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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-2000 página 42
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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-2000 página 42

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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-Mote Y Caius; deíaÜe de Honor ueve tapices de casi 50 metros cuadrados cada uno forman la colección conocida por Los Honores probablemente la serie de estas características más importante y mejor conservada del siglo XVI. Estos 420 metros cuadrados de delicada conñuencia entre la pintura y la artesanía, dedicados al emperador Carlos V. han sido sometidos a un proceso de restauración en los prestigiosos talleres De Wit de Malinas, ciudad en la que se expondrán durante tres meses. Los Honores tardaron tres años en hacerse. Los mejores dibujantes de cartones- seguramente Barend van Orley y Jan Gossaert van Mabuse- realizaron los bocetos para que los bordadores y tejedores del prestigioso taller de Pieter Van Aelst. de Bruselas, atendieran el pedido de la corte del emperador Carlos V. A pesar de ser el obrador más importante de su tiempo, cuando terminaron el trabajo estaban al borde de la ruina: el proyecto resultó tan costoso que Van Aeslt tuvo que hipotecar la obra a los Fugger- Los Fúcar- y el resultado fue que el emperador se encontró con que su deuda con los banqueros, a los que ya debía una buena cantidad desde su coronación como emperador del N Sacro Imperio, aumentó considerablemente. Los tapices viajaron mucho en sus primeros tiempos para luego repostar durante varios siglos en los sótanos de un palacio. En 1523 llegó a España el primero de ellos, el número 5. que estaba dedicado como el resto de ellos a una virtud que había que seguir o un pecado que había que evitar. Se Uamaba El Honor titulo que dio nombre a toda la serie. En realidad el conjimto con anterioridad había recibido el nombre del primer tapiz llamado La Fortuna Tapices viajeros En 1926, Carlos V se casó con la reina Isabel de Portugal y decidió comprar el resto de los tapices durante su estancia en Sevilla. Según cronistas de la época, a partir de entonces, Los Honores siguieron al emperador en todos su viajes por Eiu opa. es decir, que pasearon su gigantesca estructura por Alemania, Austria, Italia, los Países Bajos y España. Es difícil saber hasta qué punto el emperador apreció la calidad artística de los tapices, pero sí es probable que, para su espíritu cristiano y caballeresco, fuera muy sugerente BLARCQ T U m 42

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