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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-03-2000 página 18
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-03-2000 página 18

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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CONTRASEÑA (Isabel Gutiérrez) Rebelión en las piernas maginen a un grupo de amigas, todas ellas de la alta sociedad de Nueva York, de París o. incluso, de Madrid (aquí también es posible) amonestadas por la policía en un exclusivo restaurante por la imprudencia de lucir una prenda que, esta temporada, resulta imprescindible en su fondo de armario: el shatush (no confundir con la pashmina. mucho más barata) un chai carísimo y de suave tacto que, ahora, también se borda. Y, ya que nos ponemos retorcidos, ¿se las imaginan pasando por el cuartelillo para dar explicaciones sobre dónde y a quién lo compraron? Según aventuró el pasado mes de octubre el rotativo The Wall Street Journal en su portada, puede que el día menos pensado alguien empiece a fichar a las más devotas as iíon victims por contribuir a la imperdonable extinción de un antílope tibetano llamado chiru, con cuya piel se confecciona el shatush. Cada año, mueren veinte mil ejemplares. Dicen que este asunto está poniendo patas arriba los entresijos del negocio de la moda. Mejor será dejarse alborotar por las excéntricas propuestas primaverales de quienes se empeñan en hacer de las piernas femeninas el escaparate de sus divertidos delirios. Primero, abrazándolas con un estridente estallido de colores, texturas y estampados; Dolce Gabbana, Gucci, Prada o Wolford han sacado al mercado diversas colecciones de medias para mujeres carentes del sentido del ridículo. Segundo, calzando en los pies las creaciones de un puñado de zapateros, devotos seguidores de Manolo Blanik y de su estandarte, el tacón de aguja: I tíHl Arriba, a la izquierda, la tienda Levi s en San Francisco; a la derecha, lord Snowdon. Sobre estas líneas, arriba, Paulina Porizkova con una pashmina; en el centro, una propuesta de Bruno Frisoni, y, abajo, muestra de las medias que Dolce Gabbana y Gucci ofrecen esta temporada Brimo Frisoni, que después de trabajar para Yves Saint Laurent, Christina Lacroix. Karl Lagerfeld o Givenchy, se aventura en solitario; el holandés Fredie Stevens, enamorado de la super femineidad; Gunmental, dúo formado por George Gublo y Michael Spaulding, cuyas sandalias de cadenas y cristalitos enloquecen a Madonna, o el jovencísimo y descarado Paul Andrew, vecino de Londres. Para ellos, cualquier cosa vale para adornar un zapato: ñores, felpa, piel, hasta los envoltorios de caramelos. ¿Quién se atreve? Acaso también vale la pena arriesgarse con esa manía genial de algunos diseñadores de presentar ciertas prendas como si una se las hubiera confeccionado en casa durante unas cuantas noches, a golpe de máquina de coser y bajo la luz de la bombilla. Así lo han hecho Louis Vuitton. Stella McCartney, Issey Miyake y Marc Jacobs. Pero es en el seno de Le i s donde se ha llegado más lejos. Si pasa por San Francisco, dése una vuelta por la tienda que esta célebre marca de pantalones vaqueros tiene en Post Street: allí le ofrecen téjanos personalizados, en especial los de la serie 501. ¿Qué los quiere muy estrechos? hecho; ¿que le gustan bordados? por supuesto; ¿los prefiere pintados? vale. Asegiuran que esta fdosoña está marcando los gustos de los devotos a las compras: a partir de ahora, cada uno compra a su medida en el más estricto sentido de la palabra. Un apunte, esta vez muy glamouroso: la exposición sobre la obra de uno de los fotógrafos ingleses más insignes, lord Snowdon, en la National Portrait Gallery de Londres: un recorrido sentimental por un pasado de oropel. I BLIIGS Y ItGia ia

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