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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-11-1960 página 56
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-11-1960 página 56

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página56
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ARANIES CUENTO, por Miguel BUÑUEL o era nn muñeco, sino un hombre pequeñito con los gestos y los ademanes de los mismos hombres, pero más puros, más humanos. Vestía de negro, con corbata blanca y en la manga derecha lucia nh brazalete blanco. El pelo, desmelenado. Los ojos, grandes, caídos, espejeantes. Las pestañas, largas. Cejas pobladas. Labios finos, en pico, casi como los pájaros. Rostro triangular. Y s e llamaba Araníes. íf, por las cosas que decía, era el poeta del huiUor doliente y dolorido. Actuábamos por enésima vez en una ala nocturna muy elegante. Paitaban unos minutos para salir a escena. 1 muñeco, con u voz dulce y chillante, dijo: -Venga, ya está bien, que fuera nos esperan las mujeres con esa u sonrisa ancha de lazo tendido. Yo le contesté: -Y a ti, ¿qué te va eso? N mí, nada. Pero me miran con unos- -A ojos... Como si pudieran acoistarse conmigo algún día... ¡Ji, ji, j i (Bueno, Araníes, li ver cómo te portas. Ya sabes que tienes que ser más comedido con las damas. El mejor día sus acompañantes te aplastarán la nariz. Bueno... me la aplastarán a mí, que no es lo mismo. ¿Cómo que no es lo mismo? Ya lo creo que es lo mismo; si te la aplastan a tí es como si me la aplastasen a mí. -Gracias, Araníes; eres muy bueno. ¿Yo bueno? Pues... sí; soy bueno porque tá eres bueno. -No diga tonterías, Araníes; yo soy malo; tú sí que eres bueno. ¡Ji, ji, j i Si toe dejaras... s? -Si te dejara, ¿qué ¡A y ¡Si yo pudiera... Si yo pudiera desdoblarme en alfombras de delicias haría feliz a aquella mujer que no te quita nunca los ojos de encima, Ir. u s Tn A m o NEs PE y aquella otra, y a la otra de más a allá... ¡A y ¡Si yo i udiera... -No digas eso, Aranfes; el hombre ólo puede hacer feliz a una mujer... Te lo tengo dicho mil veces: exist Is mujer, no laa mujeres. Pue a mí todas me parecen una... Será porque soy un muñeco, ¿no crees? -Más bien eres un perro... ¡Guau, guau... Se están riendo de li, ¡ji, ji, j i ¿Quién? g- -iDate la vuelta y lo verás. Me volví y vi al gerente de la h recortado en la puerta. Sonriente dijo: -Es usted genial, amigo mío; genial. El muñeco replicó: -Yo diría que es tonto, muy tonto... Trabaja como los muy tontos porque no le pagan. El gerente arrugó el entrecejo, se me acercó y, frotándose las manos, se disculpó M O M A LB AN

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