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CULTURAL MADRID 08-01-1993 página 9
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CULTURAL MADRID 08-01-1993 página 9

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
  • Página9
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ABC literario Arte Poesía Cartas sobre la pintura de paisige Cari Gustav Carus Traducción de José Luis Arántegui. Visor Madrid, 1992. 272 páginas Poemas náufragos Dulce María Loynaz Diputación de Cádiz, 1992. 79 págs. 900 pesetas. La novia de Lázaro. Betania, 1991. 36 págs D ESDE este libro de Cari Gustav Carus hasta llegar a la frase de Cézanne en los albores del siglo XX En la Naturaleza todo se modela según la esfera, el cono y el cilindro habrían de pasar setenta años y ese fenómeno cultural que conocemos por el nombre de Impresionismo y que abrió las puertas a todas las revoluciones plásticas de nuestro tiempo. En aquel primer tercio del XIX, Carus (médico, naturalista y pintor) sienta las bases de un concepto romántico del paisaje con lenguaje neoclásico y nos descubre el maridaje entre Ciencia y Arte, tan característico de sus coetáneos Blechen, Rottmann y Caspar David Friedrich, amigo este último del autor y representante perfecto del paisaje que Carus analiza en un texto que podemos considerar histórico, por cuanto recoge las ideas de uno de los maestros de la escuela romántica. Las Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje están escritas con elegancia, se corresponden con el arte que estudian y (sobre todo) describen, al igual que los cuadros de los pintores citados en ellas describen la Naturaleza en un momento en que culmina el camino iniciado dos siglos atrás por Claudio de Lorena, Van Ruisdael y otros precursores del paisajismo romántico. Esa unidad de la Naturaleza que nos propone el autor cristaliza en un concepto de lo Bello Triple acorde de Dios, Naturaleza y Ser Humano definición que matiza añadiendo: La belleza natural es divina, la artística, humana Pero estas afirmaciones son sólo algunos de los cimientos de sus ideas estéticas, que explica con ejemplos y con sus Observaciones y pensamientos ante cuadros escogidos de la Galería de Dresde, 1867 cuatro breves estudios que cierran el libro y que nos recuerdan los comentarlos de aquellos Salones de Diderot. Las cartas (diez en total) los doce anexos y el citado epílogo forman un conjunto que, en su época, alcanzó una gran difusión en los medios intelectuales y aunque nuevas interpretaciones hayan sustituido el pensamiento de los filósofos del Romanticismo, la claridad, el buen juicio y el espíritu científico de Carus convierten esta obra, publicada en la colección La balsa de la Medusa (en la que abundan los títulos realmente interesantes) con una extensa y erudita introducción de Javier ArnakJo, en un libro qué complementa otras lecturas más actuales sobre Teoría del Arte y que en la historia de esas teorías, debe ocupar el lugar que merece. Pues el Romanticismo anticipa, en lo que se refiere a este tema, especialmente, la actitud anarquista frente a las normas y las reglas, y Nikolaus Pevsner nos recuerda en Las academias de arte aquellas diatribas de los jóvenes contra la enseñanza oficial, citando a Caspar David Friedrich: Dejad que cada uno tenga su forma de hacer, y su forma de expresarse, y ayudad al estudiante con vuestro consejo, en lugar de imponer la ley Palabras de mucha actualidad en unos momentos en los que las enseñanzas memorísticas y el insistente ejei cicio de copiar han abandonado las Escuelas y Facultades de Bellas Artes. Javier RUBIO E L poema en prosa La novia de Lázaro figura ya en la náufraga antología de poesía en prosa (náufraga, porque en ella no se especifica la procedencia de los textos, ni siquiera el carácter antológico de la misma) Figura entre ellos, sin embargo, el poema Carta de amor al rey Tut- Ank- Amen fechado en 1929, junto a Poemas del insomnio de 1960. Dulce María Loynaz (nacida en La Habana en 1903) llegó por azares inescrutables del premio Cervantes al máximo galardón hispánico al filo de los noventa años. Es hija de un general del Ejército Libertador y hermana del tam- bién poeta Enrique Loynaz Muñoz (19041966) cuya obra, aparecida ocasionalmente en algunas publicaciones periódicas, permanece todavía inédita. Ambos hermanos se educaron con profesores particulares en su propio hogar hasta el inicio de sus estudios de Derecho, en los que coincidieron. Dulce María publicó su primer poema en La Nación en 1920, año en el que viajó por vez primera a los EE. UU. Tras finalizar sus estudios en 1927, después de visitar en diversas ocasiones Europa y los EE. UU. recorrerá Turquía, Siria, Líbano, Palestina y Egipto (1929) México (1937) Suramérica (1946- 47) y las islas Canarias (1947 y 1951) Fue elegida miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras en 1951, de la Academia Cubana de la Lengua en 1959, que preside, y correspondiente de la Española en 1968. En la contraportada de La novia de Lázaro se reproducen una palabras suyas: A mi edad no se hacen versos o no deben hacerse, que es lo mismo, y en lo que a mí toca, puedo decir que dejé de hacerlos mucho antes, desde que una serie de reacciones en cadena segó en mí aquella fuente creadora. Sin embargo, figura en su bibliografía otro libro reciente, Bestiarium (La Habana, 1991) En buena medida. La novia de Lázaro constituye una reflexión sobre la muerte utilizando la fórmula del versículo bíblico y los tradicionales personajes evangélicos: Vuelves a tní, entero y sin jadeos, con tu gran sueño inmune al frío de la tumba cuando ya Martha y María, cansadas de esperar milagros y deshojar crepúsculos, bajaban en silencio lentamente la cuesta de todas las Bethanias. Ha sido, sin Jugar a dudas, la reciente y polémica concesión del premio Cervantes a la escritora cubana lo que ha llevado a su poesía a un piano de actualidad que tal vez no le corresponda. Porque en los textos reunidos en Poemas náufragos no advertimos suficientes rasgos de capacidad renovadora. Su poema a Tut- Ank- Amen, inspirado sin duda en el viaje realizado a Egipto, procede del modernismo juanramoniano, como puede observarse en la mera adjetivación: En la tarde de ayer he visto en el museo la columnita de marfil que tú pintaste de azul, de rosa y de amarillo. No es casual que el poeta de Moguer le dedicara un retrato lírico en Españoles de tres mundos (1942) Sus orígenes poéticos residen antes en Juan Ramón Jiménez que en la propia tradición cubana: José Lezama Lima y, naturalmente, en los antípodas de Nicolás Guillen. En el mismo ámbito de inspiración evangélica que el poema ya mencionado de La novia de Lázaro cabe situar también El primer milagro inspirado en el pasaje de las bodas de Cana de Galilea, según el Evangelio de San Juan: En aquel instante la madre se le ha vuelto niña y él tiene miedo de heriría con una palabra seca, con un gesto, con esa facilidad con que se hiere a los infantes... Pero ella quiere nada menos que un milagro. Se plantea una reelaboración de un texto ampliamente conocido y glosado. La autora busca un lenguaje simbólico y los recursos utilizados deben definirse a través de los ecos que sugiere el lenguaje. De igual modo, la Carta a Margarita Montero reconstruye un pasaje de Lucía de Lammermoor: El solo de Lucía. Es un solo de soledad deleitada, fragante, exquisita fechado en 1939. Descubriremos, a lo sumo, una sensibilidad y una modulación verbal a su servicio. También la perspectiva femenina, que la autora recobrará en su obra ensayística con la interpretación de la Avellaneda, una cubana universal Más interiorizados son los Poemas del insomnio (1960) de los que se desprende, dentro de una constante inspiración religiosa, una actitud más angustiada e inquietante: Señor, es necesario que me des con el pan nuestro, el sueño nuestro de cada día. Más que el pan diste el sueño a todas las criaturas de la tierra: no se lo niegues, pues, a quien no es menos tuya que las otras... Los poemas reunidos en esta breve antología, todos ellos en prosa, pese a proceder de diversas etapas de la obra de Dutee María Loynaz, mantienen unas constantes: inspiración religiosa, utilización de imágenes o parábolas evangélicas, cuito a la sensibilidad, técnica descriptiva y marcado simt) olismo. En el Tríptico de San Martín de Loynaz, la autora recupera sus orígenes vascos en una estampa que inicialmente sitúa en et siglo XVI y que tiene el arcaico regusto azoríniano y el desbordante modemisnw del primer Valle- Inclán. Uno de los mártires de Japón se convierte en argamasa porque el que siembra palabra viva ha de estar dispuesto a regaría con sangre viva de sus venas. Porque sólo la vida engendra vida, y sólo la propia sangre es el agua digna de a palabra de Dios Su temática religiosa se confunde aquí con sus orígenes vasco- españoles. Fundamentada en la tradick n, no advertimos en sus páginas signo alguno de renovaría. Joaquín MARCO 9

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