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CULTURAL MADRID 21-07-1995 página 21
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CULTURAL MADRID 21-07-1995 página 21

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C literario cia claramente definida. Incluso cuando ya no tenía pleno control de sus facultades producía aún buena poesía y siguió siendo una figura pública muy respetada y poderosa. En efecto, muchos de sus amigos de gran inteligencia, como Selwyn Jepson, parecieron no sospechar que algo funcionaba mal. Las excelentes condiciones físicas de Padre contribuían también a que fuera difícil reconocer su deterioro mental. Podía aún bajar corriendo a la playa, trepar a su plataforma de piedra, echarse de tripa al agua, nadar en medio de la bahía y estar de vuelta ante su mesa en una hora. Sólo retrospectivamente puedo comprender que su comportamiento era parte de un proceso terrible e irreversible. KJONTINUÓ escribiendo poemas hasta 1975, pero la prosa se le hacia difícil. En efecto, ya no escribía cartas y decía que era por culpa de los ojos. Era Madre quien se las escribía hallarse cerca para visitas de fin de semana y vacaciones trimestrales. Tanto si vivíamos en Palma como en Madrid o Londres, volvíamos a la Posada durante las vacaciones escolares. A los niños les gustaba Deyá, pero no b añoraban como yo. Guando ya no nos necesitaron, Elena y yo nos trasladamos finalmente a la Posada. Los dos obtuvieron grados universitarios: Philip en minería; Sofía en Matemáticas y Educación. Su parentesco con Robert Graves influyó poco en sus carreras, igual que en la mía, y elfos lo mantenían callado. Durante nuestro primer año en Palma tomamos prestado el piso que Padre y Ivladre tenían en la calle de Guillermo Massot, y luego alquilamos cerca uno más adecuado. La escuela laica que escogimos para Philip resultó estar llena. -Decidles que es el nieto de Robert Graves y b aceptarán- aconsejaron mis amigos. -En ese caso, preferiría que no fuera- dijo Elena. Desde el comienzo habíamos determinado que la fama de Padre no afectara la vida de nuestros hijos. No debía ser otra cosa que un abuelo para ellos. Al final, fueron los jesuítas quienes aceptaron a Philip, aunque Elena les dijo que no estaba bautizado. En cuanto a Sofía, cuando tuvo la edad necesaria, fue a un kindergarten y luego a la escuela del Sagrado Caazón. Las escuelas católicas ofrecían aún la mejor educa- En 1970, el año en que dejamos Ca n Quet, Madre tenía que cuidar cada vez más de Padre. Le preocupaba su distracción, como ella la llamaba; sin embargo, cuando lo llevó a que b examinara un especialista de Hariey Street, que diagnosticó demencia senil, rechazó su calificación. Con la marcha de Cindy, Padre se había calmado. Su musa era ahora Juli. Cuando Juli no escribía, Madre hacía que alguien se b recadase. Sus cartas le hacían feliz a Padre. ONTINUÓ escribiendo poemas hasta 1975, pero la prosa se le hacía difícil. En efecto, ya no escribía cartas y decía que era por culpa de los ojos. Era Madre quien se las escribía. En 1974 estaba trabajando en el prólogo de media página para su breve litiro de poemas At tfie Gate Madre lo envió a Selwyn Jepson: Robert ha pasado mucho tiempo escribiendo esto, y resulta que es casi palabra por palabra lo mismo que el prefacio de Timeless Meeting En su octogésimo cumpleaños, en 1975, dejé mi plataforma petrolera para nuestra fiesta de cumpleaños. Cuando subía por la carretera de Canellún. Padre me cortó el paso- ¿Quién es usted? -me preguntó agresivamente. -No seas tonto, Robert- exclamó Madre, llegando por detrás de él- es William. Algunas veces ni siquiera conocía quién era Madre; al momento siguiente seguía hablando con normalidad total. 21 decadencia mental de Padre comenzó insidiosamente. Ninguno de nosotros se daba cuenta de lo ove ocurría, aunque en retrospectiva soy ccLpaz de trazar las primeras señales J- JA ción en Palma. Pero no nos sentíannos totalmente satisfechos con. ellas. En 1976, cuando Philip tenía diez aiVjs y Sofía cinco, decidimos trasladamos a Madrid. Nuestra lengua hcQareña era el español, de modo que el inglés de Philip había progresado poco ahora que ya no se veía expuesto a la conversación de los huéspedes de habla inglesa de Ca n Quet; Sofía no hablaba inglés en absoluto. Por b tanto, en Madrid enviafnos a bs dos nifios a una escuela británica. Siguieron el programa de estudios inglés y aprendieron a vivir en la gran ciudad, a valerse de los autobuses y del metro, a disfrutar de) cine y a criticar la televisión. AÚK ue no nos habría sobrado el dinero extra, Elena no quiso buscar un empleo. Estaba convencida de que los niños necesitaban por lo menos que uno de los padres los recibiese de vuelta de la escuela, y jamás dejó de estar en casa cuando llegaban. Les cocía pan, les cosía los botones, escuchaba sus problemas; los llevaba al parque de ciervos, al santuario de buitres, a coger setas; se ocupaba de sus modales en la mesa, de su limpieza, de su forma de hablar; los elogiaba y los castigaba. Lo mismo cuando estaba yo en casa que cuando fuera, Elena era la autoridad final. Al cabo de dos años dejé de analizar lodos y el Sátfiara y me trasladaron al mar del Norte como geólogo de una plataforma petrolera. Con las limitadas comunicaciones que hay en ellas, era mi propio jefe y el tratjajo me resultó satisfactorio. Pasaba cuatro semanas en la plataforma y dos de descanso. En 1975 me hice autónomo, pero continué trabajando en lo mismo. Mi nueva vida nomádica me llevaba a expbtaciones petroleras del mar del Norte, el Sahara, África Occidental y Oriente Medio. Como promedio, pasaba p a b menos cinco meses á año con Elena y los niños y nunca estaba ausente de casa más de un mes. En 1981 cogimos un piso pequeño en Londres, f ilip quería pasar el nivel A en Inglaterra, y nos convino a todos trasladamos. Raque, aunque tanto él corro Sofía estaban ahora internos, Bena quería c

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