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CULTURAL MADRID 12-02-1993 página 13
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CULTURAL MADRID 12-02-1993 página 13

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C literario Ensayo Teatro El ducado de Sevilla Manuel María Rodríguez de Maribona Prensa y Ediciones Iberoamericanas Madrid, 1992. 290 páginas. 2750 pesetas El juego de las preguntas Peter Handke Traducción de E. Barjau y S. Yunquera. Alfaguara. Madrid, 1992. 146 páginas, 1.250 pesetas M ANUEL Rodríguez de Maribona, historiador, diplomado en Arte, genealogista, fundador y primer secretario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía y actual director de la Academia asturiana de las mencionadas disciplinas, consigue atraer al lector con un estilo periodístico ágil y ameno, interesarle en la temática de su trabajo con argumentos contrastados, presentar unas hipótesis y una conclusión creíbles basadas en rigurosa investigación, todo ello en el marco de una certera visión de conjunto del siglo decimonónico español. Los archivos en los que ha trabajado el autor son cuantitativamente importantes y de relevante significación: Histórico Nacional, Ministerio de Asuntos Exteriores, Ministerio de Justicia, Ministerio de la Marina, de Palacio, de Protocolos de Madrid, de la Casa Borbón- Sevilla, Real Academia de la Historia, etcétera. La bibliografía también es extensa, sí bien en este apartado no entiende el crítico cómo puede citarse, tanto en el texto como en la reseña bibliográfica que cierra el trabajo, a M. Carlavilla, cuyos libros más populares lo fueron no por las excelencias de sus nulas aportaciones, sino porque aparecieron tintados de icteria y de difamación. Rodríguez de Maribona desvela, entre otros aspectos históricos controvertidos, el misterio de la muerte del primer duque de Sevilla partiendo de una disyuntiva misteriosa y atractiva: duelo o asesinato. El autor ha encontrado demasiados indicios que le permiten tomar en consideración la especie del asesinato, dado que en una segunda autopsia del cadáver, requerida por la familia después de la guerra civil del 36, pudo encontrarse un orificio de bala en la nuca del ahora biografiado, imposible de producirse en un duelo cara a cara. También la hija de don Enrique, María del Olvido de Borbón, escribió en su diario que al poco tiempo de que su padre abandonara la residencia para dirigirse al lugar del duelo escuchó un disparo y encontró a su padre muerto. Son argumentos que avalan la hipótesis del asesinato, sobre la cual el autor opta por no definirse. Don Enrique de Borbón y de Bortión, hijo de don Francisco de Paula y de Doña Luisa Carlota, aparece en esta biografía como un personaje de vida atípica, distinguido por el progresismo de su pensamiento político, pretendiente al Trono de España por la vía del casamiento con su prima Isabel II, dificultado por sus manifiestos de carácter revolucionario y su participación en este tipo de movimientos. Tras la histórica revolución del 68, el duque de Sevilla apoyó a Espartero y se tornó el enemigo mortal del duque de Montpensier, otro de los candidatos al Trono de España. Un manifiesto del primero contra don Antonio de Orleans desencadenó el duelo en torno al cual gira el núcleo del trabajo de Rodríguez de Maribona. Como afirma el autor, el duque de Sevilla consiguió al menos que el de Montpensier, tras el duelo, quedara incapacitado para reinar. Un álbum gráfico con fotografías del duque de Sevilla y de sus descendientes, en gran parte inéditas, una relación detallada de sus sucesores en el ducado y un apéndice documental, útil sobre todo para los historiadores, concluye un trabajo riguroso. José María TOQUERO L A primera dificultad que este texto del controvertido escritor austríaco Peter Handke plantea proviene de su mismo título a la hora de traducirlo al español. Porque el alemán- como el inglés- reúne el doble significado de juego y representación en la palabra spiel play de forma que en Das Spiel vom Fagen va implícito no sólo el juego que vertebra toda la obra y le da sentido, sino también el carácter, más que dialogado, puramente dramático, de estas páginas en las que, como es usual en el autor, el lenguaje adquiere protagonismo máximo, a costa de la propia construcción de los personajes como caracte- res, de la ambientación narrativa y descriptiva y de la trama que intrigaría al lector. Sería una pena que dificultades como las aludidas, junto al deliberado propósito que Handke tiene de romper con las expectativas naturales del público, entorpeciesen que El juego de las preguntas fuese apreciado como merece. En primer lugar, resultará desorientador el que aparezca en, una colección dedicada a la narrativa, porque la obra está mucho más cerca de lo teatral que de lo novelístico. En realidad, ambas posibilidades pertenecen al universo del relato, pues aristotélicamente tan sólo se diferencian por el carácter directo o indirecto de la imitación de las acciones que respectivamente las caracteriza. En este sentido, el escritor austríaco también ha recorrido el sendero inverso. Su famosa obra de 1956 Publikumsbeschimpfung traducida ya hace años conra Insultos al público es una pieza en la que tos personajes actúan como auténticos narradores, o como interlocutores de una conversación en la que, muy en la línea de las ideas de Wíttgenstein, se trata de depurar el lenguaje al máximo, desvelando las convenciones que lo mixtifican, y con ello mixtifican a sus usuarios. No me parece inoportuno recordar estos Insultos al público porque el artificio generador de aquel discurso teatral y narrativo a la vez es el mismo que configura ahora esta otra obra publicada en Alemania en 1989, en la que simplemente los términos se invierten, y, cuando menos por su marco editorial, lo novelístico va un paso por delante de lo dramático. Se trata de la reiteración, la recurrencia obsesiva de un mismo tema, identificado en ambos casos con un acto de habla de fuerte impronta perlocutiva que es el término con el que la pragmática lingüística designa las manifestaciones de nuestra conducta verbal que tienden ante todo a provocar reacciones inmediatas en nuestros oyentes. Ambos títulos nos adelantan ya la clave compositiva a la que me estoy refiriendo. En 1965, el escritor propinaba a su auditorio una cascada de dicterios, en un crescendo de impresionante efectividad dramática; hoy hace lo propio con un juego representado en el que las interrogaciones lo configuran todo. Si hiciésemos unas concordancias de las páginas de este texto, la ocurrencia estadística del verbo preguntar y su correspondiente campo léxico se nos revelaría como asombrosamente elevada. Algo semejante sucede, aunque con una frecuencia lógicamente inferior, con las construcciones sintácticas interrogativas. Al igual que hay páginas- por ejemplo: la 119- donde la palabra clave aparece casi en cada línea, en otras secuencias los personajes que dialogan se entregan continuamente a ese vaivén de preguntas- respuestas que trasciende incluso los códigos puramente verbales. Mencionaré como ejemplo excelente de ello la sección numerada como 3.2, protagonizada por los personajes ACTOR y ACTRIZ, en donde él se limita a veces, como rezan las acotaciones, a lanzar una mirada de interrogación o a articular, paradójicamente, un silencio como pregunta Tanto es así, que no sólo los signos de los actores pueden transmitir ese mensaje, sino también los externos, como la luz de la escena, que en otro momento se va transformando en una luz interrogativa (pág. 118) Semejante reiteración, resuelta magistralmente por Handke sin provocarnos el hastío que cabría temer, tiene mucho de juego, parejo a los que tanto agradaban a los vanguardistas o a esa literatura extravagante -o incómoda como decía Quenau- que entre los miembros el grupo OULIPO dio en artificios opuestos al que aquí comentamos, como, por ejemplo, prescindir de la letra e en un texto extenso como la novela La disparition de G. Perec (y no se dejarán de percibir tampoco resonancias del teatro del absurdo El arte como juego, pues. Como creación que a la vez reproduce el proceso creativo del que resulta. Planteamiento nada ajeno, por cierto, a la llamada posmodernidad, que no falta a la cita en una de las preguntas de esta obra: ¿Es ésta una manera posmoderna de despedirse? (pág. 134) Pero en Handke, por suerte, ello no va fatalmente acompañado de superficialidad (ni tampoco, para nuestro alborozo, de garrulería, vencida aquí por una aquilatada aura de poeticidad) El juego de las preguntas reivindica, a través de ellas, la curiosidad, la inquietud, el inconformismo, pero también el diálogo, la comunicación, la solidaridad, el vitalismo hecho verbo... Porque a estas alturas finiseculares hay que volver a edificar el palacio de tas preguntas. Las estatuas de piedra de las preguntas tienen que tomar aliento y aguzar los oídos. La fantasía de las preguntas no det) e continuar atada. No hay que talar el jardín de cerezos de las preguntas (pág. 49) Darío VILLANUEVA ati 3

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