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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-05-2000 página 21
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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-05-2000 página 21

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SOMBRAS DE NUEVA YORK El misterio de Copenhagen Los avances de la física y los enigmas de la química entre los humanos, claves de una obra magistral de Michael Frayn ALFONSO Anr AN M A R C U S n septiembre de 1941, el físico alemán Werner Heisenberg, responsable del programa nuclear nazi, viajó a Copenhague para entrevistarse con su viejo amigo y maestro Niels Bohr. El encuentro en plena guerra entre los dos premios Nobel ha hecho correr ríos de tinta. Dinamarca estaba entonces ocupada por Alemania y la casa del físico danés vigilada. ¿Cuáles fueron las intenciones de Heisenberg? Ambos físicos habían recibido el premio Nobel por sus trabajos sobre la mecánica cuántica y el principio de indeterminación, que veinte años antes habían revolucionado el mundo de la física. El escritor británico Michael Frayn fabrica con Copenhagen un artefacto dramático de una eficacia tan considerable que durante dos años electrizó al público londinense y ahora mismo se ha convertido en la obra más caliente, celebrada y perturbadora de Broadway. No hay chistes fáciles, no hay subtrama policiaca o sexual, no hay propiamente intriga, ni grandes revelaciones sobre la vida secreta de los físicos. Pero cada molécula del Royale Theatre parece haberse condensado y la atención y el silencio del teatro son tales que la representación de esta obra que plantea sobre un escenario las cuestiones más serias para el espectador más comprometido y apasionado permite disfrutar tanto del prodigioso trabajo de los tres intérpretes como de la disposición física del público. A ello ha contribuido de forma decisiva la eficaz escenografía planteada por Peter J. Davison: un semicírculo de madera clara ocupa el fondo del escenario, a modo de prolongación del patio de butacas y el anfiteatro, con una abertura en medio por la que irrumpen los actores y que equivale a la puerta de la casa de los Bohr en Copenhague. Dos filas de espectadores privilegiados asisten casi a! aliento de los tres actores, pero también contribuyen a fabricar otra delicada e inteligente añagaza escénica: en el centro del escenario, en medio de ese semicírculo y enfrente del patio de butacas, un suelo de madera alberga un gran círculo de madera más clara semejante a un globo terráqueo. Los actores se mueven en ese círculo dibujando el posible desplazamiento de electrones, protones y fotones, con una belleza que acaso sólo los más avezados en el territorio de la física pueden disfrutar del todo, pero que los que siguen mirando al cielo buscando respuestas también pueden saborear. Michael Blakemore ha dirigido como un diseñador de reactores nucleares de carne humana a Philip Bosco (Niels Bohr) Blair Brown (Margrethe, su mujer) y Michael Gumpsty (un poderoso Weiner Heisenberg) Frayn, que asegura que hay infinitas posibilidades para dramaturgos en la física reciente y en relación de estas portentosas mentes y figuras humanas, sitúa a los tres personajes más allá de la muerte, sombras de carne y hueso volviéndose a encontrar para tratar de averiguar qué buscaba Heinsenberg, qué pretendió en aquel inesperado viaje a Copenhague. No da una sola respuesta. Los personajes recrean la escena y se encaran a la posible verdad: si Heisenberg pretendía averiguar qué sabía Bohr del proyecto nuclear aliado para fabricar la primera bomba atómica que se elaboraba entonces en Los Alamos (y al que finalmente, tras huir de Dinamanca, Bohr contribuiría) si Heisenberg pidió a Bohr una especie de pacto imposible para no seguir el camino de la bomba, si Heinsenberg saboteó los esfuerzos nazis de hacerse con un ingenio que hubiera alterado el curso de la II Guerra Mundial, si... Las preguntas se suceden animando una tensión genuina que los actores encarnan y que nos ayudan a entender la dificultad de adentrarse en la mente de los otros. Al final queda claro que Heinsenberg no fue un héroe de la resistencia, pero es quien plantea la pregunta más inquietante de la función: ¿tenían los científicos el derecho a fabricar una bomba atómica? El teatro es en Copenhagen un artefacto cargado de futuro. BXN 21

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