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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-08-2000 página 51
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-08-2000 página 51

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EN LA FRONTERA En unos 30 años, los nanobots pueden ser casi omnipotentes y ubicuos, un avance técnico con derivaciones inquietantes mínimo uede opinarse que la magia es una entelequia, aunque para los creyentes de casi todas las religiones existen los milagros. Sin embargo, en lo personal siempre he pensado que la culminación de la técnica debiera pasar de lo grande a lo minúsculo y operar como una especie de magia donde no se viera aparato alguno, donde los efectos fueran rápidos, extraordinariamente espectaculares, absolutamente imposibles. Naturalmente, nuestro mundo esta ya lleno de magias. La electricidad y las comunicaciones no serían consideradas de otra manera por un renacentista y los viajes espaciales estaban formalmente imposibilitados a príncipios del siglo XIX. Pero la aparición de los nanobots, aunque por ahora sólo en concepto, abre paso a milagros aún más milagrosos, a magias insuperables. Las siete plagas de Egipto podrían surgir literalmente de un bastón, el agua transformarse en sangre y una plaga evitar las puertas marcadas con un signo. Un nanobot, tal y como lo definió en 1986 K. Eric Drexier en Engines of Creation es un robot minúsculo, más pequeño incluso que un virus (típicamente en torno a los 100 nanometros 100 106 metros) Cada uno de ellos dispondría de un procesador, de un sistema de comunicaciones y de herramientas adecuadas a su función. La primera de la cuales sería la de autorreproducirse utilizando elementos ambientales o alimentos procurados por sus ingenieros. Aunque esos alimentos podrían a su vez estar producidos por otros nanobots. Al operar a ese nivel molecular, incluso atómico, los nanobots podrán atacar tareas de construcción o deconstrucción hasta ahora impensables. Lo primero que salta a la imaginación es la recomposición de tejidos celulares. Imaginar que unos robots microscópicos pueden recomponer la delicada estructura de un hígado cirróti- co o restablecer sinapsis neuronales, significaría vislumbrar una vida más allá de la vida posible. Otra aplicación mágica tendría lugar en lo medioambiental. ¿Agua contaminada? No hay problema, los nanobots podrían convertirla en limpia y clara en pocos momentos separando las moléculas inconvenientes) y, además, transformando productos insalubres en inocuos o incluso beneficiosos. Y esto desde la corriente sanguínea hasta los mares polares. La basura se transformaría en fuente básica de materia prima. Lo mismo puede decirse de la construcción. Los nanobots serán capaces de construir desde nano- máquinas hasta pirámides de diamante sí así nos apeteciera al fin y a la postre, una simple combinación de moléculas de carbono) El proceso sería el mismo que el utilizado por la Naturaleza; partir de las partículas elementales de la materia para realizar estructuras tan complejas como un árbol o un dinosaurio El problema de los nanobots es que parecen casi omnipotentes y ubicuos. Es posible que al principio sus aplicaciones fueran limitadas, pero eso no permanecería así mucho tiempo. Una vez rota la barrera, las posibilidades sería infinitas. Pero si las dos características apuntadas antes son las de la divinidad, elevar a un objeto a esas alturas debe ir acompañado de unos riesgos proporcionales. Existe una ley de equilibrios en la naturaleza que los orientales llaman ying y yang, pero tiene una expresión en todas las civilizaciones. Vista esa ubicuidad y esa capacidad de autorreproducción, no es demasiado pesimista considerar considerar una pesadilla tipo Mickey Mouse y las escobas en El aprendiz de Brujo Unos pocos nanobots defectuosos y agresivos podrían no ya destruir una especie biológica, sino convertir el planeta en una papilla gris en un tiempo relativamente corto. Las salvaguardas descritas por Drexier, como crear nanobots eliminadores de otros nanobots o programar la autodestrucción de los nanobots una vez cumplido su trabajo, pueden convertirse en parte del problema: las mutaciones en trillones de microestructuras, la interacción entre ellas podrían tener resultados cataclismicos. Gomo ya comentaba en un artículo anterior, este panorama no está tan lejano, unos 30 años al decir de los expertos más razonables. Que es posible construir con átomos se demostró ya en 1991 cuando científicos de IBM escríbieron las iniciales de su empresa moviendo unos cuantos átomos de Xenón. Desde entonces hemos visto un mapamundi a escala 1 10 billones o una guitarra cuyas cuerdas tienen un diámetro de apenas 50 nanometros. Los nanotubos, básicos para construir nanobots, ya están en marcha y la computación molecular acaba de dar sus primeros pasos. La pregunta no es si podremos fabricar estas estructuras, sino cuándo y bajo qué premisas. Saber si destapar esta caja de Pandora, con sus milagros- magias tan fascinantes, es algo que debamos hacer sin haber reflexionado mucho. El tiempo que sea necesario.

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