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CULTURAL MADRID 21-07-1995 página 33
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CULTURAL MADRID 21-07-1995 página 33

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C de las artes GLÉ ÚRCULO: EL SIGNO CANSADO OE LOS TIEMPOS Galería Durero Covadonga, 26 Del 14 de julio al 12 de agosto De 360.000 a 1.000.000 ptas muestra su tratamiento tanto del acrílico como del pastel. Se presta esa orientación a valorar la corporeidad tangible de lo que representa pero también le sirve al artista, por contraste, para dejar constancia del vacío de los fondos. Así, en alguno de estos bodegones, como el de Yucas, plátano y pepinos Por otra parte, están los personajes de espaldas, característico tema de encuadre que viene pintando desde 1982 y que tanto ha de Naturalezas en la playa de Úrculo. de 1995 (91 x 120) finido su trabajo y su marcada poética. En este grupo son especialmente rotundas las obras basadas en la representación de unos sombreros, a los que parecen haber quedado reducidos los personajes que los llevan. El artista ha repetido el motivo en numerosas ocasiones, y también lo ha llevado, en su escueta materialidad vaciada en bronce, a la escultura, técnica que ha utilizado en los últimos años. Respecto a esa predilección, puede recordarse aquel collage con aguazo de Max Emst Es el sombrero lo que hace al hombre como ilustre antecedente de estas obras, en aquella búsqueda de objetividad en la imagen elemental y simple y en la ironía de la representación del hombre a través de su sombrero. O los personajes de Edward Hopper, tan próximos a algunos pintores de la generación de Úrculo, y en sus desoladas atmósferas que les rodean. También puede uno pensar en los sombreros, tan característicos, de Eduardo Arroyo. O en aquella idea mágica de algunas leyendas, de cariz surrealista, en que los sombreros, ciertos sombreros, poseían la facultad de volver invisibles a quienes los llevaban. Algo hay de esto último en las Obras de Úrculo, De hecho, los sombreros impiden reconocer a quienes representan, aunque, como a menudo ocurre, se trate del propio artista. Son una especie de mecanismos de ocultación. Esos sombreros se nos presentan sin que nos digan nada acerca de los individuos que los llevan y llegan, incluso, a sustituir su identidad. La apariencia, en suma, es lo que importa. Especialmente relevantes dentro de la exposición son dos de las obras, tituladas Sombreros y Viajeros del Titanio en las que aparecen las figuras recortándose sobre planos de color que definen el desnudo espacio del cuadro. En estas obras los protagonistas vuelven a verse de espaldas al espectador porque, como el pintor ha declarado en una entrevista reciente, así se despersonaliza al individuo. Son personajes que están de paso y que van hacia alguna parte. Observan la nada Se advierte en los últimos años la inteligencia del artista para mostrar en esos personaJes, en movimiento o estáticos, el verdadero signo de los tiempos; una especie de cansacio o de nostalgia, como sí supiesen que no hay escapatoria ni en el viaje (ast, en la serie Titanio ni en la contemplación. Javter BARÓN 33 R EÚNE en esta exposición Eduardo Úrculo seis acrílicos, otros tantos pasteles y dibujos al carbón y cinco grabados, uno de ellos coloreado después por el artista. La mayoría de estas obras han sido realizadas en 1995. Los motivos son, por una parte, bodegones de frutas, que ya había cultivado en sus obras de los años setenta y principios de los ochenta, en cuya taarroca sensualidad hay algo como de trampantojo, de ficción. El talante de Úrculo es, desde hace más de una década, esencialmente pictoricista, según Párela (Lestnas) de Úrculo, de 1990 (107 x 71)

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