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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-07-2000 página 42
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-07-2000 página 42

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NATURALEZA i- asta ayer era casi un desconocido. Un ser címiJL do y escurridizo, un cazador en el p u n t o de mi ra de otros depredadores. Ya lo decía Michael Corleone en El Padrino Si quieres vivir quilo y en paz, piensa como si tú fueras tu propio enemigov. En la Baja Andalucía, entre la gente de campo, se encuentra muy extendida la creencia de que el meloncillo mantiene sus hábitos a la luz del día para evitar al zorro, al que teme, y que campea a sus anchas durante la noche. Su vida transcurre en el monte bajo, entre matorrales. Según los entendidos, este pequeño animalito padece agorafobia (terror a los espacios abiertos) Cuando ha de cruzar un campo despejado, lo hace apresuradamente, con un trotecillo Hgero, y moviendo el hocico a uno y otro lado. Se siente muy vulnerable sin la protección del monte, por lo que en sus desplazamientos sigue cauces secos de torrentes y sotos ribereños, usando las veredas del hombre y el ganado, aunque también dispone de senderos exclusivos asegura el naturalista Javier Rodríguez Pinero. Cuantos más espinos y plantas punzantes oculten su guarida, mejor y más seguro vive el diablo de los matorrales Tal es su temor a ser divisado por águilas, linces e incluso por el hombre, que a la hora de ocultarse entre las zarzas para evitar pincharse los ojos (un tanto saltones) tiene la capacidad de ocultarlos tras las cuencas para evitar dañarse (sabia naturaleza) Sagrado en Egipto En el Egipio de los faraones este animal era considerado sagrado y su figura aparecía representada en las paredes de los monumentos funerarios. Entre otras dotes se le atribuían cualidades como la solidaridad, posiblemente en respuesta a la frecuencia con que se le veía formando grupos familiares fuertemente cohesionados asegura Rodríguez Pinero Su nombre científico es Htrptstts Ichmumotí; pero los naturalistas lo conocen como meloncíllo o mangosta gris. Tras dos años de persecuciones, un equipo de naturalistas españoles encabezado por Joaquín Gutiérrez Acha ha conseguido filmarlo. Las imágenes que ilustran estas páginas forman parte de un documental producido por Canal y Bitis, con el apoyo de la prestigiosa Unidad de Historia Natural de la BBC. El meloncillo es uno de los depredadores más temidos de los montes mediterráneos. Su población se concentra en las provici. is de Cádiz y Málaga, especialmente en la Sierra de los Alcornocales. En Huelva es frecuente verlos (o más bien sus rastros) en Doñana. Es un bicho muy peculiar, considerado por los naturalistas como la única especie de mangosta europea. La vida en el intrincado matorral ha modelado sutilmente su fisionomía: cuerpo rob u s t o y alargado, muy apto para zambullirse violentamente en el más espeso de los zarzales. El tronco tiene su prolongación en una larga cola, muy poblada, que se va reduciendo gradualmente para finalizar en un penacho de cerdas negras. Cuando se le observa a la carrera, prácticamente no se dtsiinguen sus extremidades, pues al ser muy cortas desaparecen bajo la abundante pelambrera. El meloncillo ni siquiera fue filmado por Félix Rodríguez de la Fuente, ni por ningún otro realizador de documentales. Existían referencias en libros y, aunque era un personaje familiar en el medio rural, el público urbanita lo desconocía totalmente. En palabras de Gutiérrez Acha, únicamente se tenían noticias de sus movimientos y alimentación por el estudio de sus excrementos, V de su época de celo por la observación del número de ejemplares Para este expeno, el interés de la BBC se debe a que la productora británica demanda documentales sobre animales poco filmados o desconocidos. Era necesario profundizar en el conocimiento del meloncillo para situarlo en el lugar que se merece dentro de la fauna ibérica, aunque corríamos el riesgo de n o poder seguir sus escurridizos pasos en su propio terreno El tren de los meloncillos El meloncillo está considerado como una especie protegida y escasa, debido al poco conocimiento que se tiene de ella y que ha sido muy perseguida por los cazadores. Su tamaño es de 55 centímetros desde el hocico al final del tronco, a los que hay que añadir 45 centímetros de cola. Su tamaño y astucia a la hora de despistar a sus enemigos le han dado un segundo apodo; serpiente peluda Gutiérrez Acha habla del tren de los meloncillos Se trata de la peculiar formación en hilera que practican estos animales en sus desplazamientos. Las hembras emplean este método para proteger a sus crías. La madre hace las funciones de la locomotora y los pequeños- normalmente cuatro- se enganchan uno tras otro, de ahí que 2 y 3. quipo de documentalistas que roba imágenes de la vida privada de esta mangosta tuvo que emplear toda su habilidad para brir sus cartas. Los diferentes hides instalados en puntos estratégicos del matorral mediterráneo sirvieron para captar planos nunca vistos. Los meloncillos utilizan habitualmente vivares de conejo para- una vez ampliados y acondicionados- guarecerse y parir a sus crías. Ninguno de los vivérridos mantiene territorios limitados: prefieren campear por vastas extensiones y defender tan sólo el espacio que circunda sus cubiles, utilizando como señales las deyecciones y la orina.

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