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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 30
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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 30

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de las artes 2 de enero de 1998 COLECTIVA Centro de Arte Joven Avenida de América, 13 Hasta el 10 de enero Madrid JAIME BURGUILLOS Galería Elvira González General Castaños, 9 Hasta el 20 de enero Madrid Burguillos no utiliza el color para representar. En sus cuadros, a lo sumo, la sabia gradación del tono llega a abrir en su centro una profundidad que da relieve y hondura a la masa cromática. Rojos ardientes, verdes jugosos, azules del género marino, del celeste y del celestial. En ocasiones, el efecto es casi vertiginoso. Al faltar cualquier referencia sobre la escala, la mirada vaga en busca de una mínima sugerencia en que apoyarse, perdida en la desmesura. Y no la halla. Sólo ritmos, secuencias, bandadas de trazos que nada significan por sí solos, y todo en relación con los demás. Como las notas aisladas en la música. José María PARRENO L OS dos, Manuel Saro (Madrid 1970) y Julio Hernández Grima (Bilbao 1967) coinciden en la pasión técnica, en la pericia que exhiben para comunicar clara y distintamente sus mensajes imaginarios. Los dos gozan, con el vigor de sus propuestas, la presencia secuencia y, por lo tanto rítmica, de sus objetos, que siguen sin extraviarse los caminos que trazan su inmediata voluntad artística. Estos extremos les unen, pero después sus senderos divergen para converger más tarde en la memoria del espectador. Las miradas, rostros, cuerpos, gestos, que propone Hernández Grima, están atrapados, apretados, en el metacrilato de las urnas de tránsito intermedio y aprendizaje que piden libertad desde sus imágenes fotográficas arrugadas o desde las actitudes que declaran los 52 territorios de sus espacios secretos cargada su arqueología de violencia erótica, que a Q Los dos, Manuel Saro y Julio Hernández Grima, coinciden en la pasión técnica, en la pericia que exhiben para comunicar clara y distintamente sus mensajes imaginarios la vez se muestra y se censura al imponer sobre casi las fotografías unas bandas bituminosas que interrumpen su llamada de atención y velan, estorban y obligan a agudizar la visión para distinguir con claridad lo que allí sucede. Sin duda alguna, Manuel Saro es un geómetra. Su geometría es musical, se organiza en sistemas modulares, largos, cortos, grandes y pequeños. La alternancia de estos módulos produce un ritmo, unas imágenes melódicas, que pueden ser leídas con objetividad o con pasión, nunca con indiferencia. Su geometría se produce en el tiempo presente, lo que sucede sucede ahiora y sigue sucediendo porque está entretejido en las estructuras que se despliegan, desarrollándose en el espacio visual. Su geometría aparentemente. inmóvil, no lo es porque cada vez que se lee se activa en la visión como se activa la música en la mente. Decíamos que sus artes convergen, a la salida, en la memoria del espectador. El carácter secuencial que cada una tiene las aproxima, carácter que tiene su fundamento en el espíritu del tiempo en el que ambas se producen. A nosotros nos va más la geometría de Saro que las imágenes menos transparentes de Hernández Grima, pero nuestra elección no resta importancia a su trabajo. Adolfo CASTAÑO 30 UIÉRASE o no, el protagonista de la pintura es el color. O debería serlo, pues es gracias al color como la pintura logra indeipendizarse de la literatura y 1 a escultura. Todo esto, que viene siendo dicho por lo menos desde que Baudelaire escribiera, con motivo del Salón de 1846, algunas páginas memorables sobre el color, resulta evidente al ver los cuadros de Jaime Burguillos (Sevilla, 1930) Si para la mirada hay un equivalente de lo que es sabroso para el gusto, si hay un equivalente visual de esos perfumes que nos trasladan con certeza a un lugar que habíamos olvidado, si existen esas simetrías creo que podríamos utilizarlas para hablar de estos cuadros. Color sin paliativos, sin formas ni evocaciones. Planos de color construidos como acordes musicales, por la suma de tonos. Miles de pinceladas de distintos colores para dar como resultado un prado verde, tan poco uniforme como los de hierba. Ninguno de los lienzos es monocromo, todos mienten al ojo. Con menor convicción lo hacen los papeles con gouache, que dejan ver las distintas pinceladas aisladas, creando tramas y simetrías. José Ramón Danvila señaló en su día la proximidad de la pintura de Burguillos con lienzos como Mujer sentada en un prado (1884) de Seurat. Efectivamente, el divisionismo está en la raíz de la pintura del sevillano, que se convirtió a esa especie de impresionismo abstracto que él practica tras una etapa figurativa, en la que no ha vuelto a poner el pincel. A diferencia de sus maestros de hace un siglo. Sintítulo (73 X 60) de 1994 EDUARDO SANTOS GUADA Galería Tórculo Claudio Coello, 17. Madrid Hasta el 17 de enero De 45.000 a 160.000 pesetas del pintor, y lo ha cumplido. ¿Qué me queda por decir, pues, tras advertir tal propósito cumplido? Pues que, personalmente, después de disfrutar del buen gusto y la técnica, me quedo como estaba, y con el ánimo, la imaginación y el deseo prendido de otras ideas distintas a las que he contemplado, de otra voluntad de arte, de otros designios. Valoro lo que he visto, en el momento de estar viéndolo, pero no me lo llevo en la memoria más allá de dos calles. Quizá, considero, me falten, a mí, calma, corrección y suavidad. C. PALLARES E N esta exposición todo es correcto, discreto, sugerente, cortés. Las acuarelas gozan, incluso, la circunspección. Los óleos trasladan con fiel suavidad aquello que el autor ha deseado: y los dibujos tienen el encanto de lo justo. Los temas son paisajes, y los paisajes representados son cabales, comedidos. Éste ha sido el propósito artístico

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