varias agencias, pero me han dicho: pri- i P HaPlaitóS SI p y iloíesp ÍaFá; SÉÉPíJe! ar: el; Reaft JéiíiJÍ 9 r S: a; aia; ye; iles f isfáíil, ai parécetiSiN íeansaHQ al í KlcaldeM pasSlq ñ í; í Ét: tedr rti drjleño háÍÉi Í! a; MáW- i zp teen estce días a a í É 8 í 00i ¡yiériaideelarando páblibáfflente- iuei le Rar grari alusión; díngirrláiÉ jMiJÍ ryiéñesá. LógicfJí SiSigería; m riue j; e iraportan (aüféí; i; jaifsíica y ecoMprríicamérite; IvisíiSii rSariiqWe. ftSs: ién- pri adó ¿afimjaiipg- W (á! í: ia; llaSrid i andd; d Waél (Pf i i (i F aU ¿NoBét ÉiáMí ígefj- ftíéTiípS: p eie: ds É) ivi (iás PalaPrasWperMÉíáDíéyri itiés S s p i l i s iGdp: üfti pS ffi mero, no eres español y, segundo, aquí no se te conoce, lo que has hecho fuera no vale. Para promocionarte tendríamos que gastar dinero; mientras que si traemos a Alicia de Larrocha o a Pollini, tenemos las entradas vendidas de antemano Y tienen razón, pero la consecuencia es que en el Auditorio tocan siempre las mismas personas con los mismos programas. No sé si soy una maravilla, pero estoy aquí, y podría aprovechar una oportunidad. ¿Cómo fue su contacto con Argerich y con Arrau? -Las clases de IVlarta Argerich eran imprevisibles. Teóricamente, deberían durar una hora, pero podía echarte a los cinco minutos, diciendo, lo siento, tu manera de tocar me está ofendiendo, vete a casa O podías quedarte ocho horas, porque consideraba que la clase no estaba terminada. Me invitó a tocar con ella en público a cuatro manos. Le gustaba ayudar. ¿Y Arrau? -Tengo en archivo dos discos con Claudio Arrau: las Variaciones de Chopin para cuatro manos y las Reminiscencias de Don Juan de Liszt a dos pianos, ambas en RBS. Y todo porque fui a unas clases magistrales que él daba. Le pregunté quién de sus amigos estaría interesado en grabar eso conmigo y me dijo, qué pasa, por qué no quieres grabarlo conmigo. Pensé que era una broma, pero no. Bernstein, Argerich, Arrau, me han ayudado. ¿Por qué? No lo sé. No soy amigo ni familiar de ellos, ni me debían nada. Hay gente así. Te ayudan y ya está. Por eso vale la pena ser músico. ¿Le interesa trabajar con compositores vivos? -Trabajé varias veces con Aaron Copland. Incluso estrené una piececita suya, Invitations en un Festival. También interpreté varias piezas de Bernstein con el compositor, una fantasía sobre Candida una versión para piano solo de West Side Story y muchas obras pequeñas. Es magnífico poder trabajar con el compositor. Poder conocerle, te ayuda a tocar su música. Recuerdo cuando toqué el Conc ¡ert; o de Copland. Él mismo dirigía y paró para cambiar por completo el sentido de un pasaje que yo intentaba tocar con elegancia. Ha de sonar vulgar y basto me decía, es una burla del jazz y del clásico Hay muchas cosas que no vienen en la partitura y que el compositor puede explicarle. ¿Ha traloajado también con compositores españoles? -De momento con Valentín Ruiz y con Sidney d Aguiló. ¿Toca usted cualquier tipo de música? -Rechazo muchos conciertos. Si no me siento a gusto con una obra, o no la entiendo bien, no la toco. No interpreto nunca a Beethoven. Me encanta escucharlo, pero no lo sé tocar. Me salen notas, pero no me sale Beethoven. -Pero eso puede cambiar. -Eso espero, con la edad. El problema es que en el Conservatorio me dejaban elegir, y a mí me gustaba la música rusa. Desde Dlinka hasta Stravinski. He ganado concursos Chopin y Mozart, pero me siento más a gusto en el terreno ruso. -Á. G. 44

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