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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-2000 página 18
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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-2000 página 18

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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A lfredo Landa no gasta maquillaje para la sesión de fotos con Gonzalo Cruz. ¿Para qué? ¿Acaso no demostró hace muchos años un director danés la verdad que hay en un rostro desnudo? ¿Acaso, de todos modos, el rostro de Alfredo Landa no es el rostro de los últimos cuarenta años de la historia de España? ¿Acaso su piel no es nuestra piel, acaso sus arrugas no son las nuestras? ¿Quién no ha crecido a la par que Alfredo Landa? ¿Quién no ha reído, sufrido, gozado, llorado con él? Nos equivocaríamos si dijésemos que El árbol del penitente es una película más. Y seguiríamos equivocados si nos bastase con añadir que se trata de una película de Alfredo Landa. A estas altm as. que Alfredo Landa esté en un reparto debería ser un síntoma de que algo pasa ahí. de que algo tiene que haber de bueno para que Alfredo Landa haya elegido estar ahí y no en otra parte. Y ahora esta en El árbol del penitente la primera película de José María Borrell, una comedia que transcurre en un desierto y donde se mezcla una banda de contrabad ístas con un buitre y un cura que se quiere suicidar. Alfredo Landa, claro, es el cura. ¿Qué aliciente tenía este proyecto para que usted lo cogiese? -Creo que no hay precedentes en el cine español de una película como esta. Es una locura, y hacer una locura es un aliciente, pero yo dudaba tanto, que quise hablar con el director, con José María, y le dije: Oye, este proyecto, este guión que me habéis dado, no tiene eso que decís ahora tan común de una segunda lectura de lo que quiere decir es... Y me contestó una cosa, para mí, preciosa: No, la segunda lectura se la inventarán los críticos ¿Cómo? -le dije- Pues la hago, pero ya. Me has convencido totalmente Ya quería hacerla, pero eso fue lo que me decidió definitivamente. Una locura -Le gustó esa seguridad. -Si, y el saber que José María lo tenía tan claro, y que quería hacer una especie de lociu- a. un divertimento, con el único objetivo de que la gente lo pasara bien, nada más; que no había que buscarle tres pies al gato, ni nada. Y luego, pensándolo bien, es que no hay precedentes en el cine español de haber hecho algo tan loco. Por buscarle alguna comparación, yo me acuerdo de una película que hizo Mischa Auer, que era Loquilandia Eso, por buscarle algo similar. Además, otro aliciente es trabajar con un chico joven en la que es su primera película y calibrar cómo se mueve ahora la gente joven. Uno ya lo sabe, pero por constatarlo, en fin. Y fue una experiencia preciosa. ¿Y qué es lo que ha constatado sobre los jóvenes? -Que indudablemente la sociedad ha cambiado desde el año cincuenta y tantos hasta aquí. La gente no se mueve igual, no respira igual, no anda igual, no opina igual, no piensa igual... En el rodaje, a mí me ha sorprendido que, por ejemplo, independien íemen- De nosotros, los jóvenes no han aprendido nada, porque pretendidamente ya lo saben, Pero hoy hay algo diferente: la falta de ilusión V

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