CULTURAL MADRID 21-07-1995 página 35
- EdiciónCULTURAL, MADRID
- Página35
- Fecha de publicación21/07/1995
- ID0005405794
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A B C de las artes SANIANDER lACORUÑA JORDICANOi Galería Femando Silió. Eduardo Benot, 8. Hasta el 26 de julio GEORGE GROSZ: LOS AÑOS DE BERLÍN Palacio de Exposiciones Kiosco Alfonso Hasta el 6 de agosto U NA de las características que ofrece la pintura contemporánea es la duda que plantea entre qué es más importante, si la pretensión del artista, o la interpretación que de sus ideas hace el espectador. Indudablemente las dos. Pero en ocasiones los márgenes que el pintor construye para proteger su mundo, para disfrazar sus pensamientos y sus motivaciones hace que las interpretaciones de su trabajo puedan ser si cabe aún más dispares. Un ejemplo evidente es Jordi Cano. Su obra siempre se ha movido en un espacio estrecho y complejo que marca las distancias entre la representación y la simbología. La obra de Cano siempre tiene un cierto carácter autobiográfico. Habla de sus momentos de ánimo y de sus preocupaciones. A diferencia de otros artistas él no busca distanciarse de la obra sino que ésta es algo realmente vital y, este sentimiento, se trasmite de una forma contundente. Recuerdo una exposición en la Galería Dau al Set de Barcelona, hace dos años, en la que el mar estaba presente no por sus olas y por el agua, sino por sus atributos, su color y su misterio. Algo semejante sucede con esta exposición. Lámparas de múltiples brazos que sobre fondos difusos blancos o escasamente trabaja- E De dfa de Jordi Ceno (46 X 66) dos se presentan poco tienen que ver con esos objetos decorativos que cuelgan de los techos. En el espacio difuso de soledad se sitúa el artista. La algarada está a la vista. Entre ambos estadios la distancia es amplia. En ocasiones el pintor la evidencia con un espacio real; una parte el metaclirato que la protege. La metáfora es para Cano, más que un juego, es una fórmula intencionada para comprender que el ojo no siempre es capaz de ver la realidad, Famando FRANCÉS N 1992 el IVAM presentaba una parte de los fondos a relacionar con la Colección Marco Pinkus que el museo valenciano había adquirido el año anterior. Se trataba en aquella exposición de dar cuenta de la obra gráfica de Georg Grosz en sus años berlineses; tenían, en todo caso, a la firma Malik- Verlag como sistemática responsable de la edición de la misma, en un trabajo a encuadrar entre 1916 y 1932. Una serie de 16 acuarelas, a vincular con una de sus más importantes series, completa una obra que responde básicamente a quehaceres desarrollados para ser impresos. Aquellos fondos de la colección valenciana correspondientes a Grosz que tienen como idea central el fotomontaje no han sido integrados en esta muestra coruñesa que, sin duda, sigue manteniendo su enorme interés. La obra gráfica expuesta responde a las siguientes series: una Primera Carpeta Georg Grosz (1917) con nueve planchas del auto- otra de veinte litografías denominada Pequeña carpeta de Grosz igualmente de 1917; Dios con nosotros es el conjunto de litografías adscribibles a 1920; En Sombras es el título de otra carpeta y es en 1922 cuando lleva a cabo la llamada Los Bandidos -igualmente de nueve ilustraciones- también en ese mismo año se presentó Ecce Homo con sus 84 litografías y 16 acuarelas; en 1928 se encuadran 18 obras que tienen como título global Trasfondo Todo un repertorio de portadas y otros trabajos de ilustración hechos para distintas publicaciones, a relacionar igualmente con Malik- Verlag, completan una imagen bien slntomá- Qroez plasmó en sus obras las mutilaciones de la guara tica del Grosz de aquellos años. Estamos ante un tipo de trabajo que resume dos ámbitos de acción estética aparentemente contrarios en cuanto a intereses y, sin embargo, íntimamente engarzabas. Y es así porque se conjugan en estas obras la faceta más íntima- y, si se quiere, más directa- del artista y la más pública, y por lo tanto la llamada a crear opinión, dada la línea del discurso de su quehacer. El cubismo, el futurismo, así como las premisas estéticas de grupos tales como Die Brücke y Der Blaue Reiter, configuran parte de la dicción de este maestro, ágil y agudo en su dibujar, fogoso cuando, puntualmente, desde sus acuarelas, recurre al testimonio siempre vital del color. Su vinculación con el dadaísmo explica, por otra parte, el sentido altisonante con que concibe, desde claves muchas veces caricaturizadoras, unos argumentos complementados en algunos casos con textos cuya autoría comparte en bastantes ocasiones con amigos. Se ha citado más de una vez al mismísimo Brueghel a la hora de encontrarle un paralelismo en el pasado; es verdad, pero también lo es el propio Bosco, con su imaginación desbordante y moraiizadora, al igual que Daumier, referencia principal en la concepción satírica contemporánea. Exponer desde la crítica el sentido de una época- como lo hizo desde parecidos medios, pongo por caso, el gran Goya- es, en definitiva, lo que nos aporta este Grosz ejemplarmente revisado. Y su crítica se hace de forma hiriente, directa, irónica, a veces lasciva, algunas tierna... J. M. GARCÍA IGLESIAS