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CULTURAL MADRID 17-06-1994 página 19
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CULTURAL MADRID 17-06-1994 página 19

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC literario Julián Marías, ochenta años- U LAS RAICES DE SU PENSAMIENTO sitamos de algún modo negar a saber a que atenernos. En segundo lugar, en la novela personal unamumana, una forma de novela existencial, la vida humana aparece representada en su condición dramática, sirviendo de base j a una posible 7 ontüicgia de la ex tencia humana. Mientras el existencialism; o triunfaba por Europa, Marías advirtió que en la obra literarla del genial vasco podíamos hallar un análisis de la existencia, en cierto sentido paralelo al que hacían Sartre, Marcel o Camus, por mencionar algunos de los nombres más conocidos. Pero además, en su libro juvenil y hoy ya clásico sobre Unamuno aparece ya temáticamente el tema filosófico del hombre y la persona. El hombre era el tema unamuniano, el hombre de carne y hueso, el que pesa sobre la tierra y experimenta un vivir agónico en que aspira a no morir. Ortega ha construido de modo magistral el esquema analítico de la vida, construcción análoga a la posterior analítica heideggeriana de la existencia. A una y a otra se ha de añadir, según Marías, el estudio de una estructura empírica a la que pertenece esta corporeidad concreta en que se realiza nuestra vida, y su psiquismo, y esta sensibilidad, esta lengua, o la disyunción sexuada, dimensiones todas cuyo conjunto es lo que llama el hombre Junto a la metafísica de Ortega, hay que poner la antropología de Marías. Es una construcción teórica potencialmente muy fecunda para las ciencias humanas de nuestro tiempo, y en alguna medida hay aquí también inspiración unamuniana. Cincuenta años median entre las páginas del Miguel de Unamuno y las últimas de su libro reciente Mapa del mundo personal- A su luz, su pensamiento se rrueft -a corr. o una teoría personal de la vida hum. ana, como una metafísica vital de la persona humana, o tal vez, como un personalismo vital En este personalismo resuena también de un modo tortísimo la profunda convicción cristiana que explícitamente se muestra en toda su obra. Esta es una creencia profundamente personal, que le ha impulsado activamente a repensar los contenidos religiosos desde su idea de la vida y la persona. El cristianismo ha traído consigo una visión personal de la realidad, tanto de la divina como de la humana, Xavier Zubiri, otro maestro de Marías, lo subrayó hace muchos años en un espléndido ensayo sobre la teología de San Pablo. Pocas páginas hay tan innovadoras, tan profundas, a mi juicio, como aquellas en que Marías ha analizado la presencia en nuestra vida de la creación la innovación absoluta de realidad algo que a su juicio se da con la aparición de cada persona como un Otro absolutamente irreductible a los demás, Heidegger preguntó: Por que hay el ser más bien que la nada en su lugar Marías pregunta: ¿Por qué hay la persona en vez de las puras cosas? N fraile y filosofo medieval francés, Bernardo de Chantres, acurio una imagen que, con el paso de los siglos, ha hecho fortuna. Di o que los modernos eran como niños subidos a los hombros de unos gigantes, los clasicos. Según esto, muchos lectores de lengua española andamos encaramados a los hombros de Julián Marías, Que en estos días cumple ochenta años floridos. Marías es autor de una obra profunda y original. Precisamente porque la ha ido elaborando con un expreso sentido de continuidad respecto de sus maestros, a veces ha podido quedar en sombra su condición innovadora. Está ahí su imagen de gran discípulo de Ortega. Lo cual es verdad, Pero habría que reparar mas en la condición de su discipu 3 do, Lo es porque viene de él, y se ha apoyado en sus ideas una y otra vez; pero hay que decir due para ir hacia sí mismo, para enfrentarse a sus propias cuestiones. Su reflexión tiene raices que arraigan fuera del pensamiento de Ortega. Como todo gran intelectual, está muy lejos de ser el hombre de un solo libro. La primera raíz de la singularidad de su pensamiento hay- que ir a buscarla a la situación misma de que éste ha nacido. Todo pensar auténtico es siempre circunstancial. Por un lado, su situación ya intuía, como un factor a tener en cuenta, la filosofía de su maestro, cosa que evidentemente no le sucedió a Ortega. Pero además, mientras éste vivió dominado por el afán de salir de la modernidad, de la conciencia, del idealismo, yo creo que el mundo de Marías, según su opinión, estaría dominado por un rasgo bien diferente: el de vivir contra la verdad Este vivir contra la verdad se manifiesta de mil modos, desde 3 Pérdida del respeto a la vida en odas sus formas, a los innumerables ataques a Unamuno, a Griega, a los hombres del 98, o a la adición liberal española, para mencionar tan sólo algunos ejemplos. Pero además, en su filosofía nay la huella de otras influencias Que ya no son la de Ortega. Asume, ciertamente, el núcleo del pensamiento de aquel: que la realidad radical es mi vida; que yo soy yo y mi circunstancia; que soy por fuerza libre; que la vida hemos de hacérnosla nosotros mismos; y que hemos de hacerla M creativa y responsablemente, mediante el uso de la razón, que es precisamente la razón vital, la vida como sistema que aprehende y da razón de sus contenidos. Pero hay otros elementos esenciales que ya no proceden de ahí. Uno es el influjo de Unamuno. Unamuno fue el tema del segundo libro escrito por Marías, publicado en 1943, cuando tenía su autor 29 años. Este libro contiene algunos de los temas más personales y permanentes de su autor. Entre ellos destacan la meditación sobre la muerte, la idea de la novela como método de conocimiento y la consideración radical del hombre como persona. H E N las obras de Ortega apenas si hay quince páginas sObre el asunto de la muerte humana. En cambio, Unamuno ha vivido haciendo de su pensar una meditación sobre la muerte; para él se trataba de no morir, porque si muero, ya nada tiene Séihtidó En todos los libros de Marías, diría yo que resuena el tema de la muerte de cada uno, y su sentido dentro de mi vida. Es uno de esos problemas irrenunciables, propios de la filosofía, respecto del cual nece- AY en fin una última dimensión de originalidad en este pensamiento que es muy visible, aunque no se suela reparar en ella. Se trata, a mi juicio, de una filosofía pensada y vista en gran medida desde la realidad del cine. No es ninguna casualidad que Marías lleve treinta años escribiendo sobre cine. Es que cine y filosofía son empresas humanas nada alejadas una de otra. Define Marías la filosofía como visión responsable que va diciendo lo que ve y justifica todo lo que dice. El cine, por su parte, es pensar con los ojos contemplar el cine es entender. No, no están lejos el cine y el filosofar, tareas ambas para ver y comprender. Marías ha hecho una filosofía profunda, admirable, y accesible para el hombre de los comienzos del siglo XXI. Es una filosofía exigida por su situación, posibilitada por esa tradición española que en Ortega y Unamuno tiene sus máximos exponentes, y que esforzadamente progresa hacia una comprensión personal de la realidad. Hallo CARPINTERO 19

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