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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-12-1960 página 80
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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-12-1960 página 80

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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CiN E msias Juan- en- cueros y Curro Pabla, bsrmanos de el Pillo invsntor da los cabales Ihasta Bbrl Qus el Mellizo genial malagueñero gaditánoi den Antonio Chacón, el gran Payo oomo le llamaron los cantaores gitanos; la amtoa que aun, hace poco más de veinte años, mendiga y viejíecilla, se apuntaba admirablemente unos tientos en las terrazas da los cafés sevillanos mediante unas perras, y la Trini, creadora de un estilo ipor malaguefis y que murió recogida en una casa de míala nota, de Antequera. En la sala, reducida y decorada con gracia, pero escasísmo lujo, escuchaba un público apasionado y si algún jaisoso metepata rompía el religioso silencio, no tardaba en llamarle al orden una voz airada que solía surgir del grupo de los inteligentes oomo entonces se llamaba a los dilettantl del ílamenco: ¡Callarsel iQue lo sintamos cabritilla blanca, retaba a la Mejorana a badiar miejor que ella y descalza como ella. ¡Para que lo sepa la Ohunga Jamaron el alboroto. Se las querían comer y si hubd división de opiniones todos estaban de acuerdo en que las dos ¡habían dado una auténtica lección de arte y salero. Paco fué la única nota disoordante y estuvo varios días sin hablarse con su mujer. Se dijo que Se separaban, se comentó y se chismorreó, dentro y fuera de Híálaga, hasta que, al fin, magnánima la Mejorana puso p z en el matrimonio y dio ima moraga en las playas del Ralo, para celebrar la reconóilia- ción. Las conaeciuenciais die la fiestecita fiieron funestas. Ya lo dice la copla: La Rita fué a la Caleta, maleta y se jartó de sardinas, obalina. Como estaba en cuarentena le dio un dolor de baiulga. No es V STdad lo de la cuarentena, al menos al decir de Rafael Ortega, pero sí que estaba embarazada de poicas meses. Lo cierto es que la pobre Rita pasó a mejor vida a consecuencia de ima jartaga de m atracón. Má. laga se entristeció y el entierro fué sonadísimo. Cerró el comercio- daba penita de vé las carnecitas corgás; desde que murió la Rita nadie tos quería compra -y el duelo lo ipresidió Fernando el Gallo cuñado de la difunta. P 3 r su parte y durante muchos años, no hubo consuelo para Baco: ¡Ay que se ha muerto mi Rita, botnita y se acabó mi tesoro, de oro ¡Ya no tengo quien me diga: Paco, llévame a los toros. Y en el mismo escenario en que se celebró la porfía, Juan Breva, el Malagueñero coloso al que en una noche de luna se le quebró la voz para siempre, en la terracilla de la venta caletera de Joselito cantó su epitafio por malagueñas con mucha hoiidura y fuerza de pecho Una mañana bonita se vistió de luto el cielo que ipa el entierro e la Rita; colgaron de terciopelo el Pasaje de Chinitas petando las tiradas de versos que decía un mismo actor, recitando los de varios personajes y dándose, natursihnente la réplica a sí mismo. Por ejemplo, en el primer acto, la salida de don Juan quedaba así: ¿La hoHeleria del Laurel? Esta es según infiero. Ni sstá en casa el hostelero ni estoy hablando con él. Luego 4 e llegó a pedir actores prestados a las innumerables sociedades -cuadros artísticos se les llama aihora- -que funcionaban en Málaga. En una ¿oasión- -toe lo ha contado tmo de l ¿s héroes de la iméodota- -solicitaroái nada menos que un Comjendadol tma Brígida y un Capitán Centellas a la sociedad Lope de Vega que tenía su sede- -hoy convertida en almacén de muebles, aunque subsisten escenario y los pal 1 cos- en la esquina de Beatas y Casapalma y en la que debutaron dos Ilustres malagueños: Rosario Pino y Emilio Thuilller. Los del Lope de Vega se negaron. Ellos mismos. daban aquella noche el Don Juan Sin embargo, después de discusiones y de tiras y aflojas acordaron combinar las horas die modo que ios actos del Chinitas coincidieran con los entreactos del Lope. Los tres personajes aludidos pasaron la noche en un constante viaje, envueltos en las capas, pero enseñando el birrete y las pantorrillas ellosj recogiéndose ella el hábito para no tropezar en las entonces oscuras y mal empedractes calles, y todos perseguidos por la chiquillería que les esperaba a las puiertas de ambos letales para acompañarles en el azararite tránsito. Más tairde- ya en fetóia relativam ente rediente- la representación del Tenorio en 1 Chtoitas se convirtió en esíiectáculo no apto Se buscaban consonantes procaces a los versos zórriUescos y cuanto en el escenario sucedía era una completa indecencia de palabra y de obra. Estaba entonces arrojar castañas a ios IntéTipretes y el público llegó a aijroveoharse de tal modo de la licencia que se hizo necesario tostalar im telón de boca de tela metálica para protegerlos como a los trapecistas con la red. Pero como así bajaban los togreisos en la taquilla se optó por buscar actores valientes y, claro está, muy necesitados que aguaíitatoan el chaparrón con estoicismo y a cuerpo Itaipio. Fué esto ya en la época de la decadencia del Chinitas que sto duda para no teanohar su nombre glorioso lo catobió por el de Salón Roylaff y en su escenario, siemipsnei partido éa dos por la columna, se Una noche llegó al café una pareja arrogantísima, íélebre en Málaga. Era él el señor Paoo, el oamieero, alto, moreno y bien plantado, abrochada la camisa escarolada con brillantes auténticos; ella, Rita Ortega, hermana de Enrique el íGordo portentoso slguirüyero, y de la seña Oab- riela madre que fué de Rafael el Oallo y de Josellto. Rita había sido figura, retirándose al casarse, a instancias de su marido, pero axmque él la mimaba y alhajaba de tal manera que su colección de mantones llegó a ser célebre en toda Andalucía, ella sentía el remusguillo del baile que no iogmban hacerle olvidar ni el cariño ni los encsndidos piropos de Paco: Ay que ya tengo a mi Rita, bonita la llave de mi tesoro, de oro. Que ya tengo quien me diga: ¡Paco, llévame a los toros! Aquella noche bailaba precisamente la Mejorana madre de Pastora Imperio. Rafael Ortega, maestro de bailaorea y sobrino camal de Rita, lo cuenta muy bien. Iba Su tía vestida con una bata de glasé asú Mientras la Mejorana bailaba, los pies de la Rita repiquet iban de impaciencia bajo la mesa. De pronto, no pudo contener su Irreifrenable deseo y poniéndose de pie susurró al oído de Paco: Espérame Un momento que voy a... (el infinitivo se suprime por mal sonante) Pero sí, sí... Poco después, ante el asombro de todos y la consternación de Paco Comíparecía en el tablado y, después de quitarse los zapatitos de Al llegar noviembre solía representarse- -muy modestamente, por cierto- Don Juan Tenorio Al principio haciendo sólo ligeras modificaciones en el texto original: suprimiendo personajes, como oonsecuencia del escaso elenco, pero res-

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