BLANCO Y NEGRO MADRID 19-03-2000 página 61

OOMBRAS DE NuEVA YoRK UNA LUZ PRODIGIOSA Por Alfonso Armada C asi al extremo de la calle 42. donde empiezan a intuirse las aguas caudalosas del rio Hudson. entre pequeños teatros que alumbran con una intima luz y conservan ese misterio del arte que se parte el alma en el escenario fugaz de! tiempo, más allá de un restaurante esquinero con reminiscencias de los cincuenta y sombras de Edward Hopper, avenidas en las que la oscuridad parece más segura que la luz, el Signature Theatre abre sus puertas. Dedica cada temporada a un autor. Objeto de sus devociones han sido Sam Shepard, Edward Albee o Arthur Miller. Entre 1999 y este deslizante año 2000, la dramaturga y directora cubana María Irene Fornés ha sido la elegida. Casi una completa desconocida al otro lado del mar, la Fornés se vino de La Habana a Nueva York cuando tenia 14 años. No ha olvidado la lengua de sus padres, pero suena y escribe en inglés. Y sin embargo sus textos parecen impregnados de una luz. una música, unos goznes caribeños que asoman como una contraseña. estrenar Leíters from CuAcaba de de Cuba) ba (Cartas convertida en uno de los mayores hallazgos de una cartelera como la de Nueva York, donde el resplandor de las luces de Broadway a menudo no deja ver el bosque. Cuando se le pregunta por su obra, por su manera de escribir, María Irene Fornés, que a sus 70 años conserva una ingenuidad y una humildad a prueba de bombas, que compagina con un humor y una inteligencia que jamás se imponen, sino que se despliegan en su conversación y en su teatro, dice que escribe con el estilo de los sueños Cartas de Cuba está construida con las cartas, verdaderas, que su propio hermano le envió durante años desde Cuba, preñadas de los detalles que configuran una memoria sentimental, una concepción del mun- do, un arsenal de emociones. El escenario muestra en primer términ- o un apartamento neoyorquino, y sobre la línea del techo- línea del horizonte asoma una terraza cubana. Por esa terraza se pasea, casi siempre de noche, en las calurosas noches de La Habana, Luis, su hermanito, que le escribe a su hermana, Fran, bailarina en Nueva York. h a r t a s de Cuba la cuarta v- o b r a y última obra de Maria Irene Fornés que el Signature ha descifrado esta temporada, es un estreno absoluto y está impregnada de autobiografía, y de nostalgia, de BLtKCO Y XEGIO B 1 músicas, olores y sabores que María Irene Fornés dejó en Cuba y no ha olvidado. Pero no es una obra que trate de... No trata del exilio, no trata de la política, ni del fracaso o el triunfo de la revolución, ni del resentimiento. ¿De qué trata? El invencible y exquisito talento de María Irene Fornés a la hora de escribir teatro y de ponerlo en pie reside en un don para conciliar continentes que a ninguno de sus espectadores se le hubiera ocurrido arrimar. Ella admite que esta obra le ha costado un trabajo ímprobo, precisasmente por temor a que no cuajaran los materiales que extrajo de su cabeza para que cobraran vida en el escenario, ante los ojos de los atónitos espectadores, que reconstruyen el camino de la emoción y no salen de su asombro. No es de extrañar que sus actores (Tai Jiménez, que hace de Fran e improvisa unos bailes que dejan absorto, a quien María Irene dice que eligió porque a todos nos gusta soñarnos más bellos de lo que somos, o Chris de Oni, que encarna a un Luis sinuoso, sentimental y de carne y hueso, y todo el reparto) hablen de ella con una intensa devoción. Su teatro ha sido calificado de aventura, tanto de la imaginación como de los sentidos. Las trampillas inesperadas que se abren en su texto y en las paredes de sus escenarios, las palabras que son un destilado que estalla como una bomba íntima y silenciosa, son una llave maestra. Pocos dramaturgos de hoy en día tienen el don de María Irene Fornés para hacer que el teatro irrumpa con tan abrumadora claridad en nuestras vidas. I