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CULTURAL MADRID 14-10-1994 página 24
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CULTURAL MADRID 14-10-1994 página 24

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC literario Nietzsche, más allá del bien y del mal Griego y germánico, filólogoy poeta ODO el mundo sabe que Nietzsche era profesor de Filología Clásica en Basilea y que dejó su cátedra en 1878, a raíz de la publicación de Humano, demasiado humano para irse a rodar solitario por el mundo- tras una violenta ruptura con sus colegas. Todo el mundo sabe que escribió aquel libro herético titulado El prigen de la tragedia en el espíritu de la música que su maestro y su compañero Rohde no comprendían y del que abominaba el gran Wilamowitz, en cuanto diletante y anticientífico, Todo el mundo repite el genial tópico, justo y disparatado, de lo apolíneo y lo dionisiaco en el mundo griego y en todos los mundos. Nietzsche fue el verdadero descubridor, entre exageraciones y distorsiones, del sentido de lo trágico: del culto a la vida alegre y multiforme unido a la comprensión y aceptación del sufrimiento que a ella va unido. Y ello, frente a tanto pensamiento tranquilizante, que él llamaba socratismo. Fue más profunda su comprensión de la tragedia que la de las puras definiciones formales de un Aristóteles o un Wilamowitz. Y su vida fue trágica. Eran máscaras suyas el dios Dioniso o el filósofo Herácfito o el profeta Zaratustra, como encarnaba en Ariadna, la amante de Dioniso, a su amada imposible, Cósima Wagner. Luchó contra las tentaciones racionales que le ofrecía la Filología de su tiempo y rompió con ella tras renunciar a su anunciado programa de ser un centauro de filó logo apolíneo y hombre dionisiaco. Y, at final, cay fulminado por latocura en una plaza- de Turín. Pero todo esto se comprende mal sin conocer el ambiente de la Filología Clásica de su siglo y la concepción de Grecia en el mismo. Soto a partir de aquí po. dremos entender un poco de su vida Y de dos temas complementarios: lo que los griegos- le dierony io que él dio a los griegos. n la segunda mitad del siglo pasado y aún mucho después, la Filología Clásica era en Alemania el modelo de toda óiencia humana, la más respetada. En la escuela de Pforte aprendió a fondo los clásicos, como Rohde y Wilamowitz, y luego los cultivó en Bonn, en Leipzig, en Basilea. Hacía Filología: el estudio minucioso, analítico, de los textos antiguos, fylétodo y ausencia de metafísica eran las palabras clave. Avanzó así inmensamente el conocimiento de los antiguos. Pero Nietzsc a sentía que en esa ciene 24 T cía faltaba alma. No saltan de ella las grandes síntesis que nos hicieran comprender quiénes eran los griegos, qué era la tragedia, quiénes son los hombres. Cuando se quería presentar esas síntesis, se acudía a Ja vieja imagen idealizada de un Winckelmann o un Goethe, que presentaban aquellos griegos luminosos y armónicos, columnas de mármol ambulantes. Nietzsche escribió buenos trabajos de filólogo, publicados en las más ilustres revistas de la época, como el Rheinisches Museum que continúa editándose. Pero le dejaban insatisfecho, le nuevos mundos desmesurados, antirracionales, con voluntad de acción además. Y esa conspiración no se forjó en las aulas, sino en las noches de guardia, como enfermero en el hospital de Metz en la guerra franco- prusiana. Cerca de la guerra y el dolor. Nació sí, el heterodoxo anticristiano, el predicador de la nueva helenidad dionisiaca y del evangelio de Zaratustra, Todo arropado en una espléndida retórica entre latina, hebrea y germánica: imposible leeria en traducciónDemasiada pasión y más si se ve la delirante contrapartida: la M ri parecían insuficientes. Para él la clave estaba en a oposición entre la racionalidad socrática y apolíriea y el vitalismo y el trágico dolor dionisiacos. Y es que en Nietzsche había coincidido el conocimiento de los griegos, y de lo más peligroso de tos griegos, con el de la poesía alemana (Goethe y Hólderlin) el de la música, el de filosofías místicas y voluntaristas igualmente germánicas (el maestro Eckard, Nicolás de Cusa, Kant, Schopenhauer) Estas dos líneas habían conspirado en silencio para crear vida en soledad y angustia, vida salvaje y atormentada, la suya propia: Conocéis las chispas. del espíritu, dice en el Zaratustra pero no veis el yunque que es ni la crueldad con que es martilleado Y las conclusiones sobre ese Superhombre que va a imponer al mundo su propio molde, aboliendo toda institución tradicional. Y sobre las mujeres, rabieta un tanto infantil derivada de su fracaso con Lou Salomé ¿Vas con mujeres? No olvides el látigo. Y las ingenuidades y desatinos y exageraciones y locuras en la in- LA Filología Clásica falló para Nietzsche como medicina contra su irracionalismx) fue mus fuerte éste. Pero acertaba en sus prim ras definiciones de esa Filología comx) intento de comprensión, como disciplina no sólo histórica, también artística terpretación de los antiguos y en todo lo demás, Pero, sobre todo, entre distorsiones y pasión, logró poner en foco a los presocráticos (a un Heráclito que proclamaba la unidad de los contrarios: la vida y la muerte) a los trágicos vistos en su intimidad, a los poemas homéricos en cuanto obras de arte unitarias. Abrió un debate sobre la esencia íntima de las ideologías en lucha en Grecia y fuera de Grecia. No pudo, naturalmente, reconocer que también es humana la búsqueda de la razón, de la medida y de la ley y que no son humanas sus conclusiones sobre una nueva Humanidad queTenuncie a todo esto. La Filología Clásica falló para Nietzsche como medicina contra su irracionalismo: fue más fuerte éste. Pero acertaba en sus primeras definiciones de esa Filología como intento de comprensión, como disciplina no sólo histórica, también artística. Así es o así debería ser. Y, aunque fuera tomando partido en forma desmesurada, redescubrió las eternas antinomias que luchaban en Grecia y que siguen luchando. Y los griegos le ayudaron: los trágicos, los presocráticos, los mitos, los sofistas, toda esa zona oscura. En cierto sentido, nos ofrece una Grecia más verdadera (aunque hay que tocaria con cuidado) que la de su gran rival Wilamowitz cuando descuartizaba a Homero por falta de comprensión estética (esto no vio bien Nietzsche) cuando definía banalmente la tragedia, cuando confundía el círculo de Safo con un pensionado de señoritas (de señoritas alemanas de la época) cuando veía en Platón a un académico como él o malinterpretaba el irracionalismo del Fedro redudéndolo a unos propósitos intrascendentes vertidos junto al plátano y la fuente en un hermoso día de verano. B conocimiento y el método- -lo que llaman el método, a veces una simple acumulación de platitudes y ajtinas- -no son suficientes. La pasión y la intuición, tampoco. Pero imbuyéndonos de lo uno y de lo otro podemos imaginar en cierto modo aquel ideal centauro- filológico que, para comprender a los antiguos y a los hombres en general, propugnaba Nietzsche. Griego y germánico, filólogo y poeta, hombre atormentado, reformador del mundo por fortuna frustrado, eso es lo que fue. F. RODRÍGUEZ ADRADOS de a Real Academia Española

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