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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-11-1960 página 42
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-11-1960 página 42

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BALLET en conversación iftanletiída cotí uno de sus familiares próximo upo ne la presencia del Marqués el día Marca do para el estríino era poco menos que imposible, y Jiasla se temía, dada la extrema gravedad del paciente, que u n desenlacé fatal modificara todos los planes previstos en cnanto a fecha de presentación. Pero he aquí que, como un milagro de voMnlaid y por una especial concesión 1 sn naturaleza, el 27 de octubre le fué iítúa al marqués quizá la última oportunidad de mostrarse en público, y recibir por su conducto el cálido h o menaje- de París, en una velada fastuosa que ha tbarcado la cima de una gloriosa empresa artística. Rodeado áe asistentes y enfermeras, y bajó el ojo vigilante de su médico de cabecera, el marqués de Cuevas h a cía su entrada en el palco- central del prestigioso teatro de la Avénue M o n taigne, uando la orquesta atacaba los primeros compases de la nueva creación de La Bella Durmiente del Bosq u e u increíble testamento de casi veinte millones d e pesetas. Es la primera vez que en u n espectáculo de teatro y en medio de una sala atenta al momento critico de l e vantarse el telón, se haya producido un fenómeno tan extraño e inesperado c o mo éste; un reflector cxjlotado junto a la misma escena proyectó de pronto su potante foco sobre 1 palco donde acababa d e ser instalado el marqués, apareciendo como una visión irreal su figura enjuta y pálida, sentado sobre u n gran sillón d e cuatro ruedas. A u lado y u n poco en egundo término, su esposa (cuyo abuelo fué el famoso multimillonario americana John Bockerfeller) vestida de muselina negra y cubierta la cabeza con un echarpe de tul del mismo tono, disimulaba su rostro con un prograina de mano para esquivar mejor la natural curiosidad d l público y de los. objetivos de las cámaras fotográficas, q u e comenzaron a a m e trallar sin compa ión como en La Dolce Vita un uadro que encerraba en sí un fondo cruelmente patético. Como pulsadas por u n resorte mecánico, 1.500 personas, entre quienes se encontraban un centenar de celebridades internacionales y la selecta concurrencia de las grandes soirées de gala, se incorporaron de sus butacas volviendo la espalda al escenario, indiferentes a los primeros laovimientos de los b a i larines que evolucionaban ya a los acordes de una orquesta de más, d e sesenta profesores. Una prolongada ovación seguida d e vivas y bravos alusivos al marqués cubrió por unos minutos la célebre p a r titura de Ttfhaifcovsky. P o r encima de los enormes crisantemos amarillos y mordorés que adornaban la barandilla del palco central, una mano blanca como lá cera surgía a i n tervalos agitándose pausadamente, c o rrespoiidienijo agradecida al homenaje espontáneo d l tout París allí p r e sente. Bajo la máscara inexpresiva de un rostro atormentado interiormente por la dolencia física, yo pnde adivinar de cerca, en el cristal empañado de sus tristes ojos, una emoción intensa contenida al borde mismo de las lágrimas. El gran mecenas de la danza clásica, cuya agrupación artística s una d e las mejores del mundo, había hecho un gran esfuerzo físico para poder asistir a la premiére de su gran espectáculo. Quería ofrecer personalmente, en una velada inolvidable, el maravilloso regalo dé 6 Bella Durmiente dedicado especialmente a París... Y París, tocado en su fíWa sensible por taii noble o b sequio, aceptaba e l delicado y valioso presente artístico, que a su vez pagaba p o r adelantado seguro de su calidad, con la auténtica moheda d e oro del entusiasmo y del más encendido aplauso. teau y de los grandes maestros de h pintura veneciana. Su fantasía se desborda en la creación suntuosa de loa trajes, bien en tonos suaves y matices delicados, como en los fuertes contrastes de color. Todo ello subrayado con ricos bordados d e pedrería qué valen una fortuna, y son como ilustraciones vivas de los cuentos de Perrault, al e s tilo que nuestra imaginación las concibió eñ la dorada infancia. Raimundo de Lárrain, que ya había creado en América El Pájaro de las Nieves y los figurines de la pieza de García Lorca estrenada en el Recamier de París Así que pasen cinco años se coloca de golpe con el actual ballet a la cabeza de los mejores figurinistas del mundo, cuyos méritos le han sido ya reconocidos por todos los críticos de la capital de manera unánime. La noche del estreno, Raimundo d e Larrain tuvo el privilegio de ser llamado a escena repetidas veces al f i n a l d e l espectáculo, caso poco frecuente, lo cual demuestra en el joven decorador una acusada personalidad artística en completo desarrollo, q u e apenas si ha comenzado a dar sil sabroso fruto. lEn cuanto a los intérpretes de este gran ballet que hará larga carrera p o r loa principales escenarios d l mutldo, destacó como reina absoluta de la soirée Rosella Hightower, e n su papel de princesa Aurora. El prodigio de su técnica y la gracia alada de sus movimientos y giros, levantaron na vez más hacia ella el aplauso entusiasta de la abarrotada sala, sin faltar los consabidos bravos del marqués, que, si no con la potencia de otras veces, debido a su delicado estado de salud, si lo suficientemente perceptibles para recordarnos que todavía se había convertido en una momia Expresión eaciieta salida de sus labi- os que algonoa pocos tuvimos la suerte de escuchar por hallarnos próximos a su palco. Olga Adaba Ác, en el papel de hada malenca Carabosse, estuvo sencillamente insuperable. Al decir de ciertos conocedores autorizados, la más perfecta hada Carabosse que haya interpretado este ballet dentro y fuera de Francia De Nicolás Polajenko, como intérprete en príncipe Encantador, es el bailarín ideal, por la estética y porte de sn figura. La encamación del príncipe FIorimond le cae justamente como anillo ai dedo. La plástica de sus saltos y la limpieza con que realiza los entrechats con uistaron rotundamente a un público selecto y entendido como lo era el de esta premiare en tenue d gran gala. Merece también recordarse, p o r sa feliz actaación, al joven André Prokovky, el cual salta y bate todas las piroetás imaginables con la elegancia y la técnica de u n André Eglevsky. A George Goviloff, én su acertada creación de El Pájaro Azul quien e hizo aplaudir en: cada una de sus díferezi- COMENTARIO A LA BÉ 3 LLA D U R MIENTE DEL BOSQUE E l célebre y fantástico mito de Per rault, prototipo y símbolo d ¿todos los cuentos de hadas, fué creado p o r p r i íhera vez como baUet en San Petersbnrgo e n 1890. Su inspirada partitura se debe al eminente compositor ruso Fierre Tehaikosvky, y sus melodías son tal vez las más inspiradas de cuanta música ha sido escrita hasta hoy para ballet Marius Petipa realizó la coreografía, y fué Serge Diaghilev qui n dio una brillante representación de él en Londres en el año 1921. París tiene hoy el honor de conocerlo por primera vez en su versión íntegra, al cabo le setenta años d é su estreno n tiempos de los zares. La Opera de Covent Carden, de Londres, lo puso igualmente en escena en 1954, siendo entonces las vedettes Margot Fonteyn, Mícbáel Somes y Svetlana B e riosova. Este antiguo ballet puede decirse que es una obra cien por cien clásica y ha sido e l caballo de batalla de las grandes agrupaciones internacionales de este tipo. El maravilloso espectáculo del marqués de Cuevas dura exactamente dos horas, que son un puro embeleso artístico. Al aparecer hoy esta nueva creación sobre el marco elegante del teatro de los Campos Elíseos és algo así como un fantástico fuego d e artificio, que el mecenazgo del marqués ha querido legar como testamento al público de París, a manera de u n d i verlissement salido de los fastos reales del siglo XVIII. Dejando a un lado el realismo de Bakst, el joven decorador Raimando de Lahfain, marqués del mismo nombre, ha diseñado d mano maestra los figurines y decorados inspirándose en el gusto refinado de la época de Wá-

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