BLANCO Y NEGRO MADRID 10-12-1960 página 100
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página100
- Fecha de publicación10/12/1960
- ID0005262186
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PROBLEMA POLICIACO Pablo MAGAZ nuevo incomprensiblemente, a pesar de la red tendida en tomo a las seis manzanas de edificios que rodeaban el punto donde había sido descubierto ei fugitivo, ya que no sé trataba de una pieza corriente. Había cierta téiSnica en su huida. No solamente parecía ver h la oscuridad, sino que íse movía como m gato, con ¡reflejos instantáneos y elásticos. I 6 spués de dos horas de persecución, la pieza cayó, al fin, en manes de los policías, que lo inmovili- zaron colocando en sus muñecas unas esposas de acero. lA reacción del hombre fué serena. El brillo de sus ojos se apagó, ¡pero mantuvo la cabeza deretíha mientras le caoheaban y subió sin resistencia al coche celular acompañado de tres agentes axmados con metralletas cortas que le escoltaron sin perderle de vista hasta la Jefatura. El inspector Delar, que había dirigido la operación de la captura, se quedó m irando al hombre fijamente Cuando éste salió del coche celular. -Llévenle al piso segundo- -ordenó al sargento Grim- que se afeite, y se bañe. No deje de vigilarle itretanto. Después acomi) áñele a mi despacho. El inspector no acostumbraba a excederse en cortesía con los criminales que caían en sus manos, pero la fuga de aquel sujeto había llegado a emocionarle. Casi, allá en el fondo de su mente, había deseado que se escapase. No obstante aquellas ideas que cruzaban por su cerebro, el policía no olvidaba que en el número 28 de la calle Süves yacía el cadáver de una mujer, con el cráneo hundido por un golpe salvaje, y que existían muchas probabilidades de que el fugitivo fuese el autor de aquel asesinato. Una hora más tarde el hombre se sentaba frente al inspector. Su aspecto había sufrido una verdadera transformación. El color pálido de sus facciones le prestaba cierto aire aristocrático. Aceptó con avidez el cigarrillo que le ofreció el policía y luego, sonriendo, hizo una ligera inclinación de cabeza. Es la primera vez- -afirmó- -que me tratan como xm. caballero antes de un interrogatorio. ¿Es costumbre de la casa? No lo es- respondió Delar- pero de paso estarán analizando a el laboratorio sus ropas para comprobar si están manchadas de sangre. -Ya. Una hora mes tarde, i hombre se sentaba frente al Inspector... CAPTURA L A luz azulada de una de las farolas iluminó momentáneamente el rostro del hombre. Gotas de lluvia resbalaban por su frente, formando p uefios riachuelos que 66 despeñaban desde las cejas sobre las mejillas hundidas, cubiertas por una barba rala y macilenta. La siariz afilada y las sienes cóncavas completabah aquella máscara humana, retrato del abandono y de la miseria. Y, sin embargo, poseía unos ojos brillantes, vivos; ojos de animal furtivo, llenos de astucia, de miedo y de mteligencia. El cuerpo DIFÍCIL del hombre, cubierto por una gruesa chaqueta clara de sport no permaneció quieto más de diez segimdqs. Saltó hacia una esquina en sombras, perforó con sus pupilas luminosas la oscuridad y emprendió una veloz carrera por ima callejuela de la izquierda. Se oyeron los silbatos de dos policías; luego se escuchó el zumbido de la sirena de un cocheipatrulla. Eran las doce y diez de la noche. La caza había empezado. Cuando sus perseguidores creían haberlo encerrado en un callejón sin salida, el hombre se evaporaba de Encarnan a lo personajes de este problema el locutor de Radio Madrid José Luí Peckep y el actor del cuadro artistico de la misma emisora Javier Martin. Fotos Garcia- Pelayo realizadas, las del bar de la estación, en la cafetería Cranja Moran