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CULTURAL MADRID 20-12-1991 página 7
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CULTURAL MADRID 20-12-1991 página 7

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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A B C literario F UE una vida egrele aguardaba, compengia la de don Rasada por el respeto y el món Menéndez cariño de los discípulos Joaquín Pérez Villanueva Pidal, cuyas vicisitudes que aquí habían permaEspasa Calpe. Madrid, 1991. 570 páginas, 3.900 pesetas acaba de contar y glosar, necido, y el que le mostró con su seguro pulso de lo más valioso del mundo historiador, Joaquín Pérez Villanueva. En este cultural, las Academias incluidas, con algunas país nuestro, tan dado a sustituir el fervor por la dificultades en la Española, ajenas al sentir de negación o, lo que es aún peor, por el olvido, ésta, que se saldaron al restituirle por unanimieste admirable volumen debe reafirmar definitidad la dirección en 1947. Un gran homenaje invamente a aquel preclaro historiador y filólogo ternacional, el segundo que se te tributaba, reucomo una cima de la ciencia mundial, y como nió centenares de trabajos escritos en su honor. uno de los pórticos de la modernidad española. Y así, habiendo enviudado de la extraordinaEl ilustre biógrafo que ahora ha escrito su ria mujer que compartió con él preocupaciones vida, lo ha hecho con devoción de estudioso y intelectuales, felicidad y pesadumbre, doña Mafervor de amigo, que lo defendió cuando rencofes políticos lo inquietaron, y que pugnó por mantener viva su presencia en los últimos años de su existencia, mientras algunos desalmados con influencia trataban de difuminar el significado excelso de su figura. Ramón Menéndez Pidal. Su vida y su tiempo ¿L fiÁ Ha dis Me 3 t 9 de otiateriales muy valrosos existentes en ti ntluve custodiado par ta iem 4 e M M r i r 1 epIMDlaáot otara oc tmteqoaoB Qwihido apuntes f i Jo fpie es má ftotatote, gapiDaiae piipilea aeafi tencM s, tie i k w HÜHIA aMiaba w d A t M juicies aceros de d i timo 9 astMites; ssiv mucbas ecee, opinienes sobre heciwB f personas, sobre iitgares que antaba; hay normes de comportamienle que él iflismo adopta (el seeum vivare ciceroniano, ese ideal de vivir hacia adentro, aparece y reaParece en esas confesiones) y, lo más impor arite de todo, íntimos análisis de su propio espíritu, de su obra, y hasta de su estilo literario, con progresiva satisfacción porque va haciéndolo accesible a más personas. La lectura de la selección de tales notas incluida al final del vo umen, no puede hacerse sin sentir la desazón pue depara penetrar casi como intruso en una Conciencia. ¿Eran, no obstante, materiales destinados a Jn libro de memorias? Menéndez Pidal anunció alguna vez su propósito de escribirlo cuando acabara otros trabajos que juzgaba más impor ntes. Es decir, nunca: siempre había un traoajo más importante que su vivir; mejor dicho, su vivir era su trabajo en marcha; no tenía empo para mirar atrás. Y esa es, esencialmente, la dificultad que PJ esenta reconstruir la vida de un hombre de ¡encía. El biógrafo de alguien que interviene en Osas acciones, puede ver éstas desde fuera, como un espectáculo que se presta a la literarirr d curso vital que ha transculuo en un laboratorio o en unos archivos, en la ucidación de unas obras literarias o en la pesMUisa de restos aún vivos de la tradición, requiere participar de esa misma pasión, y tener pulso preciso para convertir las hipótesis, los nailazgos ciertos y las polémicas en aventura, bión 3 sido las condiciones y el mérito del Dá (v centenares de Magmas se abrevian n el interés que des- pierta su leotwa. Ha tentd adSMTtás, efaclecto ir envdvieMlo el viMir, narratlo eR. tin r) sae snAmenie v e avootvldi de t i %4 el h íai ua: ii iDe ériddte al país esOMte de la wfcte te AaMt iofm é fta eie: t Mnimrs aá, mxkW leiüeies l tórícos y las ñadtes Acaritenuas, sofire todo te Eepeftolai, que se tronraran conlándoto ewtre sus miembros. Antes de la guerra civil, apenas hay más suceso extraordinario en su existencia que los viajes a que su fama le obliga y, sobre todo, su designación como comisario regio para arbitrar en un litigio de límites entre El Ecuador y Perú. Desempeñó su comisión con la pulcritud que de él cabía esperar, pero convirtiendo el viaje en una búsqueda por esas repúblicas, y por Chile, Argentina y Uruguay, de algo cuya existencia se negaba y que estaba seguro de hallar: romances supervivientes de la tradición oral hispana. Eran piezas fundamentales para la reconstrucción del pasado épico nacional, tarea que le ocuparía toda su vida. El final de la (Monarquía y la República fueron vividos por él con el equilibrio y la objetividad de un liberal convencido, compartiendo actitudes con otros prohombres de su talante, pero sin participar en acciones políticas que algunos de ellos emprendieron: la obra que estaba creando era su modo de ejercer la ciudadanía. Pero llegó la guerra y, con ella, la odisea común a tantos otros exiliados: Francia, Cuba, Estados Unidos, alejado de sus imprescindibles materiales de trabajo, que, a su vez, corrían un azaroso periplo hasta Barcelona, con el deseo gubernamental de salvados, pero que podía acabar en mera pérdida o destrucción. Por fin, su regreso en 1939, urgido por este reencuentro con la mitad de su vida, que eran aquellos materiales, al fin recuperados. Volvió aun a sabiendas de que el ambiente le iba a resultar hostil, y de que más de una humillación a Gey ee anarcé SLJB edai l eiitaiierfa sa) tet j 2 p 9i cert haOBzgee y M l w meeas f üé wia áMORaflÑiJtMilutf wiNláii i v i a mmxat. aiaifiB i n W úmílmiW v sanados n u M M I d s M S l d i coa que á H i l tKigaKa su rtoa pasM ogpe ola CPnaÉwyy un epieocno atdmirabte á iscnderadén intelectual. Pere el piepie den Ramón no ckjcteba en mantener razonables divergencias con importantes romanistas. El libro no sólo ilustra sobre el biografiado, sino sobre su entorno. Una visión sesgada que tendía a hacer frías las relaciones que mantuvieron H enéndez Pelayo y Menéndez Pidal, queda definitivamente arrumbada: fue hondo y auténtico el cariño que se profesaron, e intensa y sincera su mutua admiración. Pero, a la vez, abundan estas páginas en revelaciones importantes de aquel plenarío conocedor de España acerca de sus problemas permanentes- e l de la unidad nacional, por ejemplo; no estaría de más que los políticos actuales se familiarizaran con su pensamiento; o el de la tranquila convivencia de las lenguas españolas- del íntimo juicio, reticente a veces, que le merecían importantes españoles de su tiempo: Cajal, ünamuno, Ortega y Gasset, Azorín etcétera, no siempre fijo, sino cambiante según los años, y no pocas veces con generosa fluctuación. Se trata de una obra importante porque emana de ella una ejemplarídad de que está tan necesitada la actividad científica, poco abundante en ascetas que la hagan realmente fecunda con tenacidad y renuncias. Su lectura no será sólo provechosa a las gentes de letras. Fotos, a veces conmovedoras, ilustran el libro, que lleva un sentido prólogo de Rafael Lapesa, el más próximo ai maestro entre los discípulos vivos. Fernando LÁZARO CARRETER de la Real Academia Española

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