BLANCO Y NEGRO MADRID 28-05-2000 página 35
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página35
- Fecha de publicación28/05/2000
- ID0005367055
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r Los rasgos faciales de Tony Blair (en especial su enorme sonrisa) hacen, desde que apuntaba maneras de líder, las delicias de los caricaturistas. Es parte de su carjsma. En la otra página, un retrato tomado en 1997, año en el que llegó al poder. Junto a estas líneas, en su despacho de Downing Street, en septiembre de 1999, dispuesto a reescribir un discurso Clinton y Al Gore. En el Partido Laborista, hablar de los demócratas norteamericanos antes era tabú. Se podía hablar de los socialdemócratas suecos o de los socialistas franceses, pero referirte a los demócratas de Estados Unidos era tabú. Cuando leía los discursos de gente como Bill Clinton y otros por el estilo, me parecía que lo que ellos decían era precisamente lo que creía que debía ser el Partido Laborista los pensionistas ncluso los sistemas retóricos como la Tercera Vía de Tony Blair tienen que someterse alguna vez al reproche de la evidencia. Ha ocurrido en las recientes elecciones locales en las que, por una parte, Ken Üvíngstone ha sido elegido alcalde de Londres y, de otro lado, el voto de tos pensionistas ha castigado al nuevo laborismo a lo largo y ancho del Reino Unido. Según The Times, tres cuartas partes de los concejales laboristas derrotados piensan que gran parte de la culpa la tiene el magro aumento de las pensiones. Se habla de una pérdida de quinientas concejalías en feudos tradicionales del taborismo. Es un menoscabo de peso si se considera el empuje mediático de Blair y la división en las filas conservadores a causa del euro. El pánico entre los concejales derrotados afecta en forma directa al ministro de Economía y Hacienda, Gordon Brown. Mientras tanto, la alta jerarquía del nuevo laborismo está absorta en la elaboración de un manifiesto que contenga una visión de futuro que seduzca y convenza. Las tres prioridades que llevaron a Blair a la victoria eran educación, educación y educación Uno de los concejales laboristas derrocados ahora ha dicho que hacen falta más políticas de sentido común y menos mensajes mediáticos. Así es como el Partido Laborista está perdiendo a sus votantes más tradicionales, aunque no cede votos por el centro. Hay quien dice que los males de Blair vienen de haber obtenido en su día una mayoría tan aplastante. Extrañamente, el gobierno de Tony Blair no parecía haber previsto ese voto de castigo, tal vez porque estaba hurgándose en la herida que representaba la candidatura del disidente Ken Livingtone a la alcaldía de Londres. El simpático descaro de Livingstone tiene algo de pop- star y de gauche divine Es como un asiduo de la barra de Bocaccio que al final decidiera que la demagogia sale mas a cuenta que la gestión. De todos modos, su victoria cuestiona las virtudes de la Tercera Vía como solución universal tanto frente a la globaüzación como a los excesos de las políticas redistributivas. La otra gran factura pendiente de Blair es el euro. Una libra esterlina tan caliente es, al decir de no pocos expertos, el gran dilema del gobierno de Blair, mucho más que el agravio de los pensionistas. Se supone que Tony Blair pretende vincular la libra al euro en el momento más provechoso para los intereses de su país pero tanto la iniciativa en si como la convocatoria del referéndum prometido puede poner al gobierno laborista en sus mayores apuros. Lo menos sorprendente es que la concepción del poder en el laborismo de la Tercera Vía de Blair sea casi más intensiva que con el laborismo tradicional. El nuevo laborismo Así fue como el laborismo añadió el adjetivo nuevo a su nombre: se reinventó a sí mismo como un grupo conservador en el terreno fiscal y duro con el crimen, salió de sus fortalezas étnicas y obreras para adentrarse en los barrios residenciales y las clases medias, y se las apañó para equilibrar pragmatismo e idealismo en la amorfa filosofía que él y Clinton denominan La Tercera Vía Ambos se han hecho muy amigos. Tanto que, según un funcionario británico, las cumbres pueden resultar difíciles si Tony y Clinton desaparecen juntos lo que a menudo sucede ante la irritación de los demás líderes. En todo caso, Blair ha tenido todavía más éxito que Clinton a la hora de deshacerse de la vieja imagen de su grupo como partido obrero y amigo de los impuestos y del gasto. Cuando insinúo que su logro más importante ha sido, tal vez, borrar de la política británica el asunto de las clases sociales, lo corrobora enseguida. Sí, desde luego. Creo que es fantástico que haya gente dedicada a los negocios, que pertenece a la clase media, que vive bien y que apoya al Partido Laborista. N o veo nada malo en ello. Siempre fue una limitación terrible para este partido el que se le viera como representante de una única clase de gente en la sociedad británica Gracias, en parte, a este lenguaje tranquilizador y, en parte, a la caída de los conservadores como fuerza electoral, Blair se ha convertido en un fenómeno político: es, en casi dos siglos, el primer ministro británico más joven y llegó al poder gracias al triunfo electoral más aplastante en más de ciento sesenta años. El 2 de mayo se cumplió su tercer año en Downing Street, un periodo en el que, hasta la fecha, ha mantenido su popularidad de una manera más fírmeme que cualquiera de sus predecesores. Si nos basáramos en las últimas tendencias, las próximas elecciones generales podrían ser un paseo para Blair. Pero aún así, aún así... Hay algo diferente en él. Ha perdido parte de su optimismo, algo de su chispa. Puede que. tal vez, le haya pillado en una mala tarde- la Asamblea para Irlanda del Norte ha sido disuelta seis días antes y ha tenido que hacerme un hueco entre varias reuniones para resolver la crisis- pero parece escarmentado. Ha pasado un invierno difícil. Una epidemia de gripe BXN 3 5