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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-10-2000 página 78
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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-10-2000 página 78

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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AS PARA RECORDAR 6 En el salón azul se reunía la familia. Las paredes están pintadas en dos tonos de este color, un f o n d o perfecto para la colección de paisajes japoneses. 7. Las paredes de la cocina están revestidas por azulejos azules de Rouen. 8 El comedor se pintó en tonos amarillos para que reflejara la luz natural. En las paredes, una colección de grabados japoneses. 9 La habitación de Alíce. Sobre la chimenea, unos apliques de bronce Luis XVI. 1 0 Cuarto de baño del pintor. El lavabo es de m á r m o l rojo encastrado en un s o p o r t e de madera. V iendo esta casa por primera vez y sin saber a ciencia cierta a quién pudo pertenecer se podría pensar que fue la vivienda de un exquisito jardinero, de un soHsticado cocinero, de un exigente gourmet o de un decorador sumamente vanguardista Y excéntrico. En cualquier caso, lo último que se nos podría pasar por la imaginación es que su dueño fuera un pintor impresionista, cal vez por la imagen bohemia que se tiene de ellos. Pero, en realidad, el gran Monei fue, además de su dueño, un poco todo lo que anteriormente hemos reseñado. A finales del siglo XIX, en tiempos de plena estrechez económica, decidió abandonar París para instalarse en el campo y poder pintar lo que realmente quería. Descubrió Giverny, una aldea normanda, de poco más de trescientos habitantes dedicados a la agricultura, que había cambiado muy poco desde la Edad Media. Le sedujeron sus colores, su luz. sus paisajes y decidió mstalarse en una casa del pueblo, sólida, con espaciosas habitaciones y dormitorios abuhardillados, suFicientemente grande para albergar a su numerosa familia, sus dos hijos y los seis que aportaba Alice, su compañera sentimental. M o net pasó allí cuarenta y tres años, hasta su m u e r t e Cuando mejoró su situación económica, compró la casa y comenzó a hacer las reformas pertinentes, aquéllas que le dieron el aspecto que conserva hoy día. Pronto se convirtió en uno de los pintores de moda en París y su fama atrajo a una colonia de artistas, sobre todo americanos. Pero él hacía su vida muy volcado en su familia y en sus íntimos amigos, a los que recibía habiiualmcnce en Giverny. Jardín interior La residencia se levanta ante un enorme jardín, lleno de colores durante todas las épocas del año, con parterres de flores, margaritas, malvas, rosas, una sinfonía de tonos que precede al color de la casa y que llena su paleta. Poco aficionado a las modas y, sobre t o d o sin concesiones al pasado ni a las tendencias futuristas de entonces. Monee dio muestras de un cierto, vanguardismo a la hora de reformar la casa, creando un estilo propio, más sencillo y personal. Mantuvo el aire de las construcciones de la zona, utilizando los materiales propios de la misma y empleando a un equipo de artesanos que le asesoraron sobre toda clase de detalles. Así. utilizó los azulejos de Rouen o los muebles de Caux, piezas adecuadas para la vida en el campo. Pintó todas las paredes de vivos colores, con una combinación de tonos sumamente atrevidos para aquella época en la que se llevaban las paredes enteladas y y las tapicerías oscuras. Las cortinas eran claras, para dejar pasar la luz natural, y los muebles se pintaron a juego con las paredes. El loque de exotismo lo proporcionó la colección de pinturas japonesas que le apasionaban BVN 7 8

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