BLANCO Y NEGRO MADRID 13-02-2000 página 45

Detrás del genio Por César Sanios Foiüela L oco por el jazz, Woody Alien siempre lo ha sido. No sólo ia banda sonora de sus películas recoge lo mejor del género, sino que él mismo lleva décadas tocando el clarinete, cada lunes, en el Michael s Pub neoyorquino. En los últimos años, ha ampliado su radio de acción a través de circuitos internacionales, en los que España es etapa obligada. Sin embargo, nunca antes había dedicado un filme al que es uno de sus grandes amores: el jazz. Ahora, lo hace en Acordes y desacuerdos Unos acordes y desacuerdos que son los de su vida personal y su obra cinematográfica. Eso sí, en lo que respecta a su ciudad natal, Nueva York, sólo hay acordes. Cineasta, hoy, indiscutible y poco más que indiscutido, en su ópera prima como realizador Toma el dinero y corre se autodefinió como el imposible hijo espúreo de Groucho Marx y Jerry Lewis; algo más tarde, los demás se empeñaron en definirle como aspirante a hijo de Ingmar Bergman, cosa que él nunca desmintió, ni de palabra ni de hecho, con obras como Interiores La comedía sexual de una noche de verano y Sombras y niebla alguna vez, se buscó un nuevo padre espiritual en Federico Felllni Stardust Memories Es Alien un cineasta felizmente contradictorio por ser sincero y rabiosamente personal. Porque, aparte del mayor o menor aprecio que se tenga hacia su obra, sus películas son inmediatamente reconocibles y todas, según el momento vital en que las haya rodado, reflejan sus obsesiones, algunas de ellas permanentes. Entre otras cosas, a través de las mujeres que r e t r a t a y las actrices que les dan vida, que, por lo común, han sido sus compañeras sentimentales del momento, siempre que éstas pertenecieran al show- buslness, lo que no ocurre con su primera esposa, Harlene Rossen, ni con la más reciente, Soon- Yi Previn. Pero sí ha sido el caso de su segunda mujer, Loulse Lasser, y de sus compañeras más duraderas, Dlane Keaton y Mia Farrow. Su proceso de separación de esta última traspasó la barreras del escándalo. Fue un calvarlo. En lo que respecta a la influencia de sus mujeres en su cine, no parece necesario Insistir. La de Louise Lasser puede decirse que fue coyuntural. La de Diane Keaton fue mayor: el hecho de que la protagonista de Annie Hall que le valió un Osear, llevara su auténtico nombre como título, lo confirma. No sólo en el terreno vital sino en el, por así decirlo y pese a lo demodé de la palabra, ideológico. En cuanto a la de Mia Farrow, además de vital fue visceral, a juzgar por lo que uno y otro se lanzaron a la cara en el momento de la ruptura. Vale la pena recordar que, por otra parte, el caso Soon- Yi ya se había anunciado en Manhattan y en Maridos y mujeres El hombre que hay en Woody Alien, con su complejo de timidez, sus permanentes visitas al psiquiatra, su amor a Nueva York y, especialmente, al Upper Manhattan o su odio al automóvil, se refleja a lo largo s. a c de toda su obra, incluso cuando su alter ego está encarnado en otro actor que nada se le asemeja a él ni en el físico ni por la edad o cuando; a veces, ese alter ego ha habitado un cuerpo femenino. Hay en su vida, como en su obra, acordes y desacuerdos, películas más o menos afortunadas que van de lo sublime a lo parcialmente fallido, sin carecer nunca de interés. En lo vital, Woody ha tenido (Annic Hall) altibajos, como todo el mundo; incluso a escala laboral, ya que sus películas, que siempre han sido más apreciadas en Europa que en Estados Unidos, han pasado, en más de una ocasión, por dificultades financieras, y eso que las superstars que en ellas actúan con frecuencia lo hacen por salarios que nada tienen que ver con los que suelen percibir. De momento, el actor, realizador y guionista sigue en la brecha. Y eso es lo que importa, k BLANCO Y NEGRO 4 5