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CULTURAL MADRID 30-12-1994 página 19
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CULTURAL MADRID 30-12-1994 página 19

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC literario Pensamiento L La construcción europea AS elecciones al ha desbordado a los miemParlamento Europeo bros de la CE (y ahora de en junio del año pasado, coincidentes con la Enrique Barón, Europa en el alba del milenio. Prólogo de Carlos Fuentes, Acento. la Unión) El proceso de inFeria del Libro, motivaron Madrid, 1994. 218 páginas. Carlos M. Bru, La Ciudadanía Europea, prólogo de Felipe tegración sigue estando, una abundante producción González. Sistema. Madrid, 1994. 634 páginas. Andrés Ortega, La razón de Europa. desde luego, en el centro de esa construcción; pero bibliográfica sobre la consPrólogo de Miguel Herrero de Miñón. El país- Aguilar. Madrid, 1994. 251 páginas sus responsables han trucción europea. El otoño no ha secado, sin embargo, las hojas impresas tenar largo de páginas de la primera parte, so- aceptado al menos transitoriamente el pluraporque, primero, la ampliación de la Unión en bre el Tratado de Unión, innecesarias para la lismo de métodos, al establecer junto al pilar 1995 y, a continuación, la anunciada revisión exposición de la ciudadanía europea que da tí- comunitario los pilares de la cooperación interdel tratado de Maastricht en 1996, hace de tulo al libro. Más aún porque la construcción gubernamental. Aunque entre ambos existan estas publicaciones herramientas útiles de co- de Bru es en este punto muy rica, al hacer de pasarelas de dirección única, complicidanocimiento y reflexión. Las que dan pie a este la ciudadanía el eje de interpretación de la Co- des inevitables (por ejemplo, en la aplicación comentario no son desde luego las únicas, munidad (y de la Unión) de sus instituciones y de sanciones comerciales a terceros estados) pero son hasta cierto punto representativas, de sus políticas, lo que le conduce mucho más y propósitos de enmienda para la convocatoria tanto por su generalidad como por haber sido allá de la mera consideración del estatuto polí- de 1996, las circunstancias que han acompaconcebidas para un público interesado, ilus- tico del ciudadano con que habitualmente se ñado la entrada en vigor del tratado de Maastricht y la ampliación de la Unión no avalan ya trado, pero no necesariamente especializado. despacha la noción. Los autores, para encarecer el producto, se El libro de Ortega, muy meditado, es un en- ni la vocación federalista ni la presentación de la elección entre ampliación y profundizahan arropado además con prologuistas de clón coronación según Barón) como un postín. falso dilema sobre todo porque ésta no Aunque se trata de obras claramente difepuede reducirse a una mera agregación de terenciadas, las tres responden a los planteamas, sino que tiene mucho que ver con el mamientos del establecimiento europeo al que, nejo que de ellos se hace, es decir, con las de una u otra forma, pertenecen los autores. competencias y poderes que se atribuyen a Barón y Bru, de adscripción socialista, cuentan las instituciones y órganos de la Unión. con un currículo europarlamentario muy esti- Apóstoles de Europa mable; Ortega es un politólogo que, tras ejecer como corresponsal diplomático (Bruselas incluida) se incorporó al Departamento de Estudios del Gabinete de la Presidencia de Gobierno, que hoy dirige. En este sentido, sus obras son de apostolado, de europeístas convencidos es decir, de gulsernamentalistas con argumento, que buscan interesar y ganar para la causa de la Europa oficial- con estímulos intelectuales, lo que no deja de tener su mérito- a la sociedad civil. A ninguno de los autores podía pasarte por alto el desfallecimiento generalizado alrededor de un proceso político que sólo desde la más fatua insensatez puede considerar consolidadas las etapas ya recorridas. El libro de Barón, que fue presidente del Parlamento Europeo, es el más ameno y elemental de los tres. Su redacción es fresca, incluye con moderación alguna vivencia personal y su lectura está al alcance de cualquiera de los españoles que no tiró directamente al cesto de la basura el díptico sobre el Tratado de Maastricht oportunamente distribuido, con la Prensa diaria, por el Ministerio del Portavoz del Gobierno. Dice el autor haber escrito su libro a pie de obra, con el propósito de contestar, pensando en el 96, a las preguntas que se hace el ciudadano sobre la naturaleza y dimensión política de la Unión. Su sentido pedagógico se ve reflejado en la inclusión de gráficos y, sobre todo, de un glosario. Los autores de estos libros son europeístas convencidos es decir, guhemamentalistas con argumento, que buscan ganar para la causa de la Europa oficial a la sociedad civil y- El empecinamiento dogmático en el piñón fijo -rio es el caso de los autores citados, pero sí de los portavoces del oficialismo esperpéntico, apolo- jetas no apóstoles- enfrentado con las realidades presentes o previsibles de las velocidades múltiples y las georinetrías variables acaba provocando un mar de confusiones. Nada hay que objetar a las velocidades múltiples para llegar a la meta, cada cual según sus condiciones. Hoy del todos a una se ha pasado, en el mejor de los casos, a concebir una progresión abierta cuyos pasos son el resultado de aglutinar el mayor número de voluntades en un plazo razonable. En cuanto a las geometrías variables sólo son censurables cuando se presentan como un fin en sí mismas y no como una contingencia, expresión de la distinta velocidad de los caminantes en pos de un destino que, de errar, será desatino. Tras los reparos sólo late, sobre todo en el ámbito económico y monetario, la preocupación por no figurar en la escapada buena. No creo que haya nadie dispuesto a hacer de Europa la ciudad de los cerdos convirtiendo en un fangal la construcción de un espacio de libertades, bienestar y solidaridad; pero otra cosa son los métodos aplicados a la tarea, susceptibles, una vez finalizada la guerra fría de una revisión critica que, en su caso, podría conducir a una regresión o reconsideración fecunda. Existe una inclinación, explicable en términos dialécticos, a considerar eurófobos a los europeístas críticos que denuncian carencias, insuficiencias contradicciones. Pero la razón de Europa -utilizando la expresión de Ortega- también les pertenece. Afirmar, sin más, como desiderátum un proyecto europeo cuya fuerza deriva del permanente desarrollo de una idea sin meta explícita ni techo, hace depender nuestro éxito de la misma fórmula empleada por los especuladores financieros para arruinar a Ig gente común. Antonio REMIRO BROTÓNS 19 Las obras de Bru y, sobre todo, de Ortega, están dirigidas a un público algo más avezado; digamos que a los receptores del folleto de 62 páginas para profesionales y universitarios distribuido por el Ministerio y, en particular, a los creadores de opinión cincuenta mil según sus halagadores cálculos, destinatarios de un ejemplar del mismísimo tratado. Habla Bru de lo que sabe y sabe de lo que habla. Su estilo es vivo y adquiere en algún lugar expresión de alegato, pero peca en ocasiones por los extremos (esquematismo y prolijidad) Esto perturba el equilibrio de una obra a la que sobra el cen- sayo, una obra de pensamiento volcada al futuro de la Unión y de España como parte de ella. El libro va ganando en seguridad y claridad a medida que avanza de lo abstracto a lo más concreto; el trinomio Región- Estado- Europa, la legitimidad de las instituciones, su composición y toma de decisiones, las perspectivas de la unión monetaria y económica, la determinación del espacio europeo y su ampliación o la transformación de Europa en una nueva potencia en el escenario mundial... Aunque el autor esquiva o hace un tratamiento esterilizado de las cuestiones más incómodas para alimentar la esperanza (por ejemplo, las políticas de cooperación en asuntos de interior y de justicia, la CE en él GATT, la UEO, el tratamiento de los derechos fundamentales y del control judicial en Maastricht... las sugerencias y pistas que ofrece, para compartir y discrepar, son numerosas.

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