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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 28
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CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 28

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de las artes 2 de enero de 1998 FUMIKO NEGISHI, EN LAS NUBES Galería Ediciones Glni go Dr. Fourquet, 6. Madrid Hasta el 17 de enero De 21.000 a 163.000 pesetas que muestra Helga de Alvear, nos hace saber que Arturo Rodríguez y Mitsuo Miura tienen razón, que la obra gráfica y la edición producen obras de talla tan alta como la estatura artística de sus autores y productores. No todo, pues, ha sido en vano. El conjunto ahora reunido de piezas de Fumiko Negishi, que incluye un par de muestras de grabado- labor con la que ha obtenido los mayores reconocimientos públicos, entre ellos el Premio Nacional para artistas noveles- reafirma, con mínimos decaimientos, la seducción que irradia su poético concepto del paisaje abstracto y, a la vez, aunque casi invisible, el austero rigor que orienta sus obras más logradas. Así, las tres nubes realizadas con fragmentos geométricos de chapa, o las distintas versiones, rojas y verdes, del mundo, simulado mediante diminutos collages, en los que de forma más explícita se evidencia la influencia de su maestro Mitsuo Miura. Nubes, montañas, imágenes del mundo variable y en sonora mudanza, que en sus manos reducen, voluntariamente, su presencia a mínimas expresiones plásticas, mientras, sin embargo, asumen o admiten la infinita variedad de alusiones interiores que provocan. Mariano NAVARRO C ON esta primera individual madrileña de la artista japonesa Fumil o Negishi (Tokio, 1970) la galería Ginkgo anuncia el cierre de su programa de exposiciones. No hay coleccionistas, públicos ni privados, para sostener económicamente en Madrid, y por extensión en España, a quien quiera dedicarse a la obra múltiple y a la edición de gráfica, salvo si exceptuamos, como lamentablemente ocurre, aquellos que se sirven de ésta para sustituir su imposibilidad de adquirir obra única de los artistas famosos, célebres o fallecidos. Menos aún si, como en el caso de Ginkgo, la atención al arte de los más jóvenes es permanente y preferente y, además, se posee una idea tan disciplinada como intensa del fenómeno artístico y de las responsabilidades de quien dirige una galería. Como metáfora cruel de cierta poética inherente a la profesión de editor y de marchante, pocos metros más allá de Ginkgo, en la misma calle, la espléndida colección de obras producidas por la revista Parkett Montaña con pinchos de 1997 LA METÁFORA VIAJERA DE CARLOS FORADA Galería My ñame s Lolita art Salitre, 7 Hasta el 25 de enero Madrid vacío e iluminado se convierte en metáfora de un viaje inquietante. Foradada es un pintor de luz. Los juegos geométricos de sus interiores recuerdan a veces los de Antonio Rojas y las luces eléctricas en el atardecer, a las escenas de Sicre. Sin embargo, personalmente prefiero la luz de sus cielos claros, sus ponientes reflejados en el suelo mojado. Se podría establecer una catalogación de la pintura a partir de los crepúsculos que prefieren. Los de Foradada se encuentran entre los más joviales que conozco. Atardeceres luminosos, casi blancos o azules muy pálidos, de esos que surgen tras un chaparrón. Su limpidez salvaje es, en ocasiones, más dulce que las edificaciones humanas. Fijándola en el lienzo nos proporciona una habitación para la esperanza. José María PARREÑO U NA de las exposiciones más significativas de los últimos años, según se va revelando con el paso del tiempo, fue Muelle de Levante (1994- 1995) El acierto de su composición y la inteligente itinerancia que llevó a cabo, dieron como resultado que se convirtiera en la presentación nacional de una tendencia perfectamente identificada con ella. Por su parte, la galería My name s Lolita art es el lugar por excelencia para conocer aquí los trabajos de los integrantes de aquel grupo. A los nombres de Charris o Sicre, hay que añadir ahora el de Carlos Foradada (Pueyo de Santa Cruz, Huesca, 1960) En los cuadros de Foradada, como en los de sus compañeros, se percibe el vacío agobiante de la mejor pintura metafísica. Sus vastos espacios arquitectónicos acentúan su i- W ySif Vw f- Óleo de Carlos Foradada desnudez gracias al material de edificación: encofrados de cemento que añaden aristas y facetas a los volúmenes fríos. El escenario favorito del pintor se sitúa bajo un puente. Los enormes pilares se asientan pesadamente en el suelo para sostener la larguísima pasarela, cuya apretada perspectiva atiranta el lienzo. En cuanto a perspectivas, el cuadro más ambicioso presenta la larga curva de un tren vista desde una de sus últimas ventanillas. Es, sin duda, una visión realista, pero ya no lo es la que completa el cuadro: el interior del tren. Será pues una mirada bifocal, ensanchada, falsa y, sin embargo, verosímil. El tren 28

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