CULTURAL MADRID 02-01-1998 página 21
- EdiciónCULTURAL, MADRID
- Página21
- Fecha de publicación02/01/1998
- ID0005418648
Ver también:
2 de enero de 1998 A B C literario Ensayo Yo entré en el Cesid Pilar Urbano Plaza Janes. Barcelona, 1997 381 páginas, 2.900 pesetas Memoria de Occidente Reyes ÍUIate Anthropos. Barcelona, 1997. 288 páginas, 2.970 pesetas E NTRÓ en el Cesid, vio- dice que un álbum de fotos- habló con gente de la Casa salió y contó algo de lo que sabe, que no es poco. Afirma que tendría para escribir un par de libros más. Éste que reseño es como un buen thriller de múltiples historias de hechos reales. Nadie puede tener la seguridad completa de que lo que narra es la pura verdad. Por supuesto, Pilar Urbano expone ios diversos episodios plenamente convencida, y cuando no lo está lo dice sin tapujos, como ella suele decir las cosas, Pero otro cantar es saber si las construcciones narrativas del Cesid no podrían ser también objeto de elaboración experta La técnica expositiva consiste en la narración de cortos relatos novelados que se van entrelazando con inteligente dinamismo. Es amplia la utilización de los diálogos, lo cual da agilidad al conjunto. El lector es fácil que se sienta atrapado desde el principio, al estar todo envuelto en una nube de sospecha y de misterio. Las unidades narrativas son independientes entre sí, por lo que es posible saltar de un relato a otro. El orden de los relatos parece casual y discurre paralelo al acto de hojear el álbum de fotos mencionado. Al hilo de los diversos episodios se va introduciendo información objetiva sobre instituciones, personas y acontecimientos. El gran protagonista es, naturalmente, una entidad colectiva: el Cesid, que antes de la democracia se llamaba Seced. Al igual que en todos los Estados modernos de cierta entidad, en España es impresionante ia presencia de los servicios de espionaje y contraespionaje. Penetran donde la Policía aún no ha llegado y donde el Ejército no conviene que entre. Sus componentes individuales son muchas veces héroes anónimos y siempre callados, auténticos 007 pero sin licencia para matar y ni siquiera para detener. Su función es observar, seguir, controlar e informar. Se mueven en el borde abismal de la ilegalidad y algunas veces se precipitan por él, pero siempre o casi siempre con paracaídas. Al leer el libro, se llega a la conclusión de que ia inteligencia es un servicio imprescindible y que realiza una labor necesaria y beneficiosa para el conjunto del Estado, siempre y cuando se mantenga dentro de unos límites razonables. En este sentido Urbano aplica algunas críticas al pasado más reciente. El lector podrá asomarse a un atractivo mundo de tramas y misterios ocultos bajo la superficie de la vida española desde el tardofranquismo hasta nuestros dias. Aprenderá algunos de los trucos que emplean los agentes secretos, su enorme habilidad y su capacidad para dar fría y rápida respuesta a lo inesperado. Llegará a conocer algo de su jerga y de su estilo de vida. Se sorprenderá al saber que hay espías durmientes y buzones muertos que el iVlossad fue decisivo para modernizar las técnicas de los agentes españoles, que un miembro del Cesid tiene que ser capaz de colapsar en- cinco minutos la plaza de la Cibeles sin dar el tarjetazo y otros mil detalles más. Para terminar sólo le doy un consejo. Si usted tiene tendencia a sentirse perseguido u observado, no se le ocurra leer este libro. Si lo hace, ya no podrá estar tranquilo nunca. Y no podrá decir que no se lo he advertido. Gregorio ROBLES E N este diálogo fin de siglo en que estamos embarcados se hace especialmente visible uno de sus rasgos distintivos: la conciencia del tiempo. Meditamos sobre lo que pudo ser y no fue, sobre lo que puede ser y quizá sea. Somos memoria del futuro. Pero una memoria selectiva, que teje el recuerdo sobre la urdimbre del olvido. La conciencia, celosa guardiana de nuestra fingida identidad, nos hurta un pasado y así el futuro viene cojo hacia nosotros. Porque la conciencia del tiempo no es ya el tiempo de la conciencia. Este libro sobre la memoria de Occidente es el recuerdo de esos olvidos, es decir. exponentes de esa Ilustración insatisfecha no por falta de razón sino por carencia de sentimiento, ya que sólo atendemos a uno de sus imperativos, el atrévete a saber pero descuidamos el otro, el atrévete a sentir Con ello nos apremian a salir del falso dilema de la historia de corte idealista: o bien conocimientos sin sentimientos o sentimientos sin conocimiento. Nos sitúan en una verdadera razón sentiente que remite de los planteamientos abstractos de la humanidad a los más concretos del individuo. Desde esa modernidad se puede afrontar lo que el autor denomina como el corte del Holocausto, a partir del cual no nos está permitido hablar frivolamente del nihilismo al estilo de antiguos marxistas, ahora conversos heideggerianos. No puede haber una ética de la responsabilidad en estos planteamientos y sí una estética de la irresponsabilidad, que es la negación misma de la estética como teoría de la sensibilidad solidaria. Porque lo que constituye al individuo y fundamenta la solidaridad es, como muy bien señala el autor, la experiencia compartida del sufrimiento. Esta es la experiencia clave del siglo XX, y que se traduce en la denuncia de la pretendida identidad de lo racional y lo real presentada por los pensadores judíos de la Escuela de Francfort. La Memoria de Occidente es el intento de ponernos una y otra vez ante esa experiencia. Frente a los tullidos espirituales de nuestro tiempo que se refugian compensatoriamente en la autoridad de los textos eminentes se nos habla aquí de una ética de la compasión como autoridad del sufrimiento ajeno Desde esta perspectiva estamos ante un libro de filosofía de la historia que niega la Filosofía de la Historia al uso. Siguiendo la estela de Rosenzweig pone en cuestión la leyenda de una Historia desde Jonia hasta Jena y participando del pathos benjaminiano reclama otra historia escrita desde la urgencia del presente y no desde la curiosidad hacia el pasado. La simplicidad de las tesis y la complejidad de los de los vencidos. Nos creemos civilizados porque hemos abolido la antropofagia, pero nos dedicamos todavía con fruición a la historiofagia. Cuando un pueblo vence a otro le despoja de su identidad cambiándole la historia. La historia de Occidente es una historia cainita en la que la eliminación física ha corrido paralela al ninguneo espiritual. Y esto resulta particularmente dramático en las víctimas de la modernidad de que se hablan en el libro, en e 1 pensamiento judío. Lo expuesto aquí forma parte de un proyecto de Investigación del autor en el que se propone rescatar esa tradición olvidada de Occidente, y continua las reflexiones vertidas en otro libro suyo, La razón de los vencidos Uno de los aciertos consiste en haber sabido rescatar a las víctimas de la modernidad pero desde la modernidad de las víctimas es decir, sin revanchismo y ofreciéndonos una imagen más compleja de la misma. De hecho el libro advierte sobre una crítica frivola de la modernidad y se aleja de planteamientos nihilistas y posmodernos. Uno de los problemas más graves que tenemos hoy es el de la pérdida de referentes, un exceso de conciencia histórica pero sin haber pasado por la historia. Y así lo sumario de los juicios acerca del origen de la modernidad hace que se conviertan en juicios sumarios acerca de su destino. Pero sólo si somos capaces de tomar conciencia de la complejidad de lo moderno de donde venimos sabremos comprender la complejidad de lo contemporáneo en que estamos. Los pensadores judíos son unos magníficos La simplicidad de las tesis y la complejidad de los contenidos dota al libro de un estilo singular. Está escrito con conocimiento, pero tafnbién con pasión, con ganas de llegar al lector contenidos dota al libro de un estilo singular. Está escrito con conocimiento, pero también con pasión, con ganas de llegar al lector. Hay análisis profundos, sedimentación de muchas lecturas, expuestos a veces prolijamente, otras esquemáticamente, pero siempre con precisión. Y salpicándolo un lenguaje a ratos campechano, de guiños al lector, en que se comparan mitos con setas, se recomienda al filósofo que se busque la vida como extra de cine y hasta se habla de fichar al superhombre. José Luis MOLINUEVO 21