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BLANCO Y NEGRO MADRID 18-06-2000 página 42
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BLANCO Y NEGRO MADRID 18-06-2000 página 42

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ILUSTRACIÓN T I N O GATAGÁN Habla usted gibraltareño? S i n o fuera porque el Rey. en su primer mensaje a las Coices 22 de noviembre de 1975) señaló Gibraltar como objetivo irrenunciable de nuestra integridad territorial, ahora mismo renunciaba yo a ese objetivo, porcjue ya está bien de disgustos. Gibraltar es la prótesis británica que el Tratado de Utrecht colocó en el sitio más macho de la pie! de toro. El origen del lío no estuvo en una guerra de secesión, sino de sucesión, de manera que en 1713 España cedió a Inglaterra la propiedad de la Roca, pero sin jurisdicción territorial alguna con lo que desde entonces no hay manera de atar esas dos moscas por el rabo. Que jurisconsultos como H u g o Grocio distingan entre jurisdicción y derecho de propiedad no es cuestión que me incumba, pero el lío ya está ahí. En 1 7 0 4 1705, 1726, 1727, y desde 1779 a 1783. España se las tuvo tiesas con Inglaterra por G i braltar. Descuiden que no me voy a demorar contándoles esa historia. Algunos que siguen con la irritación piensan que ser gibraltareño en el sentido de n o ser español es una mentira vital sancionada por la política. En realidad los gibraltareños son genéticamente, solarmente y filosóficamente andaluces, y en cuanto gibraltareños propiamente dichos resultan irreconocibles nada más cruzar la verja. Pero echaron a pelear a España e Inglaterra más de una vez. E s t o viene a ser como el cocodrilo y el león que atacaron al barón de Münchausen, el cual se las compuso para que pelearan entre sí. Creo que si los españoles nos hiciésemos gibraltareños se acabaría la cuestión. En fin, esperemos que en alguna conferencia bilateral se llegue a un acuerdo sobre algo que no es siquiera el decimocuarto problema de los que habitamos al norte de G i braltar. Incluso a veces olvidamos cuál es el planteamiento. Pero, damas y caballeros, los gibraltareños con sus autoridades a la cabeza han encontrado la piedra filosofal de la política, que estriba en n o ser ingleses ni españoles y gozar selectivamente de lo mejor de ambos países. A veces puede que existan contradiciones, pues viviendo en un enclave andaluz, tierra grata y favorable, n o se puede gozar m u c h o de los buenos paraguas ingleses, pero sí de que los envases ingleses se abran con mucha más hcilidad que los españoles. Siendo gibraltareño puedes hartatce de jabugo o del ibérico y prescindir del té de las cinco y no obstante leer The Times Allí puedes ver el Gran Hermano o Tómbola en televisores de tecnología británica. N o habrá grandes multinacionales en aquel peByN 4 2 queño territorio, pero el contrabando, que es la única experiencia en que la economía sabe lo que hace, anula cualquier síntoma de paro. E n fin. que si eres gibraltareño tienes dos maneras de ser infalible, cuando los españoles no tenemos nada más que una, igual que los ingleses. Tienen dos soles, d o s lunas, dos folklores, dos no patrias y dos lenguas, el inglés aflamencado y el español andalusí. Un paso en falso y todo estará perdido, quiero decir que transitan entre España e Inglaterra como por una franja de tierra minada. Son los supremos equilibristas. Si algo les saliera mal lo pagarían d o s veces, mientras que saliéndoles bien, como hasta ahora les va saliendo, en caso de apuro pueden recurrir a dos instancias diferentes en la certeza de que van a obtener comprensión de una parte o de la otra. Supongo que mirarán con recelo la demasiada amistad y campechanía entre Blair y Aznar, porque si u n día estos mozos llegan a la conclusión de que ellos n o firmaron el Tratado de Utrecht, que no les concierne, se puede liar. En fin, con decirles que en Gibraltar es católico hasta el speaker está dicho todo. O sea. que entre ser de Gibraltar y ser de La Línea no hay siquiera diferencia de catecismo.

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