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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-06-2000 página 41
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-06-2000 página 41

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La fíesta de Sbiba, en Djanet, reúne a todas las tribus del Ahaggar para celebrar el fin de trescientos años de guerra. hoy por hoy parece increíble. Resulta complicado imaginar, entre tan inmensas extensiones de terreno baldío, de un infinito espacio inundado por piedras volcánicas, de una línea del ciclo entrecortada por erupciones montañosas- las explosiones del principio o del tin de los tiempos- que alguna vez en este lejano lugar soplara un hálito de vida. Pero, el Sahara es Dios y los tuaregs, sus hijos predilectos. POR M A N U E L M CASCANTE (RABAT) Un año después de que Abdelaziz Buteflika accediera a la Presidencia de la República, Argelia trata de restañar una herida que no termina de cerrarse. La violencia, t a n t o por parte de los grupos armados islámicos como de las fuerzas para la lucha antiterrorista, no ha cesado en e! país magrebí, a pesar de los intentos del presidente por hacer borrón y cuenta nueva con la sangre de más cien mil muertos. Junto a éstos, un millón de desplazados y miles de mujeres violadas han convertido a la antigua colonia francesa en un país en caída libre durante la última década. Un país cuya historia nace con una cruenta guerra por su independencia y que parece condenado a convivir eternamente con el horror cotidiano Pese a que la Ley para la Concordia Civil, aprobada en referéndum, ha conseguido mitigar la saña del terrorismo religioso, aún es habitual un saldo de entre cuatro y diez personas asesinadas diariamente. Sin embargo, el f i n de los grupos aún irredentos, el GIA y el Frente Salafista para la Predicación y el Combate, parece cuestión de tiempo y de eficacia militar. Sus guerrilleros se han visto reducidos a un puñado de mercenarios, confinados en las regiones más recónditas del territorio, y sus apoyos entre la población- escarmentada tras el triunfo electoral del FIS, posteriormente anulado manu militariuson casi nulos. El problema, pues, no está tanto en perdonar, ya que a la amnistía se han acogido cerca de cuat r o mil activistas, sino en olvidar. A partir de ahora, el pueblo habrá de aprender a convivir con muchos de los que fueron sus asesinos, con los protagonistas de algunas de las carnicerías más crueles e indiscriminadas de la crónica reciente, que se han beneficiado de la gracia presidencial Empobrecido tras la caída de los precios del petróleo y por el ajuste estructural de su economía, en tránsito del socialismo al capitalismo, ayuno de cualquier t i p o de inversión extranjera, Buteflika ha tratado de asear la imagen de su país en el exterior, con el fin de recuperar la confianza de Occidente en su mercado. Para ello, este veterano de la política no se ha arrugado en gestos como estrechar la mano de Ehud Barak, primer ministro ísraeli, durante los funerales de Hassan II, rey de Marruecos, país éste con el que Argelia mantiene antiguos litigios. El último escalón con el que Buteflika trata de remontar el vuelo lo ha supuesto su reciente visita oficia a Francia, la primera de un presidente argelino al Elíseo en los últimos tres lustros. Con la reciente autorización a cuatro organizaciones gubernamentales (Reporteros Sin Fronteras, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos para regresar a Argelia, Buteflika ha tratado de equilibrar un balance, el de los derechos humanos, hasta ahora bastante desfavorable. Aunque A. I reconociera una notable mejora en el respeto a las libertades individuales y colectivas, un reciente informe de la FIDH deplora la persistencia de violaciones graves y sistemáticas (de los mismos) por los diferentes servicios de seguridad encargados de la lucha contraterrorista Estas violaciones han supuesto en el pasado miles de desaparecidos en un país prisionero de un permanente estado de excepción, donde el peso del ejército aún soporta al que todavía es, de hecho, el partido único en el poder. BVN 41

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