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CULTURAL MADRID 28-02-1997 página 63
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Creación ética U ESENEM DE LA VIDA MfHUL Max Scheler: Ordo amoris. Traduc. de Xavier Zubiri. Edic. de Juan Miguel Palacios. Caparros Editores. Madrid, 1996. 96 páginas, 1.100 pesetas lUIÉN no ha deseado poseer alguna vez la fórmula que nos permita resolver los enigmas y problemas planteados por la vida moral de las personas, que nos permita, en definitiva, conocer la esencia de nuestros actos morales? A la fuente de donde manan tales actos los filósofos griegos la denominaron con el término ethos (con é larga) Querían designar así al carácter general de un sujeto, adoptado libremente por él, pero anclado en el fondo de su alma y, por lo tanto, lenta y difícilmente modificable; siendo, por tanto, la vida moral dei sujeto su manifestación. Y la reflexión que hace objeto de consideración al ethos pasó a ser la tarea de Ja Ética. Max Scheler dedicó a tal tarea la mayor parte de su vida filosófica, partícipe del aire fresco que trajo la fenomenología de Husserl. En su monumental obra El formalismo en la ética y la ética material de los valores (1913- 1916) nos dio a conocer el universo del valor en su carácter objetivo o absoluto y la jerarquía de los mismos, en tanto que el a priori material de la vida moral. Difícilmente cabe pensar que tan genial pensador hubiera desatendido a algo que él consideraba como esencial a dicho reino objetivo de los valores, a saber, que se han de encarnar en el espíritu humano y sus diversas configuraciones: familias, pueblos, naciones, etcétera. Aún menos se podría pensar si hacemos caso a las palabras de Ortega y Gasset en su panegírico a la muerte de Scheler: Todo en su derredor se henchía de sentido, todo era esencial, todo definible, de aristas inequívocas, todo diamante... Conforme leemos, advertimos que él autor no puede contener la avalancha de sentido que se le viene encima... Los objetos más a la vera disparan urgentes su secreto más esencial... Al mover las manos en el aire próximo, como a un prestidigitador, se le llenaban de joyas En ese mismo año de 1916, Scheler redacta Ordo amoris -lo que convierte a esta obra en un complemento fundamental de su Ética un opúsculo donde afronta la apregunta acerca de qué constituye el ethos de un individuo o de una colectividad y cuyo título resume bien la opinión de Scheler: lo más fundamental del et- LA EUROPA DE LOS CIUDADANOS ¿Q hos estriba en el orden que preside su amor. El texto, inacabado y sólo postumamente publicado, estudia dos cuestiones fundamentales: la articulación y la forma del ordo amoris Gomo ordo amoris Scheler, unas veces, se refiere al orden objetivo de los valores en sí mismo, otras veces, a ese orden pero en tanto que conocido por nosotros y referido a nuestro querer. Gomo pueda darse una coincidencia entre ambos es, sin duda, una cuestión fundannental de la ética. Pero, sobre todo, ordo amoris designa la sencilla estructura de los fines más elementales que se propone, al actuar, el núcleo de una persona, la fórmula moral fundamental según la cual existe y vive moralmente este sujeto En este último sentido, al que se denomina como descríptivo, el ordo amorís de cada individuo o comunidad responde a una determinación personal. De ahí que Scheler, frente a lo que podría parecer al haber afirmado él el reino objetivo de los valores, reclame la diversidad de códigos éticos según la variedad cultural e histórica, ya que es de la esencia del mundo moral el presentarse dentro del marco del bien universal objetivo, pero también el darse a un tiempo dentro de una sene nunca terminada de valoraciones, únicas e individuales, dentro de una serie históricamente única, en cada caso, de momentos de ser, de acción y de obra, cada uno de los cuales posee su exigencia del día Eso sí, tales afirmaciones no suponen aceptar el completo relativismo moral, ya que el ordo amoris puede sufrir trastornos que consistirían en un desviarse, bien de las normas universales, bien de la determinación individual propia de cada persona o grupo. Por desgracia, las secciones dedicadas a tratar su diagnóstico y curación no llegaron a ser escritas. El segundo asunto con que se ocupa el libro es el de desentrañar la forma del ordo amoris que no es otra cosa que estudiar la esencia del amor. Algo a lo que Scheler ha dedicado abundantes páginas, El resentimiento en la moral o Esencia y formas de la simpatía son un buen ejemplo de ello. En esta ocasión, el pensamiento de Pascal El corazón tiene sus razones le servirá a Scheler para, desde el marco aportado por la fenomenología, reclamar un ámbito de experiencia, la del corazón o ánimo, hasta ahora desatendido o relegado a la psicología, que posee sus leyes esenciales, jerarquía, objetividad, evidencia y racionalidad propias. Si no se procede al estudio de este campo, toda la vida moral quedará sometida al capricho de las valoraciones meramente subjetivas. Así pues, toda una teoría del sujeto moral en sus delineamientos más fundamentales es lo que nos ofrece este breve escrito de Scheler. Como decíamos antes, un complemento fundamental de su gran libro de ética que nos revela la actualidad de su pensamiento, como ocurre siempre, por otra parte, con los clásicos. Basta, por ejemplo, hacer mención del delDate en torno al pluralismo de códigos éticos que el comunitarismo americano ha suscitado. Por último, se ha de destacar otro aspecto que la presente edición nos ayuda a recordar: la tarea de Xavier Zubiri como traductor. No se debe olvidar que en la década de los años treinta Zubiri, en la estela iniciada por Morente, vertió al castellano, además de a Scheler, a Heidegger, Brentano, Hegel, Pascal, Suárez y a algunos de los autores más destacados de la física cuántica: March, Schródinger, o de Broglie. Andrés SIMÓN N ACIÓ la Unión Europea dei mercado común y por eso se organizó en principio como una Europa de los Mercaderes Pero bien pronto entraron en liza los gestores de los distintos Estados y pasó a convertirse también en una Europa de los Políticos Como siempre, van por delante los intereses del poder, sea económico, sea burocrático, porque si quieres crear afectos- ya lo dijo Benavente- crea primero los intereses Es en el Tratado de Maastricht cuando Europa se relaciona con la idea de ciudadanía, de suerte que a los mercaderes y a los políticos viene a unirse el hombre de la calle. La tercera revolución es en este caso la Europa de los Ciudadanos justo por donde se tenía que haber empezado. Porque las casas se empiezan por los cimientos, no por el tejado. Poco entusiasmadas andan las gentes con una unión que no pide sino sacrificios, no introduce sino burocracia. Y mal van a sentirse compatriotas de una Europa económica y política si, además de la bandera azul con estrellitas y la Novena Sinfonía de Beethoven, no se saben y sienten ciudadanos de ese mundo, protegidos en sus libertades, atendidos en sus necesidades económicas, sociales y culturales. Precisamente, la ventaja competitiva de Europa consiste en haber inventado el Estado social que no sólo vela por las libertades de sus ciudadanos, sino que también atiende a sus necesidades de empleo, educación, ingresos y salud. Ir sentando las bases de esta Europa social es la meta de la Conferencia sobre Los derechos cívicos y sociales de la nueva Europa que se celebra en fvladrid estos días, bajo los auspicios de la Comisión Europa, y que organiza la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Caritas española y la Asociación pro Derechos Humanos. La iniciativa nace de la convicción de que no existe el pensamiento único neoliberal, empeñado en cancelar los logros del Estado social, porque los europeos no tenemos por Estado legítimo sino al que atiende a todos sus ciudadanos en educación, sanidad, empleo, vivienda o ingresos. Si Europa se preocupa por esas necesidades en el seno de la Unión y exige que se satisfagan universalmente, los europeos verán en ella su comunidad, la que ha ido haciéndose suya, porque se lo ha ganado. Adela CORTINA 63 Isabel Uceda

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