BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-2000 página 74
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página74
- Fecha de publicación02/07/2000
- ID0005368726
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CARPE DIEM Por Alfonso lJssía Pepe y Abraham epe y Abraham eran los peluqueros del hotel Velázquez. Pepe, mayor, andaluz y a la antigua usanza. Abrham. madrileño, del Aleti y barítono de un coro. La clientela de la peluquería del Velázquez no era precisamente revolucionaria. Había una manicura con unas gafas de concha realmente espeluznantes y un limpiabotas extremeño, al que llamábamos el maestro más vago que la chaqueta de un guardia. Una mañana ardió Troya. Alegría enloquecedora. Vítores. Pepe se abraza a un coronel retirado, mutilado de guerra, al que terminaba de recortar el bigote. En aquellos tiempos los bigotes estaban de moda y se recortaban con mimo y pericia. Cuando llegué, la algarabía se hallaba en su punto cul- P minante. ¡Mi Coronel, que lo hemos conseguido! ululaba Pepe mientras dos lagrimones del tamaño de su ingenua bondad resbalaban por sus mejillas. ¿Qué habían conseguido Pepe el peluquero y el coronel del bigote? Deduje que algo fuera de lo normal, muy importante. Pensé en las quinielas y en la lotería. Unos millones de pesetas caídos del cielo siempre se reciben con frenesí. Pero así como la alegría de Pepe, un modesto y trabajador peluquero, era lógica y admisible, la del coronel no respondía a su condición de millonario holgado. Un peluquero puede llorar de gozo con un billete de lotería premiado, pero un coronel mutilado con bigote y cientos de millones en el banco, no hace pucheros con esas cosas. Y el coronel lloraba casi tanto como Pe- A I fin supe el motivo. En ABC se leía con nitidez: Las tropas blancas vencen a las soviéticas Y ya en la redacción de la noticia: El Gobierno bolchevique oculta su derrota en el campo de batalla Pepe, que había formado parte de la División Azul, y el coronel del bigote, que padeció su herida en el frente de Vladivostok, se abrazaban por algo tan humano y complaciente como es la victoria. Con retraso, habían vencido al enemigo. N o del todo, y aquello fue lo peoD Abraham, que asistía feliz y risueño al festejo triunfal, se hacía pis de la risa simultáneamente. La noticia, en efecto, aparecía publicada en el ABC de aquel día, pero ni Pepe ni el coronel del bigote habían reparado en un detalle. La sección de ABC en la que se publicaba la feliz noticia se titulaba Sucedió hace cincuenta años Cuando repararon en el error, la tristeza y el abandono se apoderaron de la peluquería del Velázquez. Y ahí radica la diferencia. Mientras Pepe, a la llegada de un nuevo cliente, se puso a trabajar con invencible melancolía, el coronel, con su bigote recién coreado, desahogó sus frustraciones con esta sentencia: Al primer rojo que vea por la calle le doy dos leches Y Abraham, que me cortaba el pelo en aquellos instantes, casi me deja sin oreja izquierda... BXN 74