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CULTURAL MADRID 24-07-1992 página 7
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CULTURAL MADRID 24-07-1992 página 7

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C literario P OR fortuna, no hay El Tirant es, sin ningún ay que duda, uno de los relatos escribir en esta más apasionantes escriMartín de Riquer crónica. Se me ocurrió tos en la Península, aunponerme interjectivo en la Editorial Sirmio. Barcelona, 1992. 267 páginas, 2.500 pesetas que creo que bromeaba anterior, y alguien, duCervantes en aquella farante la producción de este suplemento, le dúos problemas matrimoniales- u n o muy mosa sentencia según la cual por su estilo, es clavó al monosílabo, como un rejoncillo, una h- grave, nada menos que con Ausias March- éste el mejor libro del mundo porque, poco espuria. No he podido averiguar quién, porque mediando en sus innumerables conflictos reyes después, refiriéndose el cura a otro que ha caliel ABC Cultural se ha hecho Fuenteovejuna. y grandes señores, y padeciendo siempre difi ficado de disparatado lo juzga también como Sólo dos explicaciones son posibles: o despiste cultades económicas, a causa de las cuales el mejor y más único libro de cuantos de este de quien tecleó, o superflua intención de ha- tuvo que empeñar por cien reales el manuscrito género han salido a la luz del mundo Pudo dicerme un quite. Excluyo por impensable la de o una copia del Tirant a su vecino el caba- vertirle (es, asegura con razón, un tesoro de sentarme en berlina. Por lo demás, ¿qué reme- llero catalán Martí Joan de Galba. La muerte contento y una niina de pasatiempos pero diaría conocer al rejoneador? andaba bien lejos de su estética, de su férreo (1469) le impidió recuperarlo, y la obra se puculto a la verosimilitud, de todo aquello que le De todos modos, como las únicas exclama- blicó veintiún años después con el famoso epíhabía conducido a definir su propio Quijote ciones que proceden ante esta obra son las de logo en que se atribuye a Galba la cuarta parte como libro de entendimiento júbilo, y algunas tienen haches insidiosas, las final del libro. omito. Se trata del último esfuerzo, por ahora, Riquer, que, en su más temprano examen de Los placeres que Martorell desea proporcioque Martín de Riquer ha hecho para iluminar el esa atribución, había aceptado cierta intervennar al lector son muy distintos. Frente al no ha gran libro valenciano, prosiguiendo una tarea mucho tiempo cervantino, él sitúa su relato en que empezó hace nueve lustros, y que ha per aquell temps esto es, en el que mide un reloj mitido ensanchar el conocimiento del Tirant sin esfera, donde hasta la realidad, cuando entra, haciéndolo a la vez más profundo. Por su emse torna fantástica. No es un libro de caballerías, peño personal, en primer término, pero también como Riquer tiene bien estatuido, sino un libro de por el de otros muchos investigadores a quiecaballeros, cuyo protagonista fictivo reúne las nes ha estimulado su ejemplo. La obra de Marcualidades de los aventureros auténticos- mutorell es, sin embargo, sólo uno de los centros a chos de ellos valencianos- que recorrían Euque el gran investigador barcelonés aplica con ropa probando la fortaleza de su temple. constancia su talento. Los estudios que ha deLa novela- y es la esencial aportación del lidicado a la poesía trovadoresca, a las gestas bro que comentamos- intenta sugerir la imprefrancesas, a las literaturas catalana y castellana sión de que aquell temps es, a la vez, el- d e ésta, en especial al Quijote le han tiempo en que es escrita. Y así, junto a los pergranjeado la universal estima de que goza, forsonajes y hechos más evidentemente fabulotalecida, por si algo faltara, con su extraordinasos, a los lugares imposibles, a las más atroces ria autoridad en heráldica, historia caballeresca anacronías, se delatan presencias y hechos y circunstancias anejas. Si aludo a tales sabereales, que muchos lectores contemporáneos res, es porque todos ellos, y otros más, claro, identificarían con facilidad, pero no sin desconhan confluido en esta nueva obra, para convercierto al verlas convivir en las mismas páginas tirla, no sólo, en una elucidación perfecta del recon obvias falsedades. lato que estudia, sino en un panorama apasioEse es el sutil juego martorelliano en que nante de la civilización europea del cuatrocienMartín de Riquer indaga con envidiable sagacitos. Hace mucho que Riquer ha demostrado dad, cumpliendo el propósito anunciado por el pertenecer a la estirpe intelectual de los Milá y título: descubrir cómo la historia y la ficción se los Rubio; de ahí que cualquier escrito suyo enmarañan en el texto. Y así, por ejemplo, convoque enseguida a quienes les gusta recocuando puede parecer mera tabulación del aurrer aquellos territorios histórico- literarios. tor el placer que la Emperatriz experimentaba al La obra de Martorell es de oír el romance de Tristán- j u n romance casteAl cumplirse en 1990 el quinto centenario de muy fácil lectura, pero su llano en Constantinopla, antes de la diáspora la publicación de la famosa narración- d e la sefardí! ocurre que Pedro Tafur, visitante de cual ya había preparado varias ediciones desde superficie Uaná encubre aquella ciudad en 1438, cuenta cómo el Empe 1969, así como de la anónima versión castemultitud de riquezas que rador estimaba mucho a un trujamán español llana de 1511- dio a la estampa una Aproxide su corte, Juan de Sevilla, porque le canmado al Tirant lo Blanch que obtuvo el Preeste libro de Martín de taba romances castellanos en un laúd mio Nacional de Ensayo. Metido en la tarea de Riquer, tan sabio, tan traducirlo al castellano, vio pronto, dice, que se Docenas y docenas de hilos que parecen le desviaba por caminos distintos, que no preciso, tan entusiasta, imaginarios en el complicado tejido del Tirant planteaba los mismos problemas y que su resultan poseer consistencia real. O encubren ayuda a compartir propósito se orientaba a situar el Tirant en su lo histórico con intenciones no siempre deslininmediata circunstancia dables, entre las que no cabe desóartar alguna mala intención. Como he dicho, es la parte Ha resultado, en efecto, un libro diferente. esencial de esta obra crítica, pero no la única, Parte, como es lógico, de una exposición breve porque la rodean sugestivas noticias sobre múly vivida- Riquer no escribe ni una sola línea que no rezume entusiasmo- de cuanto se sabe ción del catalán, y que había persuadido a emi- tiples caballeros históricos que conferían realide Joanot Martorell, incluido lo muy importante nentes críticos de ello, la ha negado en la dad al protagonista, y exactas precisiones que, sobre él, acaban de aportar J. Villalmanzo Aproximado y aquí reitera la negativa, ase- acerca de las innumerables cuestiones que el liy J. Chiner, este mismo año. Era necesario, gurando que el supuesto coautor actuó sólo bro suscita, entre ellas, la de por qué presenta dado su convencimiento de que el valentino como prestamista, lo suficientemente perspicaz como cristiano el Imperio griego ya en poder de fantasea mucho menos de lo que parece, y de para ver un buen negocio en la impresión del los turcos: liberándolo fictivamente Tirant de la que la realidad no sólo inspira los episodios ini- manuscrito. Es un problema de difícil dilucida- asechanza, expresaba Martorell la que era anciales de Inglaterra, en cuya corte vivió y hasta, ción; tal vez me equivoque al percibir una cierta sia compartida por toda la Cristiandad. posiblemente, fue armado caballero, habiendo incoherencia entre el autor que, en el prólogo, Su obra, cuya genialidad proclamó, tal vez en frecuentado, como es natural, las palestras, afirma el propósito de alegrar a la nación valen- broma, pero con incuestionable simpatía Cersino que por conocimiento directo, en unos ca- ciana, y el que, casi al final, asegura que el libro vantes, y en la que han insistido lectores tan sos y, en otros, por informaciones que se pro- proporcionará ejemplos de cómo Fortuna abate a excepcionales como Dámaso Alonso o Mario curó, son históricos muchos hechos, lugares y los poderosos, y de que resulta inútil la preten- Vargas Llosa, es de muy fácil lectura, pero su personajes que comparecen abigarradamente sión de la fama. Es cierto que, a lo largo de las superficie llana encubre multitud de riquezas en el voluminoso relato. páginas, no deja de percibirse el tópico clamor que este libro de Martín de Riquer, tan sabio, De ese apunte biográfico sale aún más con- medieval contra Fortuna, pero no como morali- tan preciso, tan entusiasta, ayuda a compartir. firmado Martorell en su conocido carácter de dad. Con todo, es muy probable que Riquer tenga Fernando LÁZARO CARRETER caballero peleón y pleiteador, duelista impeni- razón frente a quienes sospechamos que el epítente, campeón de sus hermanas en sus ar- logo no es completamente mentiroso. de la Real Academia Española Tirant lo Blanch, novela de historia y de ficción

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