BLANCO Y NEGRO MADRID 19-03-2000 página 44

Museo de Arte de Gunma, en la dudad japonesa de Tagasaki, es un edificio de geomeirías cúbicas revestido de aluminio En el pasado había obras arquitectónicas soberbias. Actualmente l sukiyaki es un guiso japonés del que se conocen y reconocen todos los elementos. Roland Barthes lo describe en su libro El Imperio de los signos como de preparación muy simple, pues el cocinero crea el plato ante el comensal, sobre la misma mesa, con productos crudos, frescos y naturales: Le llega a imo su diversidad y hasta la clasificación que convierte a la simple materia en la promesa de un acontecimiento; recrudescencia del apetito, unida a ese objeto mixto que es el producto del mercado, a la vez naturaleza y mercancías accesibles a la posesión popular De la comida japonesa a la arquitectura, la obra de Arata Isozaki toma también la cualidad más inmediatamente visual, porque ha sido pensada, concertada, manejada para la vista, sin profundidades- en el sentido occidental del término- porque sus edificios carecen de centraíidad, de la voluntad de encorsetar, ornamentar las formas. Son los manjares del arquitecto- cocinero. Isozaki renegaría de estos principios ligados a las raíces. Sus obras, más que descripciones, son impre- E siones; en ellas reconocemos una repetición sin origen, son espejos vacíos que sólo captan espejos. Arquitecturas crudas, listas para el consumo, accesibles para el gran público, construcciones esencialmente visuales, populistas, con formas geométricas coloreadas, de carne y vegetal; colecciones de fragmentos como otro plato nipón, el sachimi que no obliga a un orden de ingestión alguno. Y si a la naturaleza culinaria de las creaciones de este afamado arquitecto de Oita (Kyushu. 1931) unimos el tono de su conversación conceptual, silenciosa, descubrimos que existe un gran imperio de significantes en la masa susurrante de ideas que nos transmite. La obra de Isozaki está llena de fragmentos de un código muy personal, sabiamente equidistante entre Oriente y Occidente. Continuador de las teorías arquitectónicas de Kenzo Tange, su maestro, en cuyo estudio trabajó hasta establecerse por su cuenta, en 1963, Isozaki se mantiene en la primera línea de los concursos mundiales con sus edificaciones flexibles y metabólicas. Es autor del Palau Sant Jordi. ese gran caparazón de tortuga que domina la montaña olímpica de Mont- BLtlGO V lEGRS 44