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BLANCO Y NEGRO MADRID 26-03-2000 página 42
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BLANCO Y NEGRO MADRID 26-03-2000 página 42

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HISTORIA DE UNA LIBERACIÓN Por Javier Pagóla Dolores González Katarain Yoyes la segunda de una familia de ocho hermanos, fue víctima de ese sino que pareció marcar en la década de los sesenta a muchos jóvenes nacidos en la comarca guípuzcoana del Goyerri: militar en ETA. Se convirtió, asimismo, en la primera mujer que accedió al comité ejecutivo de la banda terrorista. Y, además, fue, junto con Eduardo Moreno Bergareche Pertur la única dirigente que se atrevió a disentir sin estar en la cárcel. En el diario personal que escribió una vez liberada de la práctica del terror. Yoyes denunció la dictadura de ETA y arremetió contra la escasa capacidad intelectual y moral de sus Jefes. También presintió la cercana muerte a manos de sus antí os compañeros. A Yoyes y a Pertur la decisión de traicionar al propio terror les costó la vida. Yoyes decidió abandonar ETA en 1979 y para ello se 1 desplazó a México, donde ü abaió en una revista de Naciones Unidas. El nacimiento de su hijo Akaitz avivó en ella los deseos de regresar a su Ordicia natal. Para ello realizó gestiones ante el Gobierno español que le dio luz verde para volver a España en aplicación de la amnistía decretada en 1977. A partir de ese momento, se intensificaron las amenazas de los antiguos comparíeros de ta i (goma- 2 pero Yoyes recibió garantías del jefe de la banda, Domingo Iturbe cTxomin de que no iba a haber represalias contra ella. Pero a las seis de la tarde del 10 de septiembre de 1986, cuando paseaba con su h (jo Akaitz por la plaza de su Ordicia natal, el pistolero José Antonio López Kubatl se acercó a ella y tras rrrmarle la sentencia a muerte con un soy de ETA y vengo a ejecutarte le disparó en la nuca en presencia del pequefto. Algunos de los dirigentes de HB que entonces intentaron justificar el asesinato con el bárbaro argumento de que Yoyes no era precisamente Santa Teresita del Niño Jesús siguieron después sus pasos y se desmarcaron de la banda. Apenas dos meses después del asesinato de Yoyes, su recuerdo provocó una imagen inédita y, hasta ese momento, inimaginable en la convulsa sociedad vasca: ETA asesinó a un guardia civil casado con una mujer de Ordicia y en el ftjneral, celebrado en la p roquia de esta localidad guipuzcoana, coincidieron miembros de la Benemérita y antiguos activistas de ETA pm reinsertados. -A esa edad no se puede ver nada de forma consciente, sólo se ven cosas que no tienen nada que ver con la realidad ni tampoco con el cine. Con diecisiete o dieciocho años, como le ocurre a muchísimos adolescentes, yo no sabía qué quería hacer en la vida, e incluso había veces que decía que no queria volver a hacer cine porque la popularidad, cuando eres niña, no es nada fácil de llevar y deja sus secuelas. Entonces, en medio de toda esa confusión, recuerdo que un día, hablando con Víctor Erice, él me dijo que por qué no probaba a dar unas clases de interpretación, porque a lo mejor descubría que era eso lo que me gustaba. Y, efectivamente, fue al entrar en la escuela de Cristina Rota cuando descubrí que quería ser actriz. Lo que tengo claro es que ha habido tres etapas en mi carrera: la infantil y adolescente, en la que no sabes colocar eso de salir a la calle y que te conozca todo el mundo; la segunda, cuando empiezo a decidir qué es lo que quiero hacer y me alejo un poco de todo para estudiar, prepararme y tomar mis decisiones, y ésta en la que estoy ahora que empieza con Entre rojas Puede ser divertido y Tesis tti fundía mucho. ¿Y qué pasó con Frankenstein? Porque creo que la armó usted buena durante el rodaje de esas escenas... -Claro, porque yo me creía que era de verdad y lloraba y lloraba, y me quería ir a mí casa, por más que intentaban explicarme que era un actor. Dueña de su futuro ¿Qué es lo que vio a los seis años y a los ocho años, en el rodaje de El espíritu de la colmena y Cría cuervos respectivamente, que la llevó más tarde a elegir la carrera de actriz? -Por cierto, cuando se mira al espejo: ¿qué ve en sus traídos y llevados ojos? -Yo creo que cada uno ve en ellos lo que quiere ver y que. por tanto, tendría que preguntárselo a la gente que me mira, porque es la que pone sus propias percepciones en mi. -Reconozca que, de todas formas, con todo lo que se ha dicho de ellos, se los habrá mirado muchas veces. -Yo me miro al espejo por coquetería, pero nada más, y a veces me aburro al hacerlo. Los ojos expresan la mirada del interior y, en ese sentido, sé que soy una persona fuerte, luchadora y optimista, y también muy cambiante. Pero más allá de esto no me gusta pensar ni comerme la cabeza porque no quiero psicoanalizarme y porque, en definitiva, los otros, y no tú, son los que te definen. I t i m t T 1 (61 (1 4!

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