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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-07-2000 página 31
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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-07-2000 página 31

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ILUSTRACIÓN T I N O GATAGÁN El padre de l Estrecho. Pero decirlo así, el padre de todos los naufragios, es decir menos porque la mayoría de los inmigrantes ya son náufragos antes de lanzarse a las aguas intermedias de Gibraltar, entre el mar luminoso y el tenebroso. Es la epopeya sombría de nuestro tiempo y en las inmensas épocas sin información se habría creado una tradición mitológica. Asusta esa catástrofe incesante y sistemática de hombres, mujeres y niños que huyen del sur hacia el gran escaparate de la Gran Europa jugándose la vida en el trance, sabiendo que se la juegan y perdiéndola con una frecuencia que e s c a l o f r í a Es m u c h o m á s q u e u n h e c h o social, o socio económico, es un hecho zoológico, el intenso celo de supervivencia de miles de criaturas que ven una luz a lo lejos, al final de un túnel. La Gran Europa adquiere placenteras configuraciones creadas por la fantasía, que aviva el sufrimiento y la carencia, y lo que es en los animales mero instinto es en los seres humanos sentido del porvenir. Buscan un porvenir. Demorados efectos de lejanas causas. Primero fue el colonialismo, de impulso centrífugo hacia la dominación, y ahora es el eurocentrismo, de impulso centrípeto hacia la inhibición. Los Estados de África, trazados p o r los occidentales con cartabón, se dedicaron desde el primer momento de su independencia a imitar todos los vicios de sus metrópolis, mucho más llamativos que sus virtudes, si es que en el colonialismo hay alguna. Es natural que así fuese. N o tienen más que fijarse, por dar un ejemplo mínimo, en cómo desfilan los soldados de las ex colonias. Pues desfilan exactamente lo mismo que los soldados de las respectivas metrópolis colonizadoras. Y así sucesivamente. Las ex colonias aprendieron también la tiranía, el segregacionismo, el desprecio y el cinismo de la política internacional. Algunos nativos afortunados, comprendiendo que no estaban solos en el mundo, decidieron estudiar en las universidades de Upsala o Gotinga, en Lovaina o Cambridge, en Madrid o París, se vistieron de europeos y al cabo de algunos años adquirieron u n conocimiento exacto del horror que los colonizadores habían perpetrado en sus países, así que regresaron a ellos, cambiaron otra vez de vestido, se hicieron con el poder m o vilizando su tribu e instauraron la democracia a golpe de cuchillo. El mero pueblo pasó de un colonialismo a otro O naufragios S sin comerlo ni beberlo, antes al contrario, comiendo menos. El abismo seguía tan abierto como antes: los países desarrollados en un lado, los subdesarrollados en otro. En uno, los países ricos, en el otro, los pobres. Así apareció el conflicto Norte Sur. Y así nació el Tercer M u n d o Dentro de ese Tercer M u n d o los países productores de petróleo se convirtieron en los magnates de la economía mundial mientras pueblos enteros en África, en Asia, se morían literalmente de hambre. Al mismo tiempo Europa se curocentraba en torno al concepto de Unión encerrándose en su bienestar. De toda esta historia sucintamente contada nacieron las pateras de la inmigración náufraga, arrojadamente dispuesta a desafiar la ultima parte del naufragio y ahogarse. El resto es efecto y casuística, una tragedia de la historia contemporánea que hasta los más tontos pueden explicar, pero que nadie puede resolver. Las cosas están bastante peor que, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, porque allí, ante un pueblo que huía de la esclavitud, las aguas, más piadosas que las del Estrecho, se levantaron. E BXN 31

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