BLANCO Y NEGRO MADRID 07-05-2000 página 93

hora de salida, le saca bruscamente de sus reflexiones. ¿Localizado? No es posible, no tan pronto. Peisfit enseguida cotnprende: no le han localizado desde tierra. Se trata de otro avión. Un simple movimiento de su mano basta para que su pantalla cambie de radar de tierra a radar de aire. Ahí están, son dos aparatos enemigos, y uno de ellos acaba de dispararle un (iSting Al mismo tiempo que tira con fuerza de la palanca y lanza los señuelos metálicos para intentar distraer el misil, el piloto selecciona en su radar al segundo de los atacantes. Cambia el alcance del radar a diez millas, para tener una panorámica más detallada de lo que está pasando, levanta con el pulgar una pequeña tapa negra en la misma palanca de mando y pulsa el botón rojo que hay debajo. Fuego. Todas las operaciones (detectar los aviones enemigos, eludir el misil, seleccionar un blanco y dispararle) apenas le han llevado un par de segundos. Ahora ha establecido contacto visual con sus atacantes. Uno de ellos, de pronto, se convierte en un fogonazo blanco y deslumbrante. Su disparo le ha alcanzado de lleno. El otro pasa justo por encima e intenta virar para ponerse a su cola. A pesar de sus esfuerzos, no consigue despistarlo. Todo termina cuando el campo visual del piloto se convierte en una luz intensa y blanca: ha sido derribado. A través de su casco, escucha la reprimenda: (has descuidado la posibilidad de un ataque desde el aire. En la realidad, eso te habría costado la vida os técnicos de la Marina estadounidense- puntillosos hasca el extremo de haber fijado ya día y hora de entrega del primer simulador del F- I 4 prevista para septiembre de 2 0 0 2- al principio eran reacios a contactar al otro lado del Atlántico con una compañía llamada Indra del que apenas si se sabía que había realizado un buen trabajo con los F- I 8 vendidos a España. Además, el extremo celo de EE. UU. en cuestiones de seguridad- de su propia seguridad, naturalmente- jugaba a favor de la elección de un fabricante autóctono. La típica reserva anglosajona ante la tópica querencia latina por la improvisación tampoco otorgaba a Indra ventaja alguna en la parrilla de salida. Sin embargo, algunos problemas surgidos con ciertos fabricantes norteamericanos, sumados a que Indra resultaba la opción más económica, hicieron que los técnicos navales se replantearan el asunto, t a n t o que, finalmente, desecharon la oferta de la contrastadísima Boeing cruzaron el charco y se pusieron a trabajar codo con codo con sus homólogos españoles. Hoy, a escasas horas de que la expectante Marina italiana lo reciba en una de sus bases situada en el suroeste del país, el cuartel general de la división aérea de Indra en San Fernando de Henares acoge un sinfín de pruebas y ensayos de último momento para que la entrega de este imponente simulador discurra sin incidencias, como la seda. L BXN 9 3